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Permanezco inmóvil en la cama, escuchando cómo la respiración del viejo Jungkook se va apaciguando, relajando, hasta convertirse en apenas un susurro. Entonces me doy cuenta del silencio absoluto que nos envuelve, y de que estamos perdidos en medio de ninguna parte.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que soy capaz de moverme. Entre mi brazo y el de Jungkook apenas hay unas pulgadas, igual que entre nuestras rodillas o nuestras caderas.

Mis ojos se han acostumbrado a la penumbra y el rayo de luna que entra por la ventana me da el valor para girar la cabeza.

El perfil de Jungkook se recorta contra el empapelado de la pared, tan cerca que, si respiro más fuerte, mi aliento lo despertaría.

Observo la curva de su nariz, recia y prominente, muy masculina. Recuerdo que alguien me dijo que quien tiene una gran nariz tiene una buena polla, y en el caso de Jungkook se cumple. Vaya que si se cumple.

Bajo hasta su boca. Es un contraste jugoso con la dureza de sus pómulos. Me pregunto cómo besará, a qué sabrán sus labios. Solo he besado a Nayeon y ella posee labios finos y ligeros, nada parecido a la jugosidad de Jungkook.

Con cuidado me meto una mano dentro de los calzoncillos. Estaba a punto de hacerme una paja antes de que él entrara, y estoy que reviento. Me pregunto si se despertará si voy al aseo. Allí tendré algo de intimidad. Pero estoy tan caliente que no puedo aguantarme.

Trago saliva y bajo la vista hasta su pecho. Se alza a cada inhalación, ancho y fuerte, poderoso. Debe de tener mucha fuerza, porque los bíceps son dos masas musculosas y definidas. Inclino la cabeza para mirar más abajo, mientras empiezo a masturbarme, pendiente de cualquier movimiento de este amigo de papá.

La polla de Jungkook reposa sobre el muslo, aunque juraría que ha crecido de tamaño. En cierto modo se parece a la mía. Ninguno de los dos estamos circuncidados, aunque a ambos nos asoma la boca por la suave abertura de la piel. Él tiene el glande más grueso, con la curva que llega hasta el borde más pronunciada, también mayor tamaño y grosor, seguramente el que alcanzaré yo cuando tenga su edad

Me humedezco los labios y, con cuidado, me la saco para estar más cómodo y sigo masajeando, mientras con la otra mano me acaricio los huevos.

No sé si el peligro de la situación me excita, porque no recuerdo un calentón como el de ahora. Acelero el ritmo y tengo que controlar la respiración entrecortada para no llenar la habitación de gemidos.

Vuelvo a mirar el pene de Jungkook. No sé por qué, pero me apetece verlo mientras me masturbo. Creo que se ha movido, porque ahora descansa más ampliamente, como si hubiera crecido unas pulgadas...

—Vaya, vaya.

Cuando escucho su voz creo que el corazón se me detiene.

Vuelvo a sus ojos, y están abiertos y fijos en mí. ¡Me ha pillado masturbándome a su lado!

—Yo-yo no... —En mi cabeza no encuentro excusa alguna que pueda explicar lo que el amigo de papá acaba de ver, de oír y me temo que, de oler, porque un ligero hilo de semen ya me cuelga de la polla y se enreda con los vellos de mi vientre.

—Tranquilo, no pasa nada.

Oírlo me calma.

—Yo-yo no... —repito de nuevo.

—Te propongo una cosa —se ha incorporado ligeramente, apoyando un codo en la cama. De esa manera me mira desde arriba.

Agradezco su delicadeza, que no me haya reñido o echado de la cama por indecente.

Sigo sin saber qué hacer. Me descubro con la polla aún entre los dedos y, lo que es peor, el calentón no ha bajado un ápice, por lo que sobresale un buen trozo de carajo empapado en precum.

—Yo te ayudo y tú me ayudas, ¿de acuerdo?

Asiento, pero no tengo ni idea de qué está hablando. Es posible que se refiera a que se lo ocultará a mi padre si yo le echo una mano en alguna cosa.

Cuando se tumba de nuevo, pienso que todo ha acabado. Esperaré a que se duerma y entonces haré lo que debí haber hecho desde el principio: ir al baño y masturbarme allí, porque con este calentón no puedo conciliar el sueño.

Pero lo que sucede a continuación me deja perplejo en un primer momento.

El viejo amigo de papá me coge la mano. Yo no me resisto, solo al principio, por la sorpresa, y la lleva hasta su polla, colocándome los dedos alrededor.

Creo que me quedo congelado, paralizado por la sorpresa.

Siento la textura venosa de aquel aparato enorme, que apenas me permite abarcarlo, y siento cómo palpita entre mis yemas, y la sangre lo inflama, caliente, haciendo nudosas las venas que ya había apreciado.

Cuando la mano de Jungkook, a su vez, me coge la polla y empieza a masturbarme, descubro en qué consiste el trato: yo le hago una paja y él me la hace a mí.

Apenas consigo reponerme, salir de la parálisis. Quiero saltar de la cama, levantarme y protestar, pero el placer que siento es ya tan enorme, que lo único que puedo hacer es gemir y derretirme entre los dedos de Jungkook.

Mi cuerpo es entonces atravesado por desconocidas corrientes de placer, me retuerzo, contengo la respiración, y cuando el amigo de mi padre aparta la mano un instante para escupirse en ella y lubricarme, creo que incluso grito antes de que me corra y el mayor estallido de placer que he sentido nunca, se derrame sobre mi vientre, mi pecho y el cabecero de la cama.

Tardo en recuperarme, respirando entre cortado. Nunca había durado tan poco.

—No te preocupes, ya cabo yo —escucho su voz y me vuelvo.

Y solo entonces me doy cuenta de que no he cumplido con mi parte, de que mi mano ha permanecido inerte, agarrando su enorme polla, mientras él me pajeaba.

Jungkook me sonríe. Tiene unas sonrisa bonita y excitante. Se vuelve a escupir en la mano y, junto a mí, con sus codos pegados a los míos y las caderas juntas y empapadas en sudor, se masturba.

Cuando se corre, lanza un gemido profundo, y el torrente de semen me alcanza en el pecho.

Algo extraño aparece en mi cabeza, desconcertante: no sé si voy a pegar ojo o debo limpiarme.

Y, así, me quedo dormido.

Un amigo de la familia |KookminWhere stories live. Discover now