CAPITULO 1 CAMBIOS

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-Profe- grito una pequeña pelirroja con pecas en la nariz, sacándolo de su ensimismamiento.
-¿Qué sucede Britany?- levanto la mirada de las hojas que no había estado revisando, solo mirando sin ver, ya que estaba a muchos kilómetros emocionales de ahí.
-Joshua se está comiendo el pegamento- informo señalando a su compañero de clase.
-Joshua- dijo Fluke levantándose rápidamente y yendo hacia el pequeño- escúpelo, escúpelo- pidio llegando hasta el niño de cuatro años, que acaba de tragar ruidosamente- no- grito fuerte asustando al resto de la clase- ¿qué acabas de tragar?- lo tomo de la cara y lo hizo a abrir su pequeña boca.
El niño de color levanto en una de sus pequeñas manos el bote en el cual antes había pegamento liquido blanco.
-Tenemos que llevarte a la enfermería- dijo asustado tomando al niño en brazos- todos quédense quietos, sigan haciendo lo que estaban haciendo- ordeno mirando a sus veinticuatro alumnos restantes- ya vuelvo.
Corrió con el pequeño en brazos hasta la enfermería, estaría muerto si algo le pasaba a Joshua. Llego demasiado tarde ya que el niño empezó a devolver su estómago en cuanto puso un pie en su destino, tuvieron que llamar a la ambulancia, fue la gota que derramó el vaso para la situación emocional que estaba pasando el profesor, ya había habido algunas pequeñas situaciones que lo habían alertado de que nada estaba bien, tanto en su trabajo como en su vida personal.
Sus padres cumplirían un año de haber partido de este mundo, en el funeral estuvo acompañado de sus tres tías abuelas, que eran ya su única familia, y sus compañeros de trabajo, eso era lo único que le quedaba. Había sido hijo único, no había tenido la oportunidad de disfrutar de hermanos a su alrededor, así que había sido algo mimado en su niñez, pero eso no lo estropeo, gracias a Dios, sus padres fueron personas de buen corazón y muy inteligentes, así que lo criaron bien a pesar del mundo en que vivían, y por ello estaba agradecido.
Fue con su pequeño alumno siguiendo la camilla en la que lo llevaban para subirlo a la ambulancia. En el camino le llamo a los padres para informarlos de lo sucedido. En cuanto ingresaron a emergencia, los padres de este llegaron presurosos y asustados, fue corriendo hacia ellos, pada disculparse, pero primeramente para tranquilizarlos informándoles que le niño solo necesitaba un lavado de estómago y estar en observación el resto del día.
Al día siguiente, después de una larga platica con la directora, donde esta le pidio seriamente que no quería que volviera a ocurrir nada parecido, regreso a terminar su turno con la decisión de marcharse de ahí. Llamaría a las únicas personas en las que podía confiar, en las tres brujas, sonrió a su pesar, así las conocían en Anáhuac ya que eran tres ancianas muy extravagantes y poco comunes, pero a pesar de eso eran muy queridas por muchos del lugar.
Así que les pediría asilo, aun no sabía si tendría el valor de vender la casa familiar, pero lo que importaba era empezar de nuevo, sin dejar atrás el recuerdo y amor de sus padres.
Llego a casa, dejo sus cosas sobre uno de los sillones, suspiro pesadamente mirando el teléfono fijo. A sus padres les gustaba mucho lo retro, así que tenían algunos aparatos y detalles de los ochentas y noventas en su hogar, aunque era cierto que ellos disfrutaron de la tecnología moderna, les habia gustado aprovechar también lo que mas pudieran de su pasado.
Se dejó caer en el sillón que estaba a un lado de la mesa que tenía sobre ella la vieja agenda telefónica a un lado del viejo teléfono, y busco entre sus páginas el número de teléfono de la casa de sus tías abuelas, marco el numero con paciencia ya que el aparato en sus inicios se llamaba teléfono rotatorio por su círculo sobre los números, cada hueco circular sobre el número  avanzado era esperar unos segundos para poder seguir con el siguiente, escucho el tono, y cuando estaba a punto de darse por vencido, contestaron.
-Bueno- respondio en español una voz llena de vida.
-Hola tía, soy Fluke- dijo en el mismo idioma algo mocho, sin saber muy bien que mas decir, no las había visto desde el funeral de sus padres, solo había hablado con ellas un par de veces en el tiempo transcurrido.
-Querido Fluke, que milagro- respondio Prue, la mayor de las tres hermanas Natouch- ¿estás bien?- cuestiono preocupada.
-Si, yo estoy bien, ¿cómo están ustedes? - pregunto sintiéndose inseguro.
-Muy bien gracias a Dios, Piper y Phoebe andan comprando el mandado, nos hacen falta algunas cosas, ya viene semana santa- dijo muy animada.
-Es cierto, semana santa- dijo el castaño añorando esa buena época con sus padres, la comida que hacia su madre era deliciosa, los echaba mucho de menos, por eso necesitaba estar con alguien mas de su propia sangre.
-No creo que estés tan bien, nunca nos llamas- opino suspicazmente la otra.
-Tienes razón, no estoy muy bien que digamos- reconoció hablando lentamente con dolor en su pecho, se llevó la mano ahí, donde dolía- por eso les hablo.
-Oh pequeño, lamento escuchar eso- le dijo con voz compungida- y lamento que no te hayamos llamado antes.
-No se preocupen por eso, todos estamos ocupados con nuestras vidas.
-Pero somos tu familia, y ya que no están tus padres deberíamos de estar ahí para ti- se culpó la mayor.
-Prue- la llamo por su nombre de pila- me gustaría ser mas cercano a ustedes-trago saliva e hizo una pausa larga- me gustaría ir a vivir con ustedes por un tiempo- soltó antes de arrepentirse.
Se hizo un silencio largo, ninguno de los dos se atrevía a hablar, el más joven por miedo a ser rechazado y la mayor porque nunca en su vida se esperó esa petición.
-Sabes que eres bienvenido- interrumpo el silencio la mujer dándose cuenta de que se había quedado callada demasiado tiempo- nuestra casa es tu casa- dijo con mas emoción de la necesaria.
-Gracias- dijo después de soltar sonoramente la respiración- lamento las molestias que esto pueda causarles- quiso reír de alivio, pero se contuvo.
-Nada de molestias, somos familia, eres nieto de Agustín, nuestro hermano que en paz descanse, e hijo de Boston, nuestro sobrino, que en paz descanse también-dijo viendo en su mente lo bueno que sería tener un hombre en casa.
-Muchas gracias, solo serán unas pequeñas vacaciones, no las molestare mas de lo necesario.
-El tiempo que necesites, incluso si quieres quedarte a vivir, nosotros estaríamos encantadas.
-No creo que sea para tanto- rio mas relajado- pero muchas gracias por el ofrecimiento. Entonces, les llamare en cuanto tenga todo resuelto. Me saludas a Phoebe y a Piper.
-De tu parte cariño, aquí estamos para ti, y disculpa nuestro egoísmo- dijo apesadumbrada.
-No digas eso, ya te dije que todos tenemos ocupaciones.
-Está bien, está bien- concedió Prue- me alegro de haber hablado contigo, yo platicare con las muchachas- dijo como si las tres hermanas fueran unas jovencitas- cuídate querido, y esperamos tu llamada.
-También cuídense y de nuevo gracias.
Fluke se sentía algo culpable cuando colgó, su plan no era solo ir en vacaciones, su plan era quedarse hasta encontrar una respuesta a su vida y saber qué hacer con ella, y no sabía cuánto tiempo tomaría eso, las cosas se darían en su momento, eso siempre le decía su padre. Se levantó del sillón y fue hacia la cocina, se haría la cena y empezaría a organizar todo.
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El teléfono sonó de nuevo y levanto el auricular hastiado, estaba cansado, no entendía por qué últimamente estaba tan de mal humor, bueno si lo sabía, pero no quería pensar mucho en ello.
-Bueno- respondio lo mas tranquilo que pudo.
-Jefe, Daniel acaba de hablar, sus vacas se han vuelto a salir del corral- le dijo la voz femenina al otro lado de la línea.
-Pide a Oscar y Lorena que vayan a ayudarles.
-Está bien- respondio la mujer terminando la llamada.
Ohm también colgó y se pasó ambas manos por el cabello, tenía que calmarse, nadie tenía la culpa de su mal humor, solo el, y su pareja destinada que no aparecía, bufo frustrado.
Era el Alfa de su manada, y seguía soltero mientras que su Beta hacía años que se había unido a su pareja destinada, la cual era un hombre, algo que no había pasado en mas de cincuenta años, todos se habían impresionado mucho, mas el, siendo sincero consigo mismo, nunca había entendido las relaciones entre el mismo género, no era homofóbico, pero simplemente no lo entendía, y no se veía con otro hombre, la luna azul no lo permitiera.
Volviendo al tema de su Beta y su pareja destinada, curiosamente ellos ya tenían una niña de tres años que se llamaba Mia, nadie pudiera creer que dos hombres pudieran crear vida, pero era posible si eras un hombre lobo, como todos los de su manada.
No sabía mucho sobre el tema, ya que no era común que existieran ese tipo de relaciones con su gente, pero no imposible por lo que había visto con Kao y Earth. Recordaba vagamente el haber leído sobre eso en los libros de historia sobre los hombres lobos, pero nada mas.
Les tenia envidia, si él ya hubiera encontrado a su pareja, lo más probable es que el también ya fuera padre.
Era hora de volver su casa, solo, como siempre. Tomo la chaqueta de su uniforme, el frio estaba menguando, ya que estaba por venir la primavera, pero cuando el sol se ocultaba seguía haciendo fresco, se despidió de los compañeros que cubrían el turno nocturno y salió de ahí.
Se subió en su Jeep todo terreno y fue hacia su casa que estaba a las afueras, era una enorme casa estilo cabaña, muchos en la pequeña ciudad se preguntaban por qué alguien soltero vivía solo, solo el y su manada lo sabían, ahí tenían sus reuniones en el grande sótano, en este se había instalado su cuartel, por así decirlo.
Se reunían una vez a la semana, estas eran cada martes, ya que los fines de semana los dedicaban para pasarlo en familia, aunque algunas veces se reunían en su enorme jardín para hacer carne asada o salían fue a acampar o hacer días de campo. Todos los hogares de su manada estaban relativamente cerca por cualquier eventualidad, además era una ciudad pequeña, Anáhuac tenía alrededor de dos mil habitantes.
Condujo con parsimonia, necesita descansar, pero era deprimente llegar a su enorme casa. Cuando llego se bajó del Jeep le puso la alarma, después saco las llaves de la casa, abrió la puerta y quito la alarma que estaba a un lado de la puerta. Itzel como siempre, debía de haberle dejado la cena hecha, ella era la persona que se hacía cargo de que su casa se mantuviera limpia y el tuviera comida casera recién hecha, en la mañana, tarde y noche.
La mujer tenía unos cuarenta años y estaba casada con otra mujer, he ahí otro ejemplo de que no era homofóbico. Itzel y su esposa habían llegado hasta ellos hacía tres años después de haber viajado por todo el país desde Catemaco Veracruz que quedaba en la otra orilla del país, nadie sabía porque habían abandonado a su manada, pero habían demostrado ser personas de confianza desde que llegaron, hasta la fecha, asi que Itzel se había convertido en su ama de llaves, por decirlo de alguna manera.
Ella siempre llegaba temprano, a las cinco de la mañana exactamente, empezaba con el sotano, después iba al piso principal, donde aprovechaba para dejar el desayuno listo, y por último, cuando el ya estaba listo para bajar, esta subía el segundo piso.
Subió a su recamara que ya debería de estar compartiendo con su pareja destinada, pero no, seguía solo, y no entendía el por qué. Se desvistió y se dispuso a bañarse. Cuando ya estuvo vestido de nuevo con su ropa de casa, bajo a cenar, encontró mole, arroz y frijoles refritos, se sirvió un plato y lo calentó en el microondas.
Esa era su vida, trabajar, a veces regresaba a casa a medio día para el almuerzo, y si no era así, se llevaba de lonche lo que había quedado de su cena y lo comía en su oficina, y en la noche llegaba, se limpiaba, bajaba a cenar, y después se ponía a leer las noticias o revisar documentos pendientes ya fueran de la comisaria o sobre los asuntos de la manada.
Pero esa vez que se sentía tan inquieto, fue hacia la biblioteca y tomo uno de los tantos libros que contaban la historia de su especie, tomo uno en especial, el que mas había leído en los últimos años, el que hablaba sobre las parejas destinadas. No sabía porque cuando se sentía tan solo siempre buscaba ese libro, bueno si lo sabía en su interior, añoraba tener a su pareja destinada, a quien amar, con quien compartir el resto de su vida, y crear una familia, con muchos cachorros, maldición.
Se sentó en el sillón mas cómodo, que era su favorito y empezó a leer.
“Hay quienes creen que el amor tiene que ver con el destino, con que existen una serie de compatibilidades que influyen en el hecho de tener una relación con alguien: personas destinadas a encontrarse.
Pero también hay otra teoría, en la que se entiende que dos personas se enamoran o atraen por una cuestión azarosa, que tiene que ver con las circunstancias y decisiones que tomamos en la vida. Es cierto que hay personalidades que se complementan entre ellas, pero luego está la parte de construcción de esa personalidad junto con la otra persona. Ni todo es caótico ni todo está determinado, depende también del momento de la vida en el que nos encontremos.
El amor es fácil de evocar, pero es difícil de explicar. No se trata de cualquier cosa, sino de aquello que es lo único necesario en el mundo. Pero aquello tan necesario es siempre un misterio: he ahí, quizá, por qué nos embelesa tanto en el amor, y por qué no renunciamos a él.
Sin embargo, siempre queremos encontrarle explicaciones (filosóficas, científicas o hasta metafísicas) a esa pasión que se nos presenta de maneras tan imprevisibles en distintas etapas de la vida.
Existe incluso una famosa metáfora japonesa que indica que estamos ligados desde que nacemos a nuestro amor verdadero, por medio de un hilo rojo amarrado en nuestros respectivos meñiques. Pero sea cual sea la aproximación, siempre estamos destinados a estar con otro, a tal grado que los reencuentros entre amantes son recurrentes más allá de la ficción. Y muy probablemente, a todos nos ha pasado.”
-A mí no- dijo en un susurro cerrando el libro de golpe. No sabía por qué seguía torturándose de esa manera, el hecho de que leyese y leyese ese libro, no cambiaba nada, ya se lo sabía de memoria, era un masoquista, se dijo burlándose de sí mismo.
Dejo el libro en su lugar y decidió irse a dormir, no ganaba nada, solo se lastimaba mas.
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Faltaban tres semanas para las vacaciones, así que Fluke decidió renuncia de una vez, no tenía caso posponerlo, ya que no sabía cuánto tiempo estaría en México, asi que pidio hablar con la directora al terminar las clases, de sus alumnos se despedir dos días antes de dejar la escuela, no quería que sufrieran antes de tiempo.
Se extrañarían mucho sin dudarlo, habían estado un año trabajando juntos como profesor y alumnos, suspiro al verlos comer su lunch. El turno termino y fue directo hacia la dirección, saludo a la señora Smith que era la secretaria de la directora, espero a que lo anunciara y después entro.
-Buenas tardes señora Steven- la saludo cerrando la puerta tras de sí, tomando asiento.
-Hola Profesor Natouch, tome asiento por favor- le sonrió dándole la bienvenida- ¿por qué querías verme? - cuestiono sin dejar de mirarlo, mientras este tomaba asiento.
-Bueno- empezó nervioso- usted al igual que yo sabe que estos últimos meses he estado cometiendo algunos errores- dijo el menor.
-Asi es- asintió con su cabeza siendo totalmente franca.
-Lo que voy le voy a decir- siguió el castaño- no es por justificarme, solo le voy a decir las cosas como son.
-Eso es lo que me gusta de ti, siempre eres muy franco, pero siempre sabiendo cuando y como hacerlo- dijo con orgullo.
-Gracias directora, ya que lo que le voy a decir, no creo que le agrade mucho.
-¿De que se trata?- cuestiono sintiéndose curiosa.
-Quiero presentarle mi renuncia- dijo dejando un sobre blanco sobre el escritorio.
-Pero ¿de qué hablas?- pregunto tomando el sobre con una mano- es cierto que has cometido algunos errores, pero eso nos pasa a todos- le sonrió tranquilizadoramente.
-No me he sentido bien emocionalmente hablando- reconoció frente a su jefa- hasta ahora han sido errores menores, pero no sé qué pase después.
-Lo siento Fluke- le llamo por su nombre de pila - no sabía por todo lo que estabas pasando- le dijo con mirada preocupada.
-No se disculpe, no tiene que hacerlo, solo le pido que acepte mi renuncia.
-Es difícil perder a los padres, te lo digo porque yo también perdí a los míos, al igual que tu, ambos partieron al mismo tiempo- hizo una pausa- murieron en un incendio en la casa, yo estaba en clases en la universidad cuando todo sucedió- trago saliva- ellos no lograron salir- termino con la voz quebrada y la vista nublada de pena.
-Lo siento mucho, no sabía nada- dijo el castaño sintiéndose mas mal de lo que ya lo sé sentía. Nunca espero ese desenlace, que tuviera esa tristeza desgarradora en común con su jefa.
-Como tu me dijiste anteriormente, no te disculpes, no tienes que hacerlo- le sonrió comprensiva- no quiero que renuncies, eres un excelente profesor y no quiero perderte.
-Voy a ser sincero, no tengo mas familia que tres tías de mi papá, les pedí asilo en México que es donde ellas viven, y aceptaron recibirme- dijo con una dulce sonrisa.
-Me alegro por ti, aunque no importa a donde vayas, siempre serás bienvenido.
-Pero no sé cuánto tiempo me tome, pueden ser unos meses o hasta años- reconoció.
-Necesitas aceptar y sanar, lo entiendo- le dijo su jefa con una pequeña sonrisa- para eso hace falta tiempo de introspección.
-Gracias por entender- le regreso la sonrisa- pero no sé cuándo volveré, o si lo hare-se encogió de hombros algo inseguro ya que realmente no sabía cuánto tiempo sería necesario.
-Tomate todo el tiempo necesario, siempre tendrás un lugar aquí- le aseguro de nuevo la mujer.
-Muchas gracias directora.
-Llámame Sofía- pidio.
-Gracias Sofía.
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Durmió mal, como los últimos meses, pero tenía responsabilidades de las que ocuparse, asi que se levantó y fue a ducharse para terminar de despertar.
-Buenos días jefe- saludo la mujer terminando de subir las escaleras que daban a la planta alta- hoy despertó un poco mas temprano de lo usual.
-Buenos días Itzel, solo tuve una mala noche- la saludo pasando a su lado para bajar las escaleras, fue hacia la cocina, necesitaba un café negro para terminar de despertar, asi que fue directo a la cocina.
Tomo una taza y se sirvió el café de la cafetera que ya había puesto su ama de llaves, después fue hacia la mesa donde estaba un plato cubierto con papel aluminio, y allí estaba uno de sus platillos favoritos, chilaquiles rojos, frijoles refritos y unos huevos estrellados, sonrió agradecido, a veces parecía que Itzel le leía la mente, pero eso era imposible, la única respuesta posible era que lo conocía mejor de lo que el creía, no era nada cómoda esa esa idea, eso lo hacía parecer vulnerable, y no sentía de esa manera, solo cuando se trataba de su pareja destinada, ahí las cosa era diferente, quería conocerla.
Tomo su desayuno y se fue a trabajar, agradecía no haber recibido ninguna llamada de emergencia durante la noche, no eran muy comunes ya que era un lugar tranquilo, pero tampoco podías estar seguro de nada.
A medio día fue a buscarlo su mejor amigo.
-Kao- se levantó de su asiento- ¿qué te trae por aquí? - le pregunto. El y su familia tenía un pequeño super mercado llamado Nine’s, asi que el debería estar atendiendo su negocio junto a Earth, mientras la pequeña Mia iba a sus clases al Kinder.
-Te traigo una muy buena noticia- dijo sonriendo y sentándose frente a el.
-Eso sería bueno- la necesitaba, pero no sabía que podría ser esa buena noticia- ¿de qué se trata?- lo miro con curiosidad.
-¿Recuerdas que la señora Ochoa está embarazada.
-Claro que la recuerdo- era la única maestra embarazada en el jardín de niños, sin mencionar que era la profesora de Mia.
-Pues se tiene que retirar en dos semanas por su incapacidad maternal.
-Eso también lo se Kao- respondio con paciencia, su amigo había cambiado mucho desde su matrimonio.
-La buena nueva es que podremos tener alguien que ocupe su lugar, y sin seguir buscando.
-¿De que hablas?, ¿ya la entrevístate?- cuestiono mas relajado por ese asunto.
-No lo han entrevistado- le sonrió en disculpa.
-¿Entonces como estas tan feliz y seguro de que la plaza será cubierta?- lo miro con el ceño fruncido.
-No te lo vas a creer, pero las brujas tienen un sobrino-  se inclinó hacia adelante y susurro como si fuera un gran secreto.
-¿Esas ancianas tienen un nieto?- pregunto sorprendido- pero ellas nunca se casaron.
-No es un un nieto nieto- siguió emocionado- es su sobrino o algo asi.
-Quieres decir que, ¿un hermano o hermana de ellas se caso y tuvo un hijo?
-Exacto, es hijo de alguno de sus hermanos- dijo felizmente.
-Bueno- cruzo los brazos recargándose en su silla- pero, ¿Qué tiene que ver eso con nosotros.
-Todo, el chico era profesor de Kinder.
-¿Era?- subió una ceja.
-No sé todos los detalles, pero el vino a pasar una temporada con sus tías.
-¿Estás hablando de unos días, semanas?- siguió sintiendo que algo no andaba bien.
-No lo sé, solo sé que serán un par de meses, eso cubre el resto de las clases que faltan, las vacaciones y el regreso a clases- siguió emocionado.
-¿Tu ya lo conoces?
-Personalmente no, solo escuche sobre él y logre verlo cuando iba saliendo de nuestra tienda.
-Eso no es suficiente- bufo el Alfa- ¿solo has escuchado rumores y ya quieres que esté a cargo de nuestros niños?
-No es eso, bueno si, sabes que las hermanas Natouch son unas de las personas mas queridas, después de ti, claro.
-Lo sé, pero me gustaría que antes de recomendar a alguien, primero investigaras todo lo referente a la persona en cuestión.
-Está bien jefe, entendido, iré a buscar toda la información que necesitas.
-Excelente, si eso todo lo que tienes que decir.
-Ya me voy- le dijo levantándose.
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Fluke se despertó con la alarmare que había puesto a las cinco de la mañana, bostezo ruidosamente y se levantó. Se quejó por madrugar cuando nunca lo habían hecho, pero esa había sido su decisión, asi que tenía que acostumbrarse.
Apago la alarma y volvió a bostezar, tenía que ir a recoger los huevos frescos que habían puesto las gallinas de sus tías, después de eso tenía que ir al establo con las vacas, por leche fresca, Dios y sus padres lo ampararan, no sabía nada sobre ese mundo, pero tenía que acostumbrarse.
Tomo una ducha rápida, se vistió salió de la casa. Ese día cumplía una semana en Anáhuac, la más larga de su vida, no había esperado esa rutina, por asi llamarlo.

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