Capítulo 2.

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FIGTH CLUB INDIGO.


—¡DAMAS Y CABALLEROS, HAGAN SUS APUESTAS! — el corredor sonreía en grande, posicionado en medio de lo que parecía ser un octágono muy rustico.

Estaba diseñado para que los peleadores no pudieran salir antes de tiempo; el lugar de pelea se encontraba completamente enrejado con dagas extremadamente afiladas en la corona de la reja y la puerta para ingresar era bajo llave. Las personas que apostaban eran de clase alta, situados en la parte más elevada del lugar, con la vista perfecta para no perder cada detalle; Se les colocaba en ese lugar, para nos manchar sus costosas prendas de lujo, con la sangre que votaba del octágono.

Mientras que alrededor del octágono, se encontraba la clase baja. Personas que estaban dispuestos a pelear, ¿la razón? Necesitaban el dinero. Había todo tipo de circunstancias que los había orillado a llegar ahí, pero todos eran consientes del precio tan alto que debían pagar; todo o su vida.

—Al parecer, tenemos a nuestros primeros peleadores— abrieron la reja y el primero en ingresar fue un hombre, delgado hasta los huesos, aunque bastante alto, sus ojos parecían hundidos y las ojeras eran las protagonistas de su rostro. El público aplaudió al primer peleador — ¡oh, vaya! — el corredor sonrío complacido al ver al retador, sabía que sería un gran espectáculo — Por favor, entra — dijo amablemente a la dama. La retadora, era una mujer, más pequeña que su contrincante y por supuesto, más ligera. Estaba sucia, toda ella era un desastre, sus ojos se veían hinchados, pero, sobre todo, con mucho miedo; entro al octágono temerosa y en cuanto su contrincante la vio, sonrío satisfecho.

El público aplaudía y celebraba al ver a los peleadores. En estas peleas, no importa la diferencia de sexo, peso o de edad; los competidores se eligen al azar, eso lo hace aún más atractivo para el público.

—Permítanme recordarles las reglas básicas — todos guardaron silencio — No se permiten armas de fuego, no queremos que el público se aburra ¿cierto? — la clase alta y baja, compartieron las risas — Todo se vale, siempre y cuando maten a su adversario — el peleador miró intimidante a su contrincante — Solo puede salir con vida uno de ustedes y el ganador, se le concederá el dinero que solicito. Ahora, si el ganador desea duplicar o incluso triplicar la cantidad que pidió, puede hacerlo, pero a cambio, deberá pelear con el amo RM — todos se volvieron locos al escuchar ese nombre.

El corredor careo a los peleadores, para después indicarles su respectiva esquina — Que viva el mejor — les sonrío perversamente y cerró la reja con llave — ¡PELEEN!

La mujer caminaba alrededor de todo el octágono, huyendo de su contrincante, mientras él seguía cada paso que daba. La mirada de la mujer se desvío, cuando sintió la pesada mirada de dragón de un hombre que se encontraba bajo las sombras; ese pequeño descuido hizo que su contrincante la golpeara fuertemente en el rostro, tirándola y yéndose a los golpes.

—¿Hoy no pelearas? — el pelinegro de gabardina de cuero, se acerco al hombre que observaba a lo lejos.

—Que milagro, Agust — contesto mesurado — ¿a que debo el honor de tu presencia? — roto el cuello para poder verlo — ¿quieres pelear?

Agust sonrío de lado ante tal propuesta — No gracias, no vine a dejarte en ridículo, estoy aquí por otro asunto — se sentó a su derecha.

—Tendrás que esperar, voy a pelear — se quitó el saco y enrollo las mangas de su camisa.

—¿De que hablas? — observo a los peleadores — ellos siguen peleando, aún no sabes quien ganara.

—él quiere el dinero para seguir comprando alcohol y ella, necesita dinero para pagar las quimioterapias de su hijo — Agust dejo salir una ligera carcajada — ¿Quién crees que gane? ¿una madre desesperada o un adicto?

L I N EWhere stories live. Discover now