¿Quién soy y quién debo ser?

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Después de haber sido totalmente amenazado por Beerus, tuvo que quedarse en el planeta por ordenes suyas.

Ahora no sabía cuanto tiempo tendría que permanecer allí. Esperaba que no fuera demasiado.

En este momento, estaban en los grandes prados que poseía el planeta. Goku sentado en el pasto luego de un largo entrenamiento con el malhumorado príncipe.

Goku: Nunca creí que fueras tan fuerte.

Como respuesta solo recibió un bufido. Vegeta no solía hablar demasiado.

Goku: Estás molesto porque mi papá no te dejó irte, ¿Verdad?

Vegeta: ¿No es obvio? Vine para llevarte a ti y ahora tendré que quedarme quien sabe cuanto tiempo.

Goku: no entendí esa parte, ¿Por qué quieres que vaya contigo?

Vegeta: porque debemos unirnos para vencer a Freezer. Ese lagarto albino destruyó todo nuestro planeta, Vegeta Sei, sólo nosotros hemos sobrevivido y tres saiyajins más.

Goku: ¿Nuestro planeta?

Vegeta: sí, ¿acaso no sabes de dónde vienes?

Goku: bueno, yo crecí aquí. Mi padre me cuidó desde hace bastante tiempo. Aunque... el señor Whiss me dijo que yo era diferente a mi papá pero nunca me dijeron porqué. Sé que soy un Saiyajin y que mi papá no.

Vegeta: obvio que el señor Beerus no es un saiyajin. Tú sí, pero eres clase baja, no como yo, un clase alta.

Goku: Es porque eres mayor que yo.

Vegeta: No. Somos examinados cuando nacemos y dependiendo de nuestros poderes nos clasifican.

Goku: bueno, mi papá dice que cada vez mi poder es mayor al de antes, así que no creo que eso deba importar mucho.

Vegeta: eso no funciona así.

Goku: ¿Acaso importa la clase? Si tengo la fuerza suficiente para por lo menos ser aprendiz de dios destructor, es porque tengo el potencial que ve mi papá.

Vegeta lo mira varios segundos, arqueando una ceja. ¿Eso era lo que pensaba? La verdad no lo comprendía mucho.

Quizás era la crianza tan diferente que les habían dado.

Ambos con grandes lujos, pero los principios eran distintos.

Uno criado para ser un príncipe y ser quien gobierne su planeta con poder y fuerza nata. El otro, criado para llegar a ser el dios destructor de su universo y tener la gran tarea de mantener el equilibrio en el mismo y poder mejorar con el pasar del tiempo.

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El príncipe aún trataba de convencer a Goku de que lo acompañara. Si lo hacía, quizás podría persuadir al Dios Destructor y así poder llevarse a Goku junto a su hermano y los otros.

Ahora que hablo del hermano de Goku, Vegeta había evitado hablar de eso. Quizás se metería en problemas y no estaba en la posición de hacer alguna tontería o meterse demasiado en el tema de la vida pasada del otro saiyajin.

Pero analizándolo bien...

Si lograba hacerle entender que tenía un hermano, quizás Goku quisiera conocerlo y Beerus no tendría como negarse, es decir, sí podía negarse, pero sabía que cualquier cosa que Goku le pidiera, lo haría.

Estaba en ese momento sentado sobre un tronco, viendo como amanecía de a poco. Tenía una misión que cumplir, además, de ser él quien lideraría su grupo.

Dirigió su vista hacia el castillo, en donde se veía al Dios y a su hijo salir por la gran puerta.

Siempre solían entrenar en las mañanas cuando el dios de la destrucción estaba despierto.

Goku intentaba golpearlo y Beerus sólo evadía sus golpes, diciéndole cosas para motivar más al pequeño, quien siempre quería demostrar que había mejorado más que la última vez.

Pero viendo esta pelea, notó que el pequeño saiyajin había estado ocultando parte de su fuerza. Los vio atentamente, analizando cada movimiento y la destreza que poseía Goku.

Y también, le servía de lección para no intentar subestimar jamás al señor Beerus.

Soltó un bufido, Goku se había estado burlando de él, tomándole del pelo haciéndole pensar que verdaderamente le derrotaba en cada pelea.

Whiss: joven Príncipe.

El ángel le había dado un susto, siempre lo tomaba por sorpresa.

Vegeta: dime.

Whiss: ¿no desea tomar desayuno?

Vegeta: ok. Voy contigo.

Whiss: perfecto. El señor Beerus se quedará con el pequeño Goku, así podré hablar contigo tranquilamente.

Desapareció y volvió a aparecer en el suelo, caminando sosteniendo su báculo y su otra mano se encontraba detrás de su espalda.

Bajó de allí y siguió al ángel.

Whiss quería averiguar a fondo lo que quería hacer Vegeta. Así ver si la vida del aprendiz de su Dios destructor corría peligro o no.

Mientras tanto, Beerus y Goku estaban fuera.

Goku ya bastante agotado, respirando agitado. El mayor le veía con sus manos detrás de su espalda.

Beerus: bien, niño. Cada día mejoras más y más.

Goku: Sí, pero sigo sin golpearte.

Beerus: lo has hecho, con trampas, pero lo has hecho.

Goku: eso no cuenta.

Beerus: nunca dije que contara.

Goku: Papá—Este lo mira atentamente—¿De verdad crees que yo pueda ser un dios destructor?

Beerus: Mmh...—Se pone de cuclillas frente a él—Yo no debo creer nada, porque aún eres un chiquillo, pero tienes el potencial para aprender. Con los años verás que sí lo serás.

Goku: ya veo...—Recibe una caricia en su cabeza, haciendo que sonría.

Aún era muy pronto para Goku, pero el tiempo diría si Beerus no se había equivocado al elegirlo a él como su sucesor.

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(Hace tiempo que cambié la visión con Vegeta, que como que quedaba demasiado raro y fuerísima de lugar, perdónenme la vida, que pandemia me arruinó la mente. Así que ahora yo creo que se entiende mejor y quedó mejor... creo.)

Mi papá, el Dios de la destrucción 《Goku y Beerus》Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz