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Su Alteza Real el Príncipe Heredero Mark'ngh'chaali y Su Alteza el Príncipe Ford'ngh'veighli.

Fourth miró hacia la entrada del salón de baile cuando el mayordomo anunció a su hermano y su prometido. Los dedos de Ford estaban unidos libremente con los del príncipe Mark, con la cabeza bien alta mientras él y su novio se abrían paso entre la multitud.

Ford estaba sonriendo a su prometido mientras hablaban en voz baja. Hacían una hermosa pareja, arrogante y orgullosa, pero hermosa. También fue vergonzosamente obvio lo enamorado que estaba Ford. Mark era más difícil de leer, pero Fourth estaba bastante seguro de que no apartó la mirada de la cara de Ford ni una sola vez mientras hablaban. Si la multitud no se hubiera comprometido a dejarlos pasar, podrían haberse tropezado y caído, pero, por supuesto, al Lord Canciller ni siquiera se le había ocurrido que la gente no se iba a separar para él. Idiota arrogante. Fourth no estaba seguro de lo que su hermano vio en ese hombre.

Estás celoso, susurró una voz en el fondo de su mente. Estás celoso de la felicidad de tu hermanito, del hecho de que él puede sostener la mano de su hombre en público.

Tragó y miró hacia otro lado, con el estómago tenso. De repente se dio cuenta de lo solo que se sentía en este salón lleno de gente. Probablemente conocía a cada persona en este salón de baile, pero se sentía completamente solo, como un extraño, viendo a otras personas sonreír, reír y bailar.

¿Qué estaba haciendo aquí?

Debería haberse quedado en casa, con Tmynne. Él había querido, pero sus madres insistieron en que las acompañara al baile de Dalatteya, argumentando que se había convertido en un solitario. No sabían nada.

—Cariño, ¿por qué te escondes detrás de esta planta? —Dijo una voz familiar con exasperación.

—No me estoy escondiendo, madre —mintió, forzando una leve sonrisa mientras se giraba hacia la reina consorte—Sucede que la planta está frente a mi.

Ella arqueó sus cejas escépticamente.

Fourth se echó a reír—Está bien, está bien: simplemente no tenía ganas de socializar.

Su madre no sonrió, lo miró extrañamente.

—Creo que es la primera vez que te veo reír en mucho tiempo ¿Caminas conmigo, cariño?

Fourth le ofreció su brazo con amabilidad, preguntándose qué había en las madres que hacían que uno se sintiera como un niño pequeño a pesar de ser un hombre adulto.

—¿Dónde está Mehmer? No sabía que él no venía al baile. Pensé que nos encontraría aquí.

Fourth reprimió una mueca, muy consciente de que la gente los observaba. La gente siempre los miraba.

—No sé dónde está —dijo, viendo delante de él. Podía sentir la mirada observadora de su madre en su rostro.

—¿Están peleando? —Dijo después de un momento—. Me he dado cuenta de que no son tan... tan cercanos como lo eran.

Esa es una forma de decirlo. Fourth estaba un poco sorprendido de que a sus madres les hubiera tomado tanto tiempo hablar con él al respecto, considerando que todos vivían bajo el mismo techo, sin importar cuán grande fuera dicho techo.

Mordiéndose el labio, Fourth vaciló. Pero no tenía sentido tratar de posponer esta conversación. Sus madres lo descubrirían pronto, de cualquier manera. Les debía avisarles antes de que llegara a la prensa.

—Le pedí el divorcio a Mehmer esta tarde.

La mano de su madre se tensó sobre su brazo.

—¿Qué? —Ella lo obligó a detenerse y mirarla—. No puedes hablar en serio.

👑 3Where stories live. Discover now