10- Encanto

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Jorge y Silvia regresaron a la fiesta después de haber recogido a Lizzy, en la guardería de perritos. Se bajaron rápidamente y llegaron justo a tiempo, su padre esperaba que llegara su hijo para empezar con la pedida de mano, Jorge soltó a su mascota en el patio y se dirigió a dónde estába su padre.

—Y bueno, por fin ha vuelto mi hijo —bufó— Ahora podemos continuar. —Fue con su prometida y la tomo de las manos.

Silvia se acerca a Jorge.
—¿Estás bien? —Lo había notado un poco incómodo ante la situación.

—Sí, solo que es extraño, sabes...Ver a mi padre pidiendo la mano para formar su vida nuevamente con una mujer que no es mi madre, es raro.

—Vas a éstar bien. —Silvia tomo la mano de Jorge y la entrelazó con la de ella para luego sonreírle.

—Gracias por estar aquí, me gusta que estés conmigo.
—Le sonrió mirándola intensamente con esos hermosos ojos miel; incluso podía sentir como sus pupilas se dilataban al ver los ojos de Silvia, era una extraña sensación que nunca había experimentado, se sentía tan bien, era como si un gran cosquilleo le recorriera por todo el estómago, hasta llegar al corazón y acelerar sus latidos.

Después de la extraña sensación que había experimentado, volvió a la realidad.
El padre de Jorge continúo diciendo algunas lindas palabras para el público, se arrodilló frente a su prometida para luego decir:

—Clara...—Tomo una pequeña caja blanca de su bolsillo y la abrió para mostrarla con orgullo— Nuevamente quisiera preguntarte, enfrente de todos los que están presentes aquí, y qué sean testigos de lo que siento por ti...¿Quieres casarte conmigo?

—Sí. ¡Si quiero Pedro! —Sonrió emocionada con lágrimas en sus ojos, el señor se levantó rápidamente para luego abrazar a su prometida.

Todos aplaudían felices por el nuevo compromiso.

—Por lo menos se ve que es feliz con ella.
—mustió— Espero la trate bien, y la ame como decía amar a mi madre. —Dijo Jorge a Silvia.

—Tu tranquilo Jorge, tu madre estaría feliz al ver que siguen adelante con su vida, estoy segura de que ella fué una gran persona, merecía todo lo bueno —Sonrió.

—¿Vamos por un trago? La música está empezando, y quiero ambientarme.

—Vamos. —Dijo decidida.


Después de tomar algunos tragos y bailar unas cuantas canciones, era de madrugada y la fiesta estaba por terminar. Estaban bailando la última canción cuando Silvia decide que es hora de irse.

—Mmmh —Se sepraro de Jorge— Creo que es hora de irme a mi casa —Sonrió con una mirada coqueta a Jorge.

—Nooo, por qué —La tomo de su cintura para volver a atraerla hacía el— Quédate un ratito más, anda.

—Mañana tenemos que trabajar Jorge.
—Dijo desanimada.

—Esta bien, —le dió un beso lento en la mejilla— Pero deja que te lleve, no puedes irte sola a estás horas de la madrugada pasada de copas.

—¿Te estás preocupando por esto? —Dijo pasando sensualmente sus manos por su cuerpo— Si me llevas creo que estamos de igual de ebrios, o hasta estás peor tú —rió.

—Anda —sonrió negando la cabeza—, vamos que te voy a llevar.

Camino al auto junto a ella con sus manos rodeadas en su cintura, la ayudo a subir a la parte del copiloto y manejo directo a la casa de Silvia, dónde ella le había dado su dirección.

Durante el camino fue todo silencioso, sin hablar, solo compartirse deseosas miradas entre ellos para luego sonreírse mutuamente.

—Llegamos. —Dijo Jorge

—Gracias por traerme.

Silvia salió del auto tambaleante, Jorge se bajó para poder ayudarla a llegar a la puerta de su casa.

—Te vas a caer, loca —La abrazo a sus hombros y la guío hacía la puerta— Bueno, sana y salva, aquí en tu bonita casa.

—Gracias por traerme sana a mi casa Jorge —Se acercó a él, y le paso suavemente su mano por su mejilla.

—No tienes nada que agradecer preciosa, tú eres la prioridad —sonrió tímidamente—. Bueno, pues, nos vemos mañana. —Se acercó más a ella.

—Esta bien... Nos vemos mañana —sonrió nerviosa y abrió la puerta para entrar—
Adiós Jorge.

—Hasta luego... —suspiro y se alejo de la puerta.

Silvia cerro lentamente la puerta, pero se quedó esperando ahí unos segundos por si Jorge quería decirle algo más.

No tardo ni 2 minutos cuando Jorge estaba tocando la puerta de Silvia.

—Pense qué ya te estabas yendo. —Sonrió emocionada.

—No me podía ir sin antes hacer esto.

Jorge tomo desesperadamente las mejillas de Silvia para luego cerrar sus ojos y depositarle un profundo beso en la boca, ella solo soltó un pequeño gemido entre cortado. Silvia le correspondió rápidamente, deseosa de aquello al igual que el, rodeó sus brazos por el cuello de Jorge, y lo pego más hacía ella. El beso empezaba a ponerse más apasionado cuando Jorge se separó lentamente.

—No quiero que pienses que me estoy aprovechando de ti —Paso su dedo índice lentamente por los labios de ella.

—No pienso eso, más bien... Me gustó.
—Admitió. Sonrió embobada por lo que acaba de suceder.

—Descansa linda. —Le dió un rápido beso en su frente y se fue a su auto.

Silvia suspiró emocionada y subió corriendo a su habitación, no se esperaba eso, mucho menos de Jorge, pero le había encantado tanto.

El deseo en tu miradaWhere stories live. Discover now