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Jungkook estaba enojado.

Taehyung suspiró, arreglando su mochila con los cuadernos que iba a necesitar ese día, y se volteó hacia su cachorro, que fruncía el ceño mientras mordía el peluche de conejo, enfurecido.

―¿Te pasa algo? ―le regañó, mirando la hora. Todavía le quedaban varios minutos―. ¡Te has portado toda la semana muy mal con Sohyun, Jungkook! ¡Me has estado mordiendo el pezón todos los días!

El bebé dejó de mirarlo, pero siguió mordiendo el peluche, lleno de babas por todas partes. El día anterior quiso alimentar a su cachorro con leche materna –de vez en cuando lo hacía, Kookoo todavía se alimentaba sin problema alguno–, pero el niño reaccionaba con enojo cada vez que trataba de acomodarlo en sus brazos, hasta el punto de morderle el pezón.

Y para variar, se dedicó a hacerle muchos berrinches a Sohyun, según le contó la niñera. No quería comer, no quería jugar, no quería mirar televisión, se ponía a llorar por todo. Ni ella ni Taehyung sabían qué le pasaba al bebé.

―Sohyun no quiere verte ―mintió, porque la chica pidió permiso, otra vez, para faltar―, ¡y voy a tener que llevarte a mis clases!

Pero contrario a lo que esperaba, Jungkook volvió a mirarlo. Taehyung casi podía ver unas orejas de conejo levantadas sobre el cabello de su cachorro.

―Baba ―tartamudeó Jungkook.

El omega arrugó los labios ante las palabras de su hijo. El pequeño todavía no decía su primera palabra ni tampoco aprendía a caminar. Taehyung no estaba especialmente preocupado por ello, porque sabía que cada niño crecía de forma distinta.

―Jungkook ―dijo con poca paciencia―, ¿quieres ir conmigo? ¿De eso se trata todo?

Kookoo golpeó el peluche babeado contra el suelo, riéndose ruidosamente. Taehyung hizo un ruido de exasperación, pero fue a su cuarto para preparar el bolso del cachorro. Ese día tenía su clase con el profesor Min, y siendo sincero, el omega no estaba muy seguro de lo que iba a ocurrir. No cuando todavía no le daba una respuesta sobre el tema de la cita.

Taehyung tenía muchas dudas respecto a eso. En primer lugar, estaba el hecho de que Yoongi era su profesor, quien le hacía clases, y eso quizás podría traerle algunos problemas en la universidad, con superiores o sus mismos compañeros.

Pero más importante, Taehyung no sabía si podía confiar en él. Luego de su exnovio y padre de Jungkook, él no estaba seguro de poder relacionarse así con otra persona, con otro alfa. ¿Y qué tal si Yoongi sólo quería acostarse con él por capricho, pensando que Taehyung debía ser un fácil?

Trató de no darle muchas vueltas al asunto, volviendo al comedor y viendo a Kookoo sentado en el suelo, observándole con curiosidad. Al estar en otoño, le buscó su gorrito de conejo, aprovechando de entregarle su chupete limpio, y procedió a ponerse el canguro, acomodando al pequeño cachorro contra su pecho. Metió los cuadernos dentro del bolso que llevaría, junto al resto de cosas de Jungkook, y salió del departamento.

Mientras iba al paradero para tomar el bus, olisqueó a su pequeño bebé: ya no olía a Yoongi, ni un poquito. El olor se evaporó días atrás, mismos días que Kookoo pareció tomar una actitud hosca con medio mundo. Jimin incluso los fue a ver el martes por la tarde, pero Jungkook se portó horrible, botando la papilla y haciendo un berrinche en el suelo.

―Estás encantado, ¿no, cachorrito? ―preguntó Taehyung en voz baja, pellizcándole la mejilla a su hijo.

Jungkook hizo sonar el chupete, tan feliz de ir contra el pecho de su mamá, y Taehyung quiso no tomarle importancia a ese asunto.

Way back home › YoontaeWhere stories live. Discover now