Habían pasado dos años desde eso.
"Feliz cumpleaños, mi niña"
Tallulah estaba cumpliendo los once años.
"Gracias, papá"
Estaban sentados en la playa. De espaldas a la casa.
"¿Crees que Quackity pueda seguir viendo esto?"
Wilbur sonrió.
"Tanto Quackity como Tilín pueden ver esto. Apuesto a que les encanta"
Tallulah también sonrió.
Después de un rato, entraron a la casa. Pusieron los videos que Tallulah había grabado. Wilbur recordaba muy bien el sabor de los labios de Quackity. Tallulah recordaba bien cómo se sentían sus abrazos.
Ambos lo extrañaban muchísimo.
Diez años desde eso.
Ahora estaba sola, viendo los videos que había grabado, sentada en el piso de su cuarto de la infancia.
Hola, gente del futuro…
"Hola, pequeñita…"
Sonreía. No podía dejar de sonreír.
¿Qué estás haciendo con esa cámara?
Quackity.
Fueron años desde que escuchó su voz.
Le sacó la primera lágrima.
Lo extrañaba mucho.
Ojalá pudiera decirle otra vez lo mucho que lo quería.
Pero, por ahora, tenerlo ahí, en sus videos, en su memoria sería suficiente.
Mientras estuviera ahí.
Siempre sería suficiente.
Siempre estaría ahí.
Con ella.
