9. Confesando la verdad.

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Caminaron poco más de media hora y al fin llegaron a ese bendito lugar dónde iban a descansar y a comer. Tardaron más de lo que esperaba teniendo en cuenta que en otras ocasiones conseguía llegar al lugar en tiempo récord, pero iban a muy poca velocidad. El lobo aceptó en ese mismo momento que si seguían a ese ritmo, el viaje no tardaría los diez días cómo tenía planeado.

Debía cambiar su estrategia.

El viaje sería mucho más largo, Eric calculaba que llegarían a sus tierras en un mes. No podían atravesar Jerth y luego Agnath como si nada, tenían que ir por los alrededores y evitar las aldeas. A pesar de la amabilidad con la que lo habían tratado a él y la fuerte alianza entre sus tribus, sabía que si veían a Aiden sin el brazalete no querrían jugársela y lo enviarían de vuelta. Jerth no se andaba con tonterías si algo o alguien podía causar que su tribu estuviera en peligro y Agnath tenía menos paciencia incluso.

Por supuesto, él no se opondría, pero prefería evitar esa situación ahora que estaba vinculado con el ciervo.

Un mes...

Era demasiado tiempo. Podía transformarse y así acortaría a cinco días contando las paradas para descansar y comer, pero... Con el poco control que tenía sobre su alfa, si se transformaba temía perderlo por completo. Sería arriesgarse demasiado.

Suspiró pesadamente ante este hecho. Eso significaba que el tiempo con el omega incrementaría, y sabía a la perfección que eso solo podría desembocar en algo negativo para ambos.

Nada más ver el lago, Mila se lanzó al agua para jugar con los peces que lo habitaban, y no tardó mucho en salirse y revolcarse por el pasto, llenándose, inevitablemente, de hierba y tierra... Todo un espectáculo. Eric suspiró de nuevo con una pequeña sonrisa en el rostro al observar cómo se divertía. 

Más tarde tendré que darle un buen baño. Y la diversión terminará en ese momento.— pensó deslizando su vista lentamente a un gran árbol que había cerca de la orilla.

Un ardor floreció en su pecho acompañado de unos dolorosos recuerdos. Alice y él utilizaban un lugar muy parecido a ese, cerca de las afueras de Nathgar. Allí podían olvidarse de quienes eran, de sus responsabilidades, de su tribu... y podían divertirse... Pasaban horas y horas sentados junto al lago... Abrazándose, besándose, queriéndose...

Bajó la pesada mochila de su espalda y la puso sin hacer mucho ruido al lado de ese lugar, dónde decidió también sentarse.

Si tan solo hubiera sabido lo mucho que dolía, no habría creado ningún lazo con ella...Siempre le acompañaba ese pensamiento, si no se hubiera enamorado de Alice nunca habrían llegado a una situación como esa... Y lo más importante.

No habría muerto.

Al instante Aiden se removió en sus brazos y frunció el ceño. Se había olvidado que ahora estaban conectados y ambos podían sentir las emociones del otro. Suspiró aliviado de que esos fuertes sentimientos no lo despertaran, aún seguía profundamente dormido y este se aferraba a él de forma débil. Descansaba su cabeza sobre su pecho, demasiado agotado como para percatarse de que habían llegado. La noche anterior no había conseguido conciliar el sueño después de cómo había estado la atmósfera entre ellos. Las feromonas del lobo eran muy difíciles de soportar, y añadiendo sus propias preocupaciones y miedos... Le provocó un irremediable insomnio. Pero una vez que todo se vio "resuelto" no pudo evitar caer en los brazos de Morfeo. 

Antes de volver a empezar a caminar Aiden le había pedido que lo llevara en brazos. Un sonrojo persistente apareció en su rostro, era demasiado vergonzoso... Aunque no tenía más alternativa que pedirle ese favor. Si daba un paso más se desmayaría del dolor y el cansancio, y Eric no pudo decirle que no. Tal y como se encontraban sus pies no dudó en aceptar su petición. 

Tu Dulce AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora