Capítulo 3

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Habían pasado algunos días desde aquel suceso trágico para Chuuya donde había tenido que insistir unas cuantas veces para que Albatross creyera que no había salido huyendo del bar por algo malo. No le gustaba mentirle de forma descarada a su amigo pero no quería sacar el tema una y otra vez, sentía que sería demasiado pesado aunque no se lo dijera.

Uso como excusa que había bebido suficiente por aquella noche y que le dolía la cabeza, cosa que era cierto, por lo que prefería irse a casa. Era consciente de que aquello sonaba raro teniendo en cuenta que en la charla no había hecho ningún comentario al respecto, pero no podía hacer más.

Por suerte Albatross podía notar perfectamente cuando es que su compañero no quería meterse en ciertos temas por lo que decidió fingir que le creía.

Volvía a ser un día normal en donde Chuuya al final se había dignado a comprar algo de comida para la casa y llegaba agotado por la carga pesada que traía. Una vez que se encontró delante de la puerta de su apartamento dejó todas las bolsas en el suelo para sacar las llaves y fue en ese momento donde percibió que había algo más ahí. Antes de prestarle atención abrió la puerta para así poder guardar las llaves para que estas no le molestarán. Se agachó y extendió sus brazos para tomar lo que era un ramo de camelias rojas preciosas.

Chuuya se quedó confuso por qué algo como eso estuviera delante de su puerta y por un momento pensó que la persona responsable se había confundido de puerta. Miro alrededor en el pasillo como si alguien fuese a aparecer para explicarle la situación y soltó un suspiro al ver que no era así.

Decidió que simplemente las tomaría y que en caso de que alguien viniera reclamando los devolvería.

Tuvo que dar varias vueltas para recoger todo lo que era suyo de la puerta así que por el momento decidió dejar el ramo en la entrada. Se tomó su tiempo para colocar todo lo demás en su sitio para que no estuviera todo desperdigado en la mesa y únicamente cuando quedó satisfecho de cómo había quedado todo fue que sonrió.

— Al fin un poco de orden en esta cocina —suspiro mientras que se pasaba una mano por la frente.

Tras ese momento caminó hacia la puerta de nuevo y alzó el generoso ramo de flores para apreciarlas.

Por unos instantes se dedicó a sentir el aroma que provenía de ellas y de forma directa percibió el olor floral que daba de lleno en su nariz. Sintió unas cosquillas y de forma inevitable arrugó la frente ante ello.

De pronto Chuuya tuvo un momento de claridad y rápidamente recordó cierto hecho. Ese ramo no había acabado de manera accidental en su puerta, si hubieran sido simples rosas podría haberlo sido. Pero esas flores en concreto…

— No puede ser que esa persona… —murmuro para si mismo con incredulidad. Acababa de recordar que su benefactor siempre le daba camelias. Por consecuencia aquello tenía que ser un regalo suyo.

El pelirrojo se quedó sin saber cómo reaccionar por unos instantes ya que era la primera vez que le daba algo parecido. Sabía que era menos costoso para el contrario que darle directamente dinero pero siempre le había dado una camelia. No un ramo como aquel.

Confuso por la razón que podía haber detrás camino hacia el interior de la casa y dispuesto a terminar con el tema sacó un recipiente vacío que tenía por ahí. Lo llenó con la suficiente cantidad de agua y lo llevó al salón para que con la luz que entraba desde el exterior estuvieran mejor.

Apenas estaba colocando el ramo en su lugar escuchó como algo hacía contacto con su pie, ladeo levemente su cabeza para fijarse que era una nota.

Una nota de las suyas.

El pintor solitario |Soukoku|Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora