🍀Capítulo 35🍀

4.7K 559 6
                                    


Viendo que Annie aún no había llegado, al parecer la Condesa Vanein no tenía intención de enviarla a la residencia del Duque Adelhardt.

«Si no tiene la intención de enviarla, no tengo más opción que ir por ella.»

Ibelia bajó del carruaje y entró con orgullo a la mansión Vanein.

Las sirvientas que la vieron abrieron los ojos de par en par y fruncieron el ceño, pero a ella no le importó porque solo quería encontrar a Annie.

—Tú, la de ahí.

La sirvienta señalada por Ibelia señaló su pecho con sorpresa.

—¿Yo?

Ibelia siempre se había mostrado sumisa durante su residencia en la mansión Vanein, pero ahora era diferente.

—¿Dónde está Annie? Mi doncella personal.

—No lo sé. Y si lo supiera, ¿por qué debería decírtelo?

Fue una actitud irrespetuosa.

La Ibelia original habría pensado que era un trato natural, pero ahora no era así.

Ibelia caminó lentamente hacia la sirvienta.

La sirvienta se asustó cuando la sombra de Ibelia se proyectó sobre su cuerpo, y retrocedió unos pasos.

Sin duda era la misma persona que la que vivió siendo humillada en la residencia Vanein, pero no parecía ser la misma.

Ibelia, de pie frente a la sirvienta, desprendía una sensación de intimidación propia de los aristócratas.

—Preguntaré otra vez. ¿Dónde está Annie?

Ibelia no hizo nada, pero la sirvienta se asustó como si la hubiera abofeteado.

—Annie está ahora en la lavandería...

—¿En la lavandería? ¿Mi doncella personal?

La lavandería tenía fama de ser el trabajo más difícil de la mansión. Era como si Annie hubiera sido degradada porque Ibelia no estaba presente.

«Sabía que esto pasaría.»

Ibelia se dio la vuelta para ir a la lavandería en la parte trasera de la mansión, pero desde las escaleras de repente escuchó la voz de una persona que no quería ver.

—¿Qué haces aquí?

Se trataba de Dereck Vanein, quien bajó las escaleras con ayuda de un bastón.

Los ojos de Dereck sobre Ibelia se veían más feroces que nunca.

—Escuché lo que le hiciste a mi madre. ¿Cómo te atreviste a tratarla como una invitada no bienvenida? ¡Cómo te atreviste!

Ibelia se acercó a Dereck a grandes zancadas.

—La traté de esa forma porque no fue invitada. ¿Esperaban que los tratara como invitados importantes cuando siempre me trataron como una extraña en esta mansión?

El oponente ahora era Dereck, que no podía caminar bien porque tenía un hueso fracturado.

Ibelia dio una patada en la pierna lesionada de Dereck y se acercó para susurrarle.

—Ten cuidado a menos que quieras volver a caer. La siguiente vez no solo te romperás una pierna.

—¡Tú, tú! ¡Qué demonios me hiciste! ¿Crees que podrás vivir una buena vida? —exclamó Dereck histéricamente.

Ibelia se encogió de hombros y pateó la pierna sana de Dereck.

Tras tambalearse por un momento, Dereck se agarró a la barandilla de la escalera.

El padre del protagonista se rehusa a separarnosWhere stories live. Discover now