CAPÍTULO 5

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Era un día soleado en la ciudad de Amsterdam, el estadio Johan Cruyff estaba a reventar para presenciar el segundo partido de la fase de grupos de la Eurocopa. La selección española se enfrentaba a Holanda, un rival temido por su velocidad y técnica.

El ambiente en el vestuario español era de tensión y nerviosismo. Todos los jugadores sabían que este partido era clave para sus aspiraciones de avanzar en la competición. Luis Enrique, el entrenador, dio su última charla motivacional antes de salir al campo.

-Chicos, sé que pueden hacerlo. Estamos aquí para ganar, no para perder. Tienen el talento y la habilidad necesaria para superar a cualquier rival. Confío en ustedes. ¡Vamos España!-

Los jugadores salieron al campo con la cabeza alta y el corazón lleno de esperanza. La afición española, que había viajado en masa hasta Amsterdam, les recibió con una estruendosa ovación.

El partido comenzó con un ritmo frenético. Los holandeses salieron a por todas desde el primer minuto, presionando con intensidad y buscando el gol. España, por su parte, intentaba controlar el balón y crear ocasiones de peligro.

Pero a los diez minutos de juego, la pesadilla comenzó para la selección española. Un error defensivo permitió a un delantero holandés entrar en el área y marcar el primer gol del partido. La afición local enloqueció, mientras que los jugadores españoles quedaron atónitos.

España intentó reaccionar rápidamente, buscando el empate con ahínco. Pero la defensa holandesa se mostró sólida y segura, sin dejar espacios para que los jugadores españoles pudieran crear ocasiones claras de gol.

El tiempo pasaba y la tensión aumentaba. España necesitaba marcar para evitar una derrota que les complicaría mucho su clasificación para la siguiente fase del mundial. Y entonces sucedió.

En el minuto 70, un centro preciso desde la banda izquierda llegó hasta Mikel, que controló el balón con habilidad y se plantó solo frente al portero holandés. Todos los ojos estaban puestos en él.

Oyarzabal lanzó un potente disparo hacia la portería rival, pero el balón se estrelló en el poste. La afición española enmudeció. Era una oportunidad de oro que se había perdido.

Mikel se llevó las manos a la cabeza, sintiendo la frustración y la rabia en su interior. Sabía que había fallado una ocasión que podía haber cambiado el rumbo del partido. Pero lo que no sabía es que su error le iba a costar muy caro.

Las críticas comenzaron a llover sobre él como una tormenta. Los medios de comunicación españoles eran implacables en sus análisis del partido, y Mikel Oyarzabal era el principal objeto de sus críticas.

"Oyarzabal debería haber marcado ese gol. Es inaceptable que un jugador de su nivel falle una ocasión tan clara"-, dijo uno de los periodistas en la rueda de prensa posterior al partido.-

Mikel intentaba mantenerse fuerte ante los comentarios negativos, pero por dentro se sentía destrozado. Sabía que su actuación en el partido iba a ser recordada como un fracaso, y eso le pesaba como una losa.

Cuando llegó al vestuario, se encontró con Unai, su compañero de equipo en la Real Sociedad y también en la selección española. Unai notó de inmediato que Mikel no estaba bien.

-¿Estás bien, Mikel?- No te preocupes por lo que dicen los medios. Sabemos lo que vales como jugador y como persona- le dijo Unai con voz tranquilizadora-

Pero Mikel no podía sacudirse la sensación de fracaso que le invadía. Se sentía abrumado por la presión y la responsabilidad de haber fallado una ocasión tan importante.

-Unai, lo siento. He fallado el gol y he decepcionado a todo el mundo. No sé si puedo soportar esto- dijo Mikel con la voz quebrada por la emoción-

Unai se acercó a él y le abrazó con fuerza. -Mikel, eres un gran jugador y un gran amigo. No te rindas ahora. Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y seguir adelante- le dijo con sinceridad-

𝓱𝓸𝓶𝓸𝓯𝓸𝓫𝓲𝓪 || 𝓼𝓮𝓯𝓾𝓽𝓫𝓸𝓵Where stories live. Discover now