Capítulo 4

108 23 4
                                    

Desde que Chuuya había escuchado esas palabras todo a su alrededor pareció detenerse como si el mismísimo universo estuviera esperando por su reacción, por lo sutil que esté fuera. Sin embargo, aquello no parecía que fuese a ocurrir pronto.

¿Cuántos minutos habían pasado ya?

El pelirrojo parecía no poder reaccionar aunque quisiese, era la primera vez en su vida que se sentía de esa forma.

Como si estuviera a nada de perder el control.

— Sé que me veo aún más increíble que antes pero no pensé que fuese a dejarte sin palabras —comentó con un tono divertido aquella persona.

Otro momento tenso de silencio les volvió a rodear después de aquello.

El conocido pintor tan solo podía ver al contrario sin entender verdaderamente lo que ocurría.

Su mirada no titubeó a la hora de recorrer su imagen con descaro, buscando algo que explicase por qué su cuerpo había reaccionado así.

Empezó por ese pelo castaño alborotado que a su juicio parecía ser demasiado suave como para no querer tocarlo. Su mirada bajó hasta las largas pestañas que protegían sus ojos marrones que brillaban de una forma especial a pesar de que no les diera una fuente de luz directa. Su propia mirada recorrió la forma que seguían sus rosados labios al mostrar una sonrisa altanera que le hizo sentir un escalofrío. Al final no pudo evitar mirar también esas piernas largas y esbeltas que causaban que el contrario le sacara una diferencia de altura considerable.

Más tarde se dio cuenta también de que este vestía de forma casual pero algo formal, un cuidado traje negro ocultaba la piel de su cuerpo mientras que una gabardina marrón le abrazaba los hombros dejando que el resto fuese mecido por la breve brisa que les rodeaba.

Su inspección terminó cuando se fijó en que unas curiosas vendas le abrazaban el cuello.

Había pasado más tiempo de lo esperado en observar al contrario pero aquello le había servido para que su cerebro volviera a trabajar de nuevo.

— ¿Quién eres para hablarme de esa forma? —el pelirrojo usó un tono brusco.

— ¡Oh, vamos! ¿Eso va a ser lo primero que escuché de ti? Realmente decepcionante Chuuya...

— Mira, si eres un fan que-

— Soy yo Chuuya.

El conocido pintor tan solo podía ver molesto al contrario sin entender verdaderamente lo que ocurría. Su parte más racional le decía que aquella persona sería alguien loco y que debía de irse de ahí, su corazón le rogaba que no lo hiciera. Ahí había algo que se le escapaba y no sabía cómo afrontar la situación.

— ¿Aún no me reconoces? —pregunto de forma sería por primera vez— si te ayuda puedo acercarme más para que me veas. Aunque tendrás que levantar tu cabeza para eso.

— ¡Vete a la mierda de donde hayas salido bastardo!

— ¿Después de hacerme esperar tantos años me vas a dejar así?

— ¿De qué demonios estás hablando?

— Habías quedado conmigo Chuuya, yo era el que siempre compraba tus cuadros.

Click

En ese instante algo dentro de la cabeza del pelirrojo cambió. Fue en ese momento donde se dio cuenta de que además de que ese lugar fue el indicado durante todo el tiempo, la persona que tenía delante no era cualquiera.

Puede que él fuese quien le comprará sus cuadros y le diera dinero para sobrevivir, pero había algo que le robó el aire de los pulmones. Ese mismo hombre era idéntico a la persona que había dibujado cientos de veces en sus cuadros. Esos ojos que tantas veces se había quedado mirando en la soledad de su habitación…

El pintor solitario |Soukoku|Where stories live. Discover now