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No recuerdo haber dormido nunca tan bien.

Cuando abro los ojos estoy solo, y el único rastro de Jungkook es una nota doblada sobre su almohada.

Hoy descansa. Te lo has ganado.

Sonrío sin darme cuenta y me la llevo a los labios. Por alguna razón me he levantado de excelente humor, aunque creo que sé a qué se debe.

Cuando me siento en la cama noto un ligero escozor entre mis nalgas, que de nuevo me hace sonreír. Ayer me porté como todo un hombre y esa picazón es prueba de ello.

Me doy un largo baño que me sienta de maravilla y cuando salgo desnudo del aseo, me percato de que la ropa que me prestó está sucia y huele a sudor después de la agotadora jornada de ayer.

No lo pienso demasiado. Abro el único ropero e indago en su interior. Es la ropa de Jungkook, sin duda: pantalones vaqueros y camisas a cuadros. Elijo una de color verde y unos pantalones muy desgastados. Estos últimos me quedan un poco grandes, pero me ajustan muy bien el paquete. Antes de ponerme la camisa la huelo. Es su aroma, salvaje y picante, y cuando la ajusto sobre mi cuerpo rememoro sus abrazos de esta noche.

Cuando bajo, la casa está desierta. Una nueva nota sobre la mesa de la cocina me dice que me ha dejado un plato en el horno y se despide con un beso. La letra es diferente y supongo que la ha escrito Mae.

Un delicioso desayuno a base de beicon frito y huevos revueltos me espera, y la cafetera está puesta. Así que me lo zampo mientras intento ordenar mis ideas y descubrir por qué me siento tan bien... aunque, sí, lo sospecho.

—Te has levantado tarde.

Cuando vuelvo la cabeza me encuentro a Taehyung, que acaba de entrar en la cocina, dejando unos guantes gruesos sobre la superficie de madera.

—Hoy me han dado libranza.

Se sirve un café y se sienta justo a mi lado, a pesar de que las otras sillas están vacías.

—Esa camisa es de Jungkook.

Le noto un tono especial, quizá de sorpresa, o de disgusto, no sabría calificarlo.

—No he traído ropa para el campo —me disculpo—. ¿Tú tampoco trabajas hoy?

—Me toca desbrozar el jardín —señala el exterior—, pero me ha parecido verte a través de la ventana.

Se lo agradezco con una sonrisa, aunque la forma de mirarme Taehyung me confunde. Siento cómo sus ojos recorren los míos y bajan a mi boca para empezar de nuevo. Si una chica me mirara así en un bar pensaría que quiere algo conmigo.

—¿Qué se hace aquí los días de descanso? —le pregunto.

—¿Qué te apetece?

Me encojo de hombros.

—No creo que haya mucha oferta, así que me conformo con cualquier cosa.

—Ayer los vi por la ventana.

Mi mano, que llevaba la taza hacia mi boca, se detiene en el aire.

—No sé qué quieres decir —le miento.

—A ti y a Jungkook. Por lo que se veía creo que lo pasaron bien juntos.

Me sonrojo a pesar de los esfuerzos para que no note nada. Si se lo cuenta a los muchachos...

—Mirar a través de las ventanas está muy mal.

Él sonríe, como si todo fuera una broma.

—Ven —me dice—. Sígueme.

Un amigo de la familia |KookminWhere stories live. Discover now