El inicio...

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Llegó el día.

Goku tenía una bolsa con bastantes cosas en su hombro, estaba siguiendo al ángel, quien caminaba hacia afuera del palacio.

Estaba emocionado, pero también asustado, sería un nuevo comienzo para él, uno en donde su padre y Whis no podrían estar todo el tiempo.

Pero esperaba que fuera una grata experiencia en la que pudiera encontrar su lugar antes de seguir en el camino de los dioses de la destrucción.

Whis: Bien, Goku, nosotros sólo te llevaremos y nos tendremos que ir en cuestión de horas, no podemos desatender nuestras obligaciones.

Goku: Sí. Ya me las ingeniaré, no se preocupe, señor Whis.

Llegaron afuera, el señor Beerus los esperaba en el patio, estaba pescando para poder distraerse un poco.

Whis: Señor Beerus.

Le avisa el pez oráculo de que su ángel y Goku ya estaban yendo hacia él.

Beerus: Ya era hora—Mira a su hijo, quien al sentir su mirada sobre él, lo voltea a ver—¿Listo?

Goku: Estoy un poco nervioso, pero sí, estoy listo para esto.

Pez Oráculo: Nos vemos, Goku, sé que te irá muy bien.

Goku: Gracias.

Si el pez oráculo lo decía, era porque sería cierto.

Los tres se fueron, emprendiendo así el viaje a la Tierra, donde Goku establecería una nueva vida y buscaría nuevos enfoques.

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Pasado el tiempo de llegada, los tres llegaron a un sendero en medio de las montañas.

Goku: Vaya, este planeta es muy distinto al nuestro.

Beerus: Ya había estado antes aquí, pero los dinosaurios fueron muy groseros y los borré.

Whis: aunque parece que algunos sobrevivieron, señor.

Beerus: ¡¿Que qué?!

El ángel veía al fondo, cerca a las montañas, un enorme dinosaurio que caminaba entre los árboles.

Goku: Creo que se te escapó ese, papá.

Dijo riéndose.

Beerus: Cállate, niño insolente. Mejor ve preparándote mentalmente para estar solo, porque no podemos estar aquí mucho rato.

Goku se elevó un poco, viendo el paisaje a su alrededor. Era un lugar bastante bonito, altas montañas, ríos, variedad de animales y un clima agradable.

Goku: este planeta está increíble. Pero no veo a nadie cerca.

Beerus: Estamos en medio de la nada, Goku, no esperes ver a mucha gente.

Goku: mmh...—seguía viendo a su alrededor, buscando alguna señal de más personas.

Beerus: pero por lo que veo, si sigues este camino, quizás encuentres a más gente, no creo que te sea complicado adaptarte, ¿verdad?

Goku: No.

Volvió a aterrizar, viendo al acantilado que había a un costado.

Aunque Beerus movió una de sus orejas, pues oía ruido venir desde el camino, viendo un vehículo acercarse.

Goku volteó solo cuando este ya estaba bastante cerca, además de que ambos dioses ya no estaban.

Lo detuvo con ambas manos, haciendo que quien estaba dentro gritara.

—¡Ten cuidado, niño tonto!

Goku: Tú ten cuidado, pudiste haberte hecho daño.

Abrió la puerta y bajó, era una jovencita peliazul que tenía una trenza, en su blusa tenía la palabra Bulma, en la parte del pecho.

—¿Y tú por qué no te apartaste del camino?

Goku: Por que no iba a pasarme nada. Me llamo Goku, ¿Y tú eres...?

—Bulma, mi nombre es Bulma.

Goku: Que nombre tan raro.

Bulma: ¡Aigh, cállate! ¿Y qué estás haciendo aquí tú solo?

Goku: Pues, yo no soy de aquí, pero estoy buscando a personas que sean fuertes para que puedan enseñarme muchas más técnicas de combate.

Bulma: Que extraño eres, y además...—Ve detrás del muchacho—¡¿Eso es una cola?!

Goku: Eh, sí...—La mira unos segundos de pies a cabeza—Veo que no tienes una, no eres saiyajin... ¿Eres una chica, no?

Bulma: Pues sí, ¿no lo habías notado?

Goku: Pues ahora viéndote bien, pues así sí. ¿Qué hacías?

Bulma: Estoy buscando estas esferas—Saca de una bolsa una esfera anaranjada, esta tenía algunas estrellas en ella—Eres alguien fuerte, ¿No quisieras acompañarme? Quizás en el camino encuentres lo que estás buscando.

Si ese chico la acompañaba, podría serle más fácil conseguir las demás esferas del dragón.

Beerus: Mira, Whis. ¿Esas no son como las esferas que tienen los Namekianos?

Whis: así es, señor. Aunque es verdad que son más pequeñas.

Ambos estaban alejados de ellos.

Goku: Mmh... supongo... Está bien, te ayudaré.

Bulma: Genial. Sube. Hay una cerca de este lugar.

Goku: ¿Subir a eso?

Bulma: claro.

Luego de subir a ese extraño artefacto, ambos emprendieron el viaje hacia lo más interno de las montañas.

Whis: Creo que es hora de irnos señor.

El dios se quedó unos segundos en silencio, viendo hacia donde se iba su hijo con esa chica.

Beerus: Vamos.

No había podido despedirse correctamente de él.

Las luces los cubrieron y ambos se fueron.

Goku por el retrovisor vio aquel destello que iba hacia el cielo. Dio un suspiro, sabía que eran ellos.

Después de todo, sabía que su padre no era muy cariñoso, pero al menos quería haberle dado un abrazo antes de que se vaya. No lo vería en mucho tiempo.

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Mi papá, el Dios de la destrucción 《Goku y Beerus》Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora