RB| donde los jóvenes pertenecientes a la elite desafían las normas y se enfrentan a la adolescencia en su estadía en el internado más prestigioso del país.
O
donde Nina Martinelli intenta sobrevivir su adolescencia entre amores, musica y rebeldía...
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────・:✧∙✦∙✧:・──── Las Chicas Solo Quieren...¿Discutir? ────・:✧∙✦∙✧:・────
Con su cabeza en un cojín, Nina escuchaba la voz de Lupita, que le estaba relatando lo que escribía en su carta para Dulce. Le resultaba muy tierno como todo lo que hacía Lupe, lo hacía por el bien de su hermana. Y eso, le hacía preguntarse cómo sería su vida si alguno de sus hermanos mayores la quisiera de esa manera. O incluso sus padres, pero no era así y debía seguir solo imaginándolo.
Tan rápido como ese pensamiento llego a su cabeza, Nina lo bloqueo y se dedicó a sonreír con dulzura mientras escuchaba la carta.
La puerta del cuarto fue abierta y por ella entraron Roberta y José Luján, ambas venían riéndose de quien sabe qué.
—Shh, shh que estas están haciendo la tarea —le dijo Roberta a Luján.
Nina volteó a ver al par, frunciendo el ceño.
—¿Desde cuando yo hago la tarea, Roberta? No inventes —rodó sus ojos.
—Ay no te hagas, que eres bastante nerda —respondió, riéndose de lo ofendida que estaba.
Lupe dejó de escribir y las miró sonriente —No, no, no. No estamos haciendo la tarea. Le estaba escribiendo una cartita a Dulce. Lo qué pasa es que mi tía Mayra luego se las lee y todo.
Luján y Roberta se acercaron al par y se sentaron en la cama de la primera mencionada, la de cabellos colorinches soltando un bostezo.
—Pero, ¿qué creen? Le estoy contando del ejercicio que hicimos con Madariaga —siguió contando, riéndose un poco.
Nina bufo, mirando hacia otro lado —Ni me lo recuerdes.
—Oye, ¿y le contaste que Teo casi se muere del susto cuando le puse solo un dedo encima? —preguntó Luján, aún sin poder creérselo.
—¿Del susto o del gusto, eh? —comentó Roberta, haciendo reír a Nina—. Ay, yo la neta si me quede con ganas de reconocer a mas de uno, eh.
Roberta se movió emocionada por la candente idea, algo que hizo reír a Lupe y Luján. Nina, por su parte, rodó sus ojos y sonrió.
—Lo que tienes que reconocer es una ducha bien fría, mi reina —lanzó un cojín en su dirección, que fue esquivado.
—Bueno, la verdad es que estuvo muy padre —Lupe volvió al eje de la conversación—, pero no se, de repente como que yo me empecé a sentir como medio rara, no se.
—¿Como medio triste? —indagó José Luján.
—Pues... —dudó.
—¿Por qué? ¿Por tu hermanita? —le cuestionó Nina, confundida.
—¿O por tu mamá? —Roberta tomó por sorpresa a las otras tres. Lupe bajo la mirada—. ¿Por qué no nos habías contado nada de la bronca que traes con tu mamá, eh?
