Capítulo 5

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Gritos y destrucción.

Eso era lo único que rodeaba a Chuuya independientemente de a donde mirase. Había visto peligros a lo largo de su vida pero definitivamente nada como lo que estaba viendo en ese mismo instante. Ni en su peor pesadilla podría ocurrir algo parecido, no sabía hasta donde estaban llegando los daños, si es que aún quedaba algo en pie en esa ciudad.

Lo que el pelirrojo estaba observando parecía ser el mismísimo fin del mundo o la destrucción absoluta de Yokohama. No había otras palabras para describir aquello.

Las calles estaban destruidas de tal forma que los daños materiales eran incalculables, edificios hechos pedazos en el suelo, carreteras destruidas, parques y zonas públicas derribadas, gente muerta entre los escombros. 

Sirenas de policías y helicópteros del ejército de aire parecían ser el único rastro de vida que había por la zona. Los pocos o escasos civiles que aún seguían vivos sollozaban rogando una ayuda que nunca vendría. Cualquier persona que se encontrará en el centro del desastre estaba condenado a morir de un momento a otro sin ninguna otra opción. La razón era que nadie podía detener al culpable de todo aquello. Por qué si, tan solo una persona había causado tal destrucción. Bueno, al menos alguien que se suponía que era humano.

Por qué el mismísimo dios de la calamidad había desatado toda su rabia contra Yokohama.

— ¡¿Qué es esto?! —exclamó sintiendo como un escalofrío de terror recorría su cuerpo entero paralizando en el acto.

Chuuya sintió como el aire se le escapaba de sus pulmones y como el ritmo de su corazón aumentaba de tal forma que sentía un dolor punzante en el pecho. Sentía como por primera vez su cabeza no era capaz de asimilar la situación, no podía pensar ni tampoco dejarse llevar por el pánico que le instaba a correr de ahí de cualquier forma que pudiese.

No era capaz de entender por que se veía a sí mismo destruirlo todo.

¿Por qué estaba rodeado por marcas rojas de todas formas?

¿Por qué estaba lleno de sangre?

¿Qué era aquello que le mantenía aún de pie?

Esas preguntas junto a otras miles acudían a su mente estando cada vez más lejos de encontrar alguna respuesta válida. No pudo más que pellizcarse la mano para sentir el leve dolor que le indicaba que aquello era real. Era lo único que necesitaba saber para ese punto.

El otro Chuuya se encontraba en su estado de corrupción sin nadie que pudiera detener sus movimientos o siquiera pudiera acercarse a una distancia considerable. Desde la tierra los militares y soldados intentaron dispararle pero a mitad de camino todas las balas caían al suelo sin ninguna excepción. Los movimientos que ocurrían en el aire no tenían mayor suerte.

Parecía que la mejor o la única opción que había dado la situación era esperar a que el chico colapsara por sí mismo y aprovechar ese momento para intentar hacer algo. El pintor también llegó a la misma conclusión y aquello le hizo sentir una mezcla de angustia que no había sentido antes en su vida.

Por eso mismo fue que empezó a correr en una dirección concreta tratando de no tropezar ni caer entre los escombros que se le cruzaban. A su alrededor aún podía escuchar algunos gritos y estaba seguro de que alguno sería para él, seguramente de alguien que buscaba ayuda. Trató de ignorarlos lo mejor que pudo a pesar de que aquello desgarrará su corazón y siguió avanzando.

Sabía que no era humano lo que estaba haciendo pero Chuuya tenía claro que no era casualidad que él se encontrase en ese lugar. Tenía que hacer algo con su otro yo. Independientemente de si fuese un sueño o no, tenía que hacer aquello.

El pintor solitario |Soukoku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora