🍀Capítulo 70🍀

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—¿Qué pasa realmente?

Ibelia apoyó la barbilla en su mano y suspiró.

«No puedo creer que ya tenga un secreto.»

Era natural que Lu tuviera un secreto, pero se sentía bien porque no había pasado mucho tiempo desde que se volvieron cercanos.

«¿Habrá más secretos en el futuro?»

En el momento en que estaba a punto de ponerse melancólica, la puerta se abrió y Lu asomó la cabeza.

—¿Oh? ¿Lu?

Ibelia, que naturalmente asumió que Annie había regresado, se levantó sorprendida.

—¿Dónde has estado? No te encontré en la sala de entrenamiento.

—Oh, estaba con mi padre...

Extrañamente Lu ahora vestía una camisa y pantalones limpios, no su ropa habitual para practicar el manejo de la espada. También olía bien, como si acabara de bañarse.

«¿Qué hizo con Cassis?»

Ibelia ladeó la cabeza, pero Lu tiró de su mano.

—Madre, hay un lugar al que debemos ir.

—¿Eh? ¿Ah?

La fuerza de la mano del niño era más fuerte de lo esperado.

Lu se llevó a Ibelia sin siquiera dejarle preguntar adónde se dirigían.

Finalmente, el lugar al que llegaron era un gran salón. Ibelia intentó agarrar el pomo de la puerta, pero Lu la detuvo.

—Cierra los ojos.

—¿Cerrar los ojos? ¿Por qué?

—¡Es para que te prepares!

¿Prepararse? Ibelia tenía una idea aproximada de lo que iba a ocurrir adentro, pero fingió no saber y cerró los ojos.

Lu tiró de la mano de Ibelia y entró.

—¡Ahora, abre los ojos!

En el momento en que abrió los ojos por las palabras de Lu...

—¡Feliz cumpleaños!

Los ojos de Ibelia se encontraron con los de Cassis, quien sostenía un pastel de crema batida.

Lu, Annie y otros sirvientes rociaron pétalos sobre Ibelia.

—¡Feliz cumpleaños!

Ibelia no quería, pero no pudo evitar llorar.

Cassis mostró una expresión de desconcierto.

—¿Por qué...?

—Solo...

Ibelia se esforzó por dejar de llorar, pero no pudo detenerse.

Sabiendo que Lu se movía inquieto frente a ella y se preguntaba qué había hecho mal, Ibelia se puso de cuclillas y se cubrió el rostro lloroso.

Ni siquiera sabía por qué estaba llorando. Tan solo estaba sorprendida y encantada por la glamurosa fiesta de cumpleaños que nunca antes había experimentado...

Lloraba porque le gustaba esta situación donde todo era nuevo.

Después de esperar a que dejara de llorar, Cassis finalmente le entregó el pastel a Annie y se arrodilló frente a Ibelia. Luego cuidadosamente colocó ambas manos sobre las mejillas de Ibelia y levantó su rostro.

—Uff, no mires.

Ibelia se resistió para que no viera su rostro porque le pareció que se veía fea. Sin embargo, a Cassis no le importó y con un pañuelo secó sus mejillas mojadas.

El padre del protagonista se rehusa a separarnosWhere stories live. Discover now