Después de la guerra la población femenina disminuyo demasiado por lo que se llegó a una tregua y se creo un sistema para juntar hombres y mujeres.
Violet no ha tenido una buena vida y está renuente a hacer la prueba, sin embargo conoce a un par de...
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Me despierto al sentir una molestia en mi rostro, intento quitarlo pero sigue volviendo, lentamente dejo que mis ojos se abran y de acostumbren a la nueva luz.
En el momento que mi cabeza empieza procesar la escena frente a mí me levanto inmediatamente.
Estaba acostada sobre el pecho desnudo de Cael mientras el jugaba con mi cabello, a mi lado está Cian dormido dándome la espalda y el sonido de la ducha me hace recordar a Cyrus.
- Despertaste... - la voz ronca de Cael me trae a la realidad.
¿Cómo llegué aquí?
- ¿Qué... - pregunto al no recordar nada
- Te desmayaste en la cocina.- con ese pequeño pedazo de información mi cabeza empieza a reproducir vergonzosos recuerdos.
La cabeza de Cian entre mis piernas mientras las manos de Cyrus estimulaban mis senos, los dedos de Cael en mi trasero y los de Cyrus en mi vagina, tres diferentes buscas chupando y lamiendo distintas zonas de mi cuerpo.
Mierda...
- Me sorprende lo sensible que eres, ni siquiera llegamos a meter... - pongo mis manos sobre su boca.
- ¡Basta! - estoy sentada a horcajadas sobre él mientras sus manos comienzan a subir por mis muslos - Cael... - siento su lengua pasar por las palmas de mis manos. - Que asco... - quito mis manos.
- No te parecía asqueroso cuando... - vuelvo a poner mis manos sobre su boca.
- Dije que basta. - mis mejillas comienzan a tornarse rojas.
Volteo mi cabeza hacia otro lado topandome con la espalda de Cian, las mantas se movieron un poco mostrando el tatuaje en su espalda, aún con Cael debajo de mi quito una de mis manos de su boca para tocar el lugar del dibujo.
- No me desagrada tu toque pero preferiría que tus manos no estuvieran llenas de la saliva de Cael. - Cian se levanta antes de que pueda tocarlo.
Sorprendida levanto ambas manos
- No creí que fueras tímida. - miro a Cael.
- No soy tímida. - intento levantarme pero las manos de Cael en mi cintura me impiden moverme.
- El rojo en tu rostro no dice lo mismo. - sonrie arrogante.
- Suéltame. - ordeno mientras pongo mis manos sobre las suyas.
- ¿Por qué lo haría? - entrecierro mis ojos.
- Porque yo lo digo. - me suelta
Trato de levantarme sin embargo antes de poder hacerlo Cael me empuja hacia la cama quedando encima de mi, sus manos ahora están en mis muñecas y sus piernas estan enredadas con las mías inmovilizadas.
- ¿Qué... - intento discutir pero Cael me calla con sus labios.
- Esa es la manera correcta de callar a alguien, la próxima vez tenlo en cuenta. - murmura orgulloso sobre mi.
