-CAPÍTULO UNO-

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Pasaba ya del medio día cuando Donghae atravesó el umbral de la compañía, mientras era recibido con reverencias y saludos de todas las direcciones, hasta que finalmente llegó al ascensor. Nunca se había sentido tan incómodo como en ese preciso momento.

Era el hijo menor de la familia, y durante su adolescencia, él y su hermano habían sido muy cercanos. Sin embargo todo cambió cuando su hermano fue descubierto por una agencia de modelaje para representar una marca de ropa. Al principio sus padres trataron de convencerlo de que esa no era una buena opción, pero Donghae siempre apoyó a su hermano e incluso lo cubrió ante sus padres para que pudiera asistir a sesiones fotográficas en secreto.

No pudieron ocultarlo por más tiempo cuando algunas de las fotos se hicieron públicas. Dándole así el valor que necesitaba el mayor para decirles a sus padres que se dedicaría y viviría del modelaje. Años más tarde, se fue de casa.

Por otro lado, él fue forzado a elegir la carrera de Economía y acto seguido estudiar una maestría en Negocios Internacionales. Preparándolo así para ser el heredero de la empresa. Se dijo a sí mismo que en ocho o diez años más, él estaría en ese cargo, sin embargo, tan solo había pasado un año y medio desde la finalización de sus estudios. Cuando su padre había fallecido repentinamente.

Entonces pidió a su madre y a la junta directiva seis meses de preparación, seis meses en los que dos de ellos estuvo en el extranjero con Taec, aclarando el tema y terminando su relación. Ya no podrían continuarla. No por el que dirán, ya que nunca había escondido sus preferencias con su familia, ellos lo habían aceptado en cuanto habían conocido a su novio. Por otro lado la imagen de Donghae ante el público era la del próximo heredero de la compañía, un hombre capaz, inteligente y al igual que su padre, un pulcro heterosexual.

Sería complicado que el presidente de una empresa de esa magnitud tuviera tanto tiempo libre para viajar con frecuencia al extranjero. Tampoco le gustaban las relaciones a distancia o hacer videollamadas para tener sexo con alguien. Aquello solo le iba a dejar un sabor amargo en la boca, lleno de insatisfacción al saber que las manos que lo habían llevado al orgasmo eran las suyas y no las de su pareja. Aunque amara a Taec con todo su corazón, esos términos lo superan.

Llegó a la oficina principal, la que había sido secretaria de su padre estaba a su espalda, la miró sobre su hombro y con una reverencia se retiró. Se quedó solo en esa gran habitación. Los recuerdos de cuántas veces había entrado ahí a saludar a su padre, o cuantas veces había ido a pedirle el auto para salir inundaron su mente. Era triste la sensación, el lugar se sentía muy frío, solitario y gris, ya no brillaba como cuando él estaba ahí. Juraba que podía escuchar su voz llamándole entre risas, después haberle contado algún chiste sin gracia.

Con un fuerte suspiro se dejó caer en la silla, a pesar de la suavidad y comodidad del mueble, los motivos por los cuales ocupaba esa posición le generaban amargura e incomodidad. Era como si estuviera sentado en un trono que no era suyo, eso le dolía, no podía creerse que él no estuviera ahí. Había hablado con su padre cuando terminó la carrera, sobre que este le enseñaría todo para seguir llevando esa empresa al éxito. Su padre no dudaba de él, por aquellos días él tampoco lo hacía. Pero ahora todo era diferente, sentía que iba a vomitar. El estómago revuelto y el dolor de cabeza constante no cesaba desde que supo que debía tomar la presidencia.

Su día transcurrió con Suzy entrando a darle varios recados y preparando la documentación necesaria antes de su salida, pues había renunciado y debía encontrar un reemplazo eficiente antes de irse, le siguieron las visitas de los directores de departamento para darle el pésame, presentarse e informarle del estado en el que se encontraban las distintas áreas de la compañía. Donghae solo quería llegar a casa, y arrancar su traje que tanto le incomodaba. Aún más cuando cada tanto le recordaban que debía verse tan bien como su progenitor.

Sí, señorWhere stories live. Discover now