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Dos semanas después, Cellbit estaba en casa de Roier haciendo la planificación sobre el evento universitario de lingüística. Bobby y Lía se entretenían jugando en el jardín, aunque de vez en cuando se asomaban por la ventana. No pensaban perder de vista el comportamiento de sus padres porque parecía que se llevaban mejor que antes, al menos no se evitaban o se sonrojaban demasiado al estar cara a cara. Sin embargo no bastaba para vivir bajo el techo aún.

Cellbit abrió un archivo en su laptop: era el diseño inicio para las invitaciones con el escudo de la universidad y un párrafo narrando de forma elegante los eventos programados. No había mentido cuando le dijo a Roier que cumpliría su promesa de ayudarlo. Habían pasado esos últimos días trabajando hasta tarde para organizar el itinerario, sin mencionar las horas extras de trabajo de cada uno en actividades curriculares independientes. Lo más increíble es que les daba tiempo de convivir con sus hijos.

—Fue una excelente idea de Nessa venir aquí para que Lía pudiera jugar con Bobby—mencionó el cenizo.

—Y que lo digas —respondió Roier, que estaba sentado a lado.

—Odio no poder convivir con ella, pero el tiempo se me redujo drásticamente estos días

—Pero Bobby y Lía se hacen compañía mutuamente y así nosotros nos podemos enfocar en nuestros propios proyectos, aunque sean temporales

Estaban enfocados en acabar una parte de toda la reunión. Ya habían convencido a los patrocinadores, conseguido entrevistas con algunos expertos en Shakespeare, puestos de libros en venta, actividades de oratoria con estudiantes, una puesta en escena de varias obras de teatro y el lugar donde todo tomaría lugar. Solo faltaba confirmar el banquete y enviar las invitaciones en cuanto tuvieran el primer visto bueno del comité de la universidad. Cellbit estaba entusiasmado con ver este proyecto realizarse, más que el de Buchanans. No podía negar que ser coanfitrión con Roier le daba alegría. No había salido tan mal su "acuerdo" de dos semanas atrás.



...



FLASHBACK

—Te odio, Scherbius.

Había sonado más a reclamo por cortar el orbe de calor que lo abrasaba. Sonaba como suplica porque sabía que Cellbit se iría en cualquier momento. Sonaba a un pedazo de alma envuelto en papel aluminio. Sonaba a haberse hundido hace años buscando el romance perfecto, pero fracasado en la búsqueda.

Sonaba a su segunda oportunidad.

Sintió cómo Cellbit  bajaba su mano más allá del abdomen.

—¡No! espera, espera —dijo Roier de golpe, teniendo el corazón en la garganta. Empujó al cenizo tan fuerte que impactó el trasero contra la duela de su habitación. Dioses, estuvo a punto de dejar que el cenizo lo tomara como un objeto, ¿Qué estaba pensando hacerle después?

Por su lado, el cenizo todavía estaba quejándose por el golpe; no fue significativo, pero Roier lo había derribado. Se levantó para preguntar por su comportamiento, pero halló un cuadro sumamente inesperado: Roier se había cubierto el rostro con ambas manos y boqueaba, queriendo reprimir un llanto (o eso le pareció). Nunca habría imaginado de su proceder ofendiera de esa manera a Roier, debió ser lo que intentó hacer, pero... Mierda. Claro, no previó que el castaño no era adepto a esa clase de acercamientos; ni él mismo se explicaba la facilidad con la que surgía su deseo de portarse así. ¡Por supuesto que no estaba acostumbrado a que otro hombre lo tocara, aunque fuera superficialmente! Era estúpido creer que no hubiera un rechazo inicial.

Niños, mejores consejeros |GuapoDuo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora