Capítulo 2

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Chuuya había tenido varias ocasiones en las que su despertar suponía más una tortura que algo rutinario y esta vez era una de esas. Se había despertado con humor de mil demonios cuando noto que su teléfono no paraba de sonar una y otra vez a escasos metros de su cara. Siempre había sido una persona madrugadora pero después del día que había tenido ayer, solamente quería quedarse en la cama durante los próximos cinco días. Parecía que alguien se quería asegurar de que aquello no ocurriera.

— Más vale que no seas tú Albatross... —murmuró con voz grave mientras extendía uno de sus brazos hacia el mueble. Lo golpeó en distintos sitios hasta que sintió la superficie del móvil.

Chuuya tuvo que volver a cerrar sus cansados ojos por unos instantes ya que la luz que le dio de lleno era demasiado intensa. Tuvo que frotarlos levemente con su otra mano para tratar de reducir la molestia que sentía. Después de que pasaran algunos segundos pudo ver que tenía numerosas llamadas perdidas de un número desconocido.

Además de sus padres y Albatross nadie tenía su número personal actualmente, por lo que daba por hecho que serían llamadas de algún reportero o simplemente alguien que quería venderle algo. Estaba a punto de bloquear el número pero justo la llamada volvió a sonar en ese momento y sin querer le dio al botón de responder. Chuuya maldijo su suerte y se sentó rápidamente sobre su cama. Las sábanas acabaron enredados alrededor de su cintura pero no sé fijo en eso.

— Se lo agradezco mucho pero de verdad que no quiero nada... —explicó Chuuya rápidamente sin siquiera saber quién estaba al otro lado. Estuvo a nada de colgar de nuevo pero un grito le hizo detenerse en el acto.

Al parecer ese hombre no le insistía de aquella manera para venderle algo, más bien le quería ofrecer algo que definitivamente cambiará su vida por completo. Le explico que era el encargado de una importante galería de arte en Nueva York, un compañero suyo le había mostrado fotos de sus cuadros en un viaje que había hecho ya que se había maravillado con ellos. También le comentó que le había gustado mucho lo que había visto en ellos y la capacidad que tenía para transmitir las sensaciones y variedad de emociones aunque éstas fueran tristes y melancólicas.

Para que Chuuya no tomase todo aquello como una broma añadió datos sobre su galería de Nueva York y como les gustaría proceder con todo aquello, al menos cuales serían los primeros pasos.

— ¿Dónde está el truco en todo esto? —preguntó Chuuya segundos después de haber estado en silencio. Todo se escuchaba demasiado bonito a su parecer.

— Bueno, hay dos cosas con las que tienes que estar de acuerdo si quieres mejorar tu carrera como artista.

— ¿De qué se trata?

— Tienes que mudarte aquí y... —mencionó el hombre con cautela, esperando ver cómo era su primera reacción.

— Puedo hacer eso, ¿Qué es lo siguiente?

— Sobre eso, tienes que dejar de pintar a esa persona con la que estás tan obsesionado —suspiro antes de seguir hablando— mira, tienes más talento que eso Chuuya. Deberías de hacer algo más serio, no creo que sea para tanto de todas formas.

Ahí estaba el truco.

La corazonada de Chuuya había sido correcta y en el fondo le molestaba que tuviera que tener razón en algo tan importante como esto. Sin poder evitarlo empezó a reírse de una forma abierta como no lo había hecho en mucho tiempo. Definitivamente era gracioso a su parecer.

— Entonces... ¿Eso es que aceptas mi oferta?

Durante los siguientes segundos se escuchó como la risa de Chuuya poco a poco se iba calmando hasta que dejó de reírse, recuperó un poco de aire antes de hablar.

El pintor solitario |Soukoku|Where stories live. Discover now