Capítulo 4.

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La joven respeto la decisión de su padre, no insistió más por alcanzarlo, simplemente lo acepto. Aunque con eso, le estaba rompiendo el corazón. Cuando ya no pudo ver más su rastro, fue entonces que se derrumbó, cayendo perdida en el dolor, el llanto y la impotencia de no poder hacer nada contra las ordenes de su padre; una vez más.

—¡No, no, no! ¡Deja de llorar! — el pelinegro, chasqueo sus finos dedos — Déjate de fregaderas; levanta ese culo y ponlo a trabajar —la joven levantó la mirada — Si a tu padre no le importas, a nosotros tampoco.

—pero ... mi mano — hablo débil.

El mayor de los hombres tomó la botella de licor que había sobre la mesa — RM, sostenla — ordenó. El robusto la abrazo por detrás, imposibilitándola al movimiento. Agust, sujeto la muñeca de la joven y quitó el pedazo de tela que ella se había colocado.

—¡Espera, no! — trato de forcejear, pero Agust la sujeto con fuerza — ¡DIJE QUE NO!

—Cállala — hablo con tranquilidad, con su voz grave y áspera. El menor cubrió la boca de la joven, mientras su otra mano sostenía su esbelto y pequeño cuerpo — ¿Qué esperaba la princesa? ¿un hospital? — derramó el licor sobre su mano, haciendo que ella comenzara a gritar de desesperación y dolor; trataba de mover su cuerpo a pesar de que era inútil.

—Me tienes enfermo con tus lloriqueos y gritos — el risueño rodo los ojos, tumbándose en el sillón — Apresúrate Agust, debe salir en 20 minutos.

Agust esculco en su bolsillo y saco su cigarrera; tomo un tabaco y lo deslizó sobre sus labios — Escucha bien, porque solo te lo diré una vez — su mirada se clavó en ella — A partir de ahora, no tienes valor como persona, eres un objeto y nos perteneces — el menor le prestó fuego; encendió su cigarrillo y lo fumó tranquilamente — si intentas huir, te mataremos, si nos desobedeces, te mataremos, si sigues haciendo tus estúpidos berrinches, te ...

—Me mataran, ya ent... —Agust la abofeteo con fuerza antes de que pudiera terminar la oración.

—No juegues con mi paciencia, porque es nula — la joven lo miró con odio y repulsión — y una cosa más — fumo un poco de su cigarrillo, aventando el humo en el rostro de la joven — no vuelvas retarnos con tu estúpida mirada, debes entender que aquí quien manda, somos nosotros — tomó el cigarrillo y coloco en la herida de la joven — ¿entendiste? — la mujer soltó un grito desgarrador, sus piernas pataleaban con fuerza contra el piso mientras Agust pasaba el cigarro por toda su herida — Te hice una pregunta — sonrío complacido al ver como la mujer se retorcía de aquella tortura.

—S-si — su voz apenas pudo escucharse.

—¿Si qué? — volvió a pasar el cigarrillo por su herida.

—Si a-amo ...

Agust sonrío despiadado — Listo, tu mano esta como nueva — las quemaduras en la herida provocaron que esta dejara de sangrar, como si la hubieran soldado. RM soltó a la joven y se reincorporó a su lugar principal — vístete, el show está por comenzar — retomo su postura erguida.

L I N EWhere stories live. Discover now