-CAPÍTULO CINCO-

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Los días pasaron con normalidad en Italia, su estadía en el país se acortó debido a lo excelente que era Donghae al vender las viviendas. Solo había de decirles los beneficios de adquirir y mencionar el precio al final, agregando que de "obsequio" les brindaría la cocina amueblada para las mujeres y para los hombres un tablero de herramientas en la cochera.

De las veinticinco viviendas que tenían por objetivo, acabaron con más de treinta firmadas. Hyukjae estaba orgulloso de haber aportado tanto. Cuando el menor estaba ocupado atendiendo a un cliente, él les mostraba las maquetas y las vistas que podría tener en el inmueble, eran un equipo, no solo en lo laboral. En la cama se entendían muy bien.

Habían pasado más tiempo en la habitación del mayor follando que en la del menor. Y es que parecía ser que Donghae disfrutaba mucho dormir con él, despertar, frotarse, besarse, ducharse juntos, volverse a besar, por último salir de su habitación con nada más que la bata de baño para ir a la suya y ponerse el traje que debía usar.

A veces el mayor le acompañaba, pues sus trajes se agotaban, y parecía ser que Donghae solo había empacado eso y unas cuantas mudas de ropa casual. Los sacos y las camisas le quedaban bien, el problema eran los pantalones. Los que al menor se le apretaban tan bien en los muslos y culo, a él le quedaban como guante, sin apretar ni marcar de más.

No tenían nada claro, solo llevaban dos semanas juntos, follando por lo menos 5 veces en cada semana. No sabían si estaban saliendo, si era algo puntual, o era solo Donghae usándolo para satisfacer sus ganas al estar en un país extranjero. Porque Hyukjae presentía que, aunque llevase su agenda, Donghae seguro tenía números en su móvil de chicos a su plena disposición, y que de igual forma a él lo convertiría en uno más al volver a Corea.

Sora le había dicho que aprovechara que estaban tan lejos para preguntarle si esas sesiones deliciosas y largas de sexo iba por algún rumbo o solo era sexo. Pero tenía nervios de recibir un "solo lo estamos pasando bien" o algo similar. No sentía nada por Donghae, pero estaba seguro de que no quería dejar de follárselo. Se sentía extraño.

Justo su último día en Italia, el menor se quedó en su habitación, toda la mañana y parte de la tarde, y no habían hablado más.

Debían dejar las habitaciones a las cuatro de la tarde, Hyukjae desde las tres estaba completamente listo. Su jefe le había comprado otra maleta más grande, ya que también le había comprado ropa y él unas cuantas cosas que le había gustado, la maleta que había llevado no cabía todo. Tenía ahora al menos ocho trajes italianos de diseñador que el menor se había empeñado en regalarle y negado por completo a descontarlo de su pago.

Son regalos, Hyuk, un regalo no se cobran.

Eso había dicho el menor para convencerle de aceptar. Al menos ya estaba seguro que ropa para la oficina no le iba a faltar.

Pero es que eran esa clase de cosas las que le hacían dudar preguntarle a Donghae el típico ¿Qué somos?

¿Y si eran una nada?

No. Prefería estar así.

Dieron las tres con cincuenta minutos y le mandó un mensaje a su jefe para preguntarle si ya estaba listo; de respuesta obtuvo un emoji con el pulgar arriba.

¿Es que estaba enojado con él?

¿Por qué? Él no había hecho nada malo, no que recordara.

Salió de su habitación faltando un minuto para la hora acordada, sacó el equipaje y se fijó en la puerta de la habitación de su jefe, aún seguía cerrada. Quizás le faltaba algo más.

Iba a caminar hasta ella, cuando sintió su móvil vibrar entre sus manos, Donghae le estaba llamando.

- ¿Si?

Sí, señorWhere stories live. Discover now