Capítulo 6

114 21 12
                                    

La próxima vez que Chuuya abrió los ojos lo primero que vio fue un cielo lleno de colores cálidos. Desde tonos rosados hasta tonos más anaranjados que creaban una paisaje digno de admirar en el cielo. Aquello le devolvió la respiración que había perdido por el susto que se había llevado. A medida que pasaron los segundos se fue haciendo consciente de que notaba algo encima de su cabeza.

En ese instante se dio cuenta de que se encontraba tumbado en una superficie dura y tuvo que inclinar su cabeza hacia atrás para ver qué era lo que tenía encima.

Chuuya ni siquiera tuvo que asimilar lo que sus ojos percibían para darse cuenta de que esos ojos que le miraban fijamente no podían pertenecer a alguien más. 

Ese hombre estaba vivo. 

Ileso y con una estúpida sonrisa en la cara.

— ¿Por qué lloras chibi? 

El mencionado se llevó la mano a la cara y sus dedos enseguida notaron la humedad que recorría por sus mejillas. Un sollozo involuntario escapó de sus rosados labios y no necesito nada más para asimilar que definitivamente el contrario tenía la razón. Lo que había visto le había dejado tal vacío en el pecho que apenas se estaba dando cuenta de la profundidad del asunto. Lo que había visto de alguna forma había sido real. 

Al recordar que no estaba solo rápidamente se limpió los ojos frotándolos con una de sus manos y trató de sentarse en el suelo. Sin embargo, una mano ajena en su hombro le impidió hacerlo y se volvió a tumbar de forma brusca apoyando su cabeza sobre las piernas del contrario. 

— ¿Qué crees que estás haciendo Dazai?

— ¿Así que ya te acuerdas de mi cariño?

El silencio les rodeó ya que Chuuya no era capaz de poner en palabras lo que pasaba por su mente así que decidió cerrar los ojos y soltar un suspiro derrotado. Entre ellos dos siempre había existido una compenetración envidiable y maravillosa aunque odiara admitirlo, sabía que no tenía que decir muchas cosas para que entendiera cómo se sentía. Nunca había hecho falta.

— Lo vi todo maldito bastardo.

— Entonces puedo hacer esto de nuevo.

Dazai agarró la cabeza de Chuuya con firmeza pero sin llegar a usar demasiada fuerza y lo alzó de tal manera que el mismo solo necesito moverse levemente para alcanzarle. De esa forma el castaño pudo hacer que sus labios se encontrarán en un verdadero beso después de tantos años.

Por qué no, antes había tocado sus labios pero para el castaño aquello no había sido nada. Apenas Chuuya se desmayó en sus brazos todo lo demás dejó de tener importancia. 

El beso empezó siendo un contacto suave e incluso cauto en los primeros momentos, como si quisiera darle tiempo al pequeño para recordar cómo se sentía aquello. Antes de separarse para dejarle recuperar el aire mordió su labio inferior de tal forma que escucho un jadeo vergonzoso por parte del pelirrojo. Aquello aumentó su ego de forma inmediata y dispuesto a emborracharse con más jadeos del contrario se acercó para iniciar otro beso pero una mano en su cara le detuvo. 

Frunció el ceño al ver que no podía hacer lo que quería pero en su lugar observó como los labios de su querido Chuuya se habían enrojecido de más. Estos además temblaban levemente tentándole aún más.

Dazai lo supo entonces. 

Estaba avergonzado por él. 

— ¡¿Qué crees que estás haciendo?! —preguntó Chuuya segundos después.

— Ni siquiera me dejaste darte uno antes de que nos matarás, ¿sabes?

— ¿De quién fue la culpa de que destruyera todo? 

El pintor solitario |Soukoku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora