-CAPÍTULO TRES-

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Después de once horas de vuelo, tres más para llegar al hotel, siendo las dos de la mañana, Hyukjae pudo por fin tomar una ducha caliente en su habitación. Se quedó bajo la regadera más de lo debido, sintiendo como sus músculos se relajaban. Podría quedarse dormido justo ahí, sin importar nada, pero no.

Pronto salió de la ducha, se secó, se puso un pijama azul con cuadros negros. Estaba tan agotado que solo al tocar con la cabeza la almohada, Morfeo lo recibió entre sus brazos.

Despertó horas después por el ruido que retumbaba en su habitación, sonido que no reconocía como su alarma, eso no era "Sympathy for the abyss", sonaba como el tono que le había puesto a su jefe. Estiró el brazo hasta la mesita de noche donde tenía el móvil conectado, le quitó el cargador y se lo llevó a la oreja mientras deslizaba el pulgar por la pantalla hasta contestar, soltó un grave "uhm" al contestar.

-¡¿EN DONDE ESTAS HYUKJAE?!-gritó el menor desde el otro lado de la línea.

-En cama, ¿Qué...qué ho...

-¡LAS SIETE Y MEDIA DE LA MAÑANA!

Se frotó la cara contra la almohada con pesadez, estaba tan agotado y era muy temprano, ¿Por qué no le dejaba dormir un poco más, solo un poco?

-Baja ahora mismo, listo con todas las cosas, estoy en el salón B, a las ocho empiezan a llegar los compradores y el señor Connor- le ordenó Donghae y le colgó.

Dejó caer el móvil en el colchón, soltó un gruñido por respuesta, el último antes de salir de la cama. Arrastró los pies desnudos por el suelo hasta el baño, levantó la tapa del inodoro y vació su vejiga mientras bostezaba y se rascaba la barriga por debajo del pijama de forma perezosa.

Aún no hacía la idea en su cerebro de que por lo que restaba del mes esa habitación lujosa y enorme sería su casa, que estaba ahí, tan lejos de su hermana, en otro continente, en Italia, con su jefe, en plena mañana mientras sus tripas rugían por culpa del hambre.

Finalmente a las siete cincuenta estaba saliendo del elevador en dirección al salón que el castaño le había indicado en la llamada, ajustándose la incómoda corbata.

-Ya estoy aquí, señor.

-¿He?, ¿De qué estás hablando?, ¿Cómo que no será aquí?- el menor tenía el ceño tan fruncido que parecía que podía romperse en cualquier momento- Ya, pero quedamos aquí.

Hyukjae se colocó frente a su jefe hasta poder observar el auricular blanco que se asomaba en una de sus orejas y darse cuenta que estaba en llamada.

-Ok, ok,- continuo Donghae- manda la dirección por WhatsApp e iré- miro a Hyukjae por fin, este levantó las cejas y corrigió- iremos.

Mientras el menor se pasaba las manos por la cara dejando ir un poco de frustración que se veía que sentía, Hyukjae se balanceaba sobre sus talones hasta que los ojos marrones se posaron en él.

-¿Ocurre algo, señor?

-Sí, que nos vamos a la cita con el señor Connor.

-¿Qué no vendría aquí?

-Sí, se supone que sí, pero tal parece que no tiene el tiempo para esto, porque es un hombre ocupado, como si yo no lo fuera- masculló el menor y continuo- así que tú y yo iremos hasta donde trabaja solo para vender una casa- resoplo.

Quitándose el auricular, el menor tomó el resto de sus cosas y le hizo una seña con la cabeza a su asistente para que lo siguiera. Bajaron al estacionamiento en silencio, donde Donghae tenía aparcado un coche rojo brillante grande, tipo sedán. Hyukjae boqueo sorprendido, se quedó mirando un par de segundos el vehículo, podría jurar que era el suyo.

Sí, señorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora