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—¡No puedo creer que realmente lo hicieras! —Milk se rió y lo abrazó con fuerza—. ¡Lo hicimos!

Gemini sonrió levemente mientras él le devolvía el abrazo.

El mes pasado había sido agotador y estresante mientras esperaban la decisión del Consejo. Sobornos, manipulaciones, tratos con bastardos como Pawat: todo lo había hecho sentir increíblemente sucio. Siempre se enorgullecía de ser un político bastante justo y decente, y recurrir a las tácticas que siempre había detestado no le sentaba bien. Muchas veces había estado tan cerca de decir joder y apelar al Consejo Galáctico.

Pero le debía a su gente el tratar de resolver las cosas pacíficamente, sin alienar completamente a Calluvia. Que era su planeta de origen, su hogar cultural y egoístamente, no quería quemar los puentes si absolutamente no tiene de por qué.

No es que hubiera dejado el planeta sin Fourth y Tmynne, había estado listo para agarrarlos e irse si hubieran fracasado las negociaciones, pero habría sido un último recurso. Sin mencionar que Fourth no dijo exactamente que sí cuando le había pedido que dejara todo por él. No había dicho que no, pero tampoco había dicho que sí.

Joder, había sido un mes largo. Se mudó a un hotel y evitó el Tercer Palacio Real, sin poder soportar ver a Fourth con su esposo. Ya era bastante malo que no pudiera escapar de los pensamientos que lo atormentaban en la noche, no podía evitar preguntarse si el príncipe se había rendido, si dejaba que su marido volviera a su cama, si su hija empezaba a pensar en Mehmer como su padre y ni siquiera lo reconocería a él. Esos pensamientos lo volvieron loco, alimentando su determinación de terminar esta batalla legal lo antes posible y alejar a su familia de otro hombre.

Y ahora él podría hacerlo. A Tai'Lehr se le concedió una exención de la Ley de Vinculación, y el divorcio ahora era legalmente posible en Calluvia. Una parte de él todavía no podía creer que había logrado todo esto en poco más de un mes, pero definitivamente ayudó que hubiera contado con el apoyo de los dos hombres más poderosos de Calluvia: el Lord Canciller y el Alto Adepto del Alto Hronthar. Ninguno de ellos era lo que Gemini llamaría un amigo, pero eran excelentes aliados, porque ambos tenían mucho que perder si salía a la luz. Estaba más preocupado por Pawat, podía decir que Mark, a pesar de su crueldad, era un hombre bastante decente. Pawat era un bastardo hambriento de poder, a quien no parecía importarle los medios para lograr sus fines. Gemini aún no tenía idea de lo que el Alto Hronthar había querido con Mehmer. Pawat no estaba exactamente cooperando con información.

Alejando a Gemini de sus pensamientos, Milk sonrió, pasándose una mano por el pecho.

—Pienso que hoy convoca a alguna celebración sexual. ¿No?

Resoplando, Gemini la empujó con suavidad—Me siento halagado, pero te dije: estoy tomado.

Milk se rió—¿Todavía estás persistiendo con esto? No puedes estar tomado por una persona casada.

—Eso cambiará pronto —dijo secamente.

Ella le dirigió una mirada que solo podía describirse como compasiva.

—Cariño, no me malinterpretes: eres un buen partido y un Dios en la cama, pero ¿realmente crees que el Príncipe de Hielo se convertirá en un escándalo por ti?

—Él puede divorciarse ahora.

—Él puede, pero eso no significa que lo hará —Milk suspiró—. Mira, quiero que seas feliz, pero... No eres ingenuo. La ley no importa. El divorcio aún está muy lejos de ser socialmente aceptable en Calluvia, especialmente para un matrimonio tan prominente. Será un escándalo como ningún otro si el Príncipe Fourth de repente decide abandonar su romance de cuento de hadas y deshacerse de su marido por alguien que apenas tiene una posición legal en Calluvia.

La mandíbula de Gemini se apretó.

—Ya veremos. ¿A qué hora es el baile que Dalatteya está lanzando en honor de Tay Tawan?

Milk lo vio fijamente.

—Por favor, dime que no tienes la intención de lidiar con tus problemas de relación en un baile tan público. Necesitamos estar allí para que Tay Tawan se asegure de que su querida tía no lo envenene.

Gemini se encogió de hombros.

—No hay razón por la que no pueda hacer las dos cosas.

Ella le lanzó una mirada de exasperación, sacudiendo la cabeza.

Hombres. Por favor, dime que en realidad estás pensando con tu cabeza ahora.

Gemini no dijo nada, se dio la vuelta.

Era lo suficientemente consciente de sí mismo como para darse cuenta de que no estaba pensando con la cabeza. Pero él había esperado lo suficiente, maldita sea.

Terminó de permitir que otro hombre llamara a su familia suya.

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