20. Jazmín.

97 17 2
                                    

Ahí estaba él. Owen se encontraba relajado mientras se apoyaba sobre el tocador con una sonrisa de suficiencia, y eso lo irritaba a cada segundo. Respiró profundamente y apartó la mirada. La preocupación era mayor que pegarle una patada en ese momento.

Aunque ganas no le faltaban.

―No quiero que tu tribu me vea como tu esclavo sexual...― dijo incómodo viendo las prendas que le acababa de traer, junto con un collar de propiedad ―. Además, pensé que los de Nathgar no promovían el trato con esclavos, ¿no sería extraño que el hermano del jefe trajera consigo uno?

―Eso es cierto, pero también saben que hay varias tribus interesadas en mí. Soy un linaje real puro, en edad de casamiento, que todavía no es el jefe de su propia manada, pero lo será y necesitará una esposa... Así que soy codiciado entre nuestras tribus amigas. Siempre me mandan excentricidades para comprarme. No sería raro que te mandasen a ti.

El alfa supuso que nadie le haría preguntas, toda su manada era conocedora de las extravagancias de Owen, y más de una vez había llevado hermosas mujeres de otras tribus a su lado.

―¿Ya te han mandado esclavos antes?― preguntó frunciendo el ceño levemente.

―Por supuesto.

―¿Y dónde están ahora?

―No es de tu incumbencia.― se encogió de hombros y se dejó caer en la cama.

―Ya... Claro... ―frunció los labios tratando de acallar su propia curiosidad―. Voy a cambiarme.

Por más que le insistiese no le decía mucha información en general. Algo totalmente comprensible, el muchacho supuso que era una venganza por haber sido tan reservado con su propia información, pero era irritante cuando hacía lo mismo con respecto a Aiden. El de rizos cobrizos tenía un mal presentimiento y sólo se calmaría al verlo con sus propios ojos.

El zorro cogió la fina ropa y comenzó a desnudarse frente al alfa, dejando que se deleitara con ese pequeño espectáculo. Estaba repleto de rojizos cardenales y marcas de dientes, que lo decoraban de una forma sensual y lasciva, haciendo que Owen se sintiera plenamente complacido. El muchacho se percató de su pesada mirada y de soslayo pudo ver esa sonrisa perfecta junto con esos dos hoyuelos perfectos. Quería negarlo, pero estos atraían su mirada sin quererlo. Y como si fuera un adolescentes ingenuo, un ligerísimo sonrojo delató la vergüenza que comenzaba a sentir.

―¿Puedes dejar de mirarme así? Ya es bastante incómodo...― dijo señalando las prendas reveladoras.

―Vaya, jamás pensé que la princesa se pondría pudorosa a estas alturas.― dijo acercándose a su espalda lentamente. El gran lobo cernió su mano alrededor de su cintura, y lo envolvió con sus pesadas feromonas provocando que se estremeciera.

El zorro se apartó de inmediato y lo confrontó mirándole a los ojos.

―¿Qué pasa? ¿El chucho quiere otro besito?

Owen dejó ver sus hendiduras de nuevo y colocó su otra mano esta vez en su trasero, aprentándolo descaradamente.

Estaba terminando con su paciencia.

―Lo que yo quiero no es un beso, lo que yo quiero es... Follarte ahora mismo.― murmuró en su oído. Las vulgares feromonas del lobo acariciaban su nariz, persistentes, y consiguió arrancarle un gritito cuando apretó sus manos sobre su tierna carne, y coló un travieso dedo acariciando su entrada, que amenazaba con comenzar a humedecerse. Su voz era profunda y resonaba en su cabeza, dejándolo aturdido por un segundo.

Aún había droga en su sistema, estaba seguro.

—Para ya.— el muchacho empujó al más grande zafándose de su agarre a medias, la gran mano del alfa seguía descansando demasiado cómoda sobre su cintura—. Sólo piensas con lo que tienes entre las piernas.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 10 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Tu Dulce AromaWhere stories live. Discover now