No me toques.

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Spreen no suele dejar que la gente lo toque.
Además de su familia y Carre, cada que alguien quiere darle un abrazo recibe una mordida en alguna parte del cuerpo o le ven comenzar un berrinche que mejor les hace salir corriendo antes que sus padres vengan.

Por lo que los demás ya se rindieron en ello por temor a terminar sin una pierna un día de estos.

Hoy era un nuevo día en la guardería, algunos llegaban con emoción y otros lloraban por no querer alejarse de sus padres.
Aunque luego estaban los casos especiales:

Teníamos a Alexby negandose a soltar a su pequeño, diciendo que podía cancelar el desfile de modas, no importaba si había estado trabajando en ello por un año.
No quería separarse de su bebé.

Mangel y Lolito lloraban mientras el pequeño Carre se queda quieto ya acostumbrado a este tipo de escenas.
Era un consentido sin llegar a ser del tipo caprichoso.

- Sha sha mi nina - pronunció con su voz infantil, siendo que de tanto escuchar a sus padres llamarse así, creía que eran sus nombres. - Ser niño gande, cuidarme solo como mi nina.

Le dió varios besitos a sus padres hasta que ellos fueron arrastrados por Rubius y Vegetta entre gritos de :
¡Vendremos pronto mi bebé!
¡Te deje frutita en tu mochila!
¡No me olvides!

Si que eran un poquito dramáticos, pero él los amaba.

Spreen sin embargo, solía aguantar las ganas de llorar porque él era un niño grande que si bien extrañaba a sus papás, no lo diría.
O quizás sí pero eso sería estando en casa mientras que su mamá se volvía un osito y le dejaba acurrucarse en su pecho.
Siempre era de dejar que le dieran muchos besos en su carita, los cuales este se limpiaba con la mano pero la verdad de todo esto, es que según él; "los guardaba en sus bolsillos por si llegaba necesitar alguno en el día."
Luego varios abrazos y ciertos  comentarios de Vegetta hacia las maestras donde les pedía total cuidado con su ozito o él se encargaría de mostrar porque era de temer.

No era una amenaza, solo un aviso.

Y por último pero no menos importante, teníamos a un pequeño Roier vestido del hombre araña con una mantita azul intentando encontrar a su ozito mientras que sus padres lloraban porque su niño ya estaba creciendo y tenían que dejarle en una guarderia mientras trabajan.

- Lusu, que mejor cancelamos todo y se lo dejamos a mi madresita, no creo que tenga problemas.- lloriqueo viendo a Roier caminar medio tambaleándose por sus piernitas tan chiquitas y gorditas.

- Aunque yo tampoco quiera separarme de él, no podemos dejarle la carga a Staxx, además va a estar con sus amiguitos y estoy seguro que nada malo pasará.
¿Cierto?

La mirada que le dió a todos los adultos ahí casi les hace salir corriendo.
No les pagaban lo suficiente para esto...

- Spiiin, mami me tajo poque tetañabaaa ("Spreen, mi mami me trajo porque te extrañaba")- gritaba siguiendo su búsqueda hasta que a lo lejos pudo ver esas orejitas tan lindas que le gustaba tocar.

Las maestras al ver como iba acercándose hasta él estuvieron a muy poco de correr y evitar una tragedia.
No querían que esté sea el primer día del pequeño y el último para ellos.
Ya estaban mentalizandose para escuchar el llanto de ambos niños y a sus padres volver desesperados hasta aquí, pero nada pasó.

Que grande fue su sorpresa cuando el pequeño Roier llegó hasta Spreen y en vez de recibir una mordida o rabieta, tuvo al moreno abriendo sus bracitos y poniendo la mejilla derecha para recibir uno que otro besito que causaba un sonrojo en su carita.

- Alguien debería tomar una foto y mandársela a sus padres...- susurró una maestra totalmente enternecida por la escena.

- Ya la tengo.-  dijo Willy a sus espaldas sacándoles un gran susto.

¿Y este chi-...?
¿Y él de dónde salió?


Karmaland Next Gen: Little adventure.Where stories live. Discover now