4. Sentimientos encontrados.

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Los primeros rayos del sol volvieron a provocar su despertar. Sus párpados se sentían demasiado pesados al igual que todo su cuerpo, y el dolor de cabeza que lo saludaba, le recordaba a aquellas mañanas cuando despertaba tras haber bebido hasta quedarse inconsciente la noche anterior... Sentía todo su cuerpo adolorido y pegajoso, pero a la vez se encontraba relajado y satisfecho. Sensación que no había experimentado en años.

Había tenido un sueño de lo más raro... Aunque más que un sueño había sido una pesadilla. Esa había sido la primera vez en toda su vida que había tenido un sueño húmedo con una persona que no fuera su Alice, y la palabra húmedo se quedaba corta... ¿Por qué diablos había tenido esa clase de sueño? Con un hombre, y lo peor, con el líder de una de las tribus que más odiaba...

En el pasado, tras la muerte de su pareja, había ahogado su dolor en otras mujeres... Y había hecho cosas de las que no se sentía nada orgulloso... Pero en cada una de esas veces, su pecho ardía ante la falta de Alice, y su corazón pesaba tanto que le era imposible seguir con ese tipo de vida. No podía alejar su mente de su imagen y sus recuerdos, pero esa vez... Esa vez en su cabeza solo se encontraba un nombre diferente.

Aiden...

La repulsión hacia sí mismo por ello, solo podía crecer.

Suerte que solamente ha sido una extraña pesadilla.— pensó ingenuo por el cansancio que acumulaba su cuerpo.

Volvió a acomodarse en la cama, incómodo, pero físicamente agotado. Se podía permitir dormir un poco más, después de un par de horas podría ocuparse de todos sus quehaceres, como siempre había hecho. Pero en ese momento solo quería dormir y seguir aspirando ese increíble aroma que había rondando a su alrededor... El mismo aroma que recordaba vagamente de su sueño...

Algo no estaba bien.

De repente un movimiento a su espalda lo asustó girando su cuerpo de golpe. La sensación de desasosiego se fue convirtiendo en un gran yunke que golpeaba sin piedad su cabeza.

Había traicionado a Alice. El dolor en su pecho incrementó quemando su piel.

Ante sus ojos se encontraba el pequeño ciervo aún durmiendo, su respiración calmada y profunda, le producía un cosquilleo de alivio en su alma... Aiden estaba acurrucado boca abajo, con el cabello hecho un completo desastre, y envuelto entre las ligeras sábanas.

El fuerte olor que desprendía era demasiado. Olía a él, al parecer su alfa lo había impregnado totalmente con su aroma, ambas fragancias se habían unido de una forma temiblemente armoniosa. Y su pecho ardía molesto por la situación.

No había sido un sueño...

No podía ser.

Su respiración comenzó a acelerarse, y su pecho comenzó a subir y bajar adquiriendo más velocidad conforme los segundos pasaban y la realidad le escupía.

Le costaba mucho procesar la imagen que había justo a su lado... Poco a poco los recuerdos de cada momento compartido con aquel chico invadía su mente con certeros golpes, dañando todo a su paso.

Mío...

Llevó sus manos a la cabeza con angustia. Su alfa le hablaba nítido, como el cristal.

Observó su cuerpo durmiente, viendo con claridad las marcas que él mismo le había hecho. Eran marcas feroces y pasionales que pintaban su piel hecha un lienzo para su lujuria. Todo su cuerpo estaba pintado... Sus delicadas piernas, sus redondos glúteos... El semen se escurría fuera de su entrada poco a poco, manchando ya las machadas sábanas.

Mío.

Su alfa se removía de la emoción, mientras él estaba horrorizado por lo que había hecho, sintiendo una fuerte patada en la boca de su estómago.

Tu Dulce AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora