Prólogo

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Domingo, 17 de julio del 2022
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Deseaba que fuera un sueño, quería que fuera una pesadilla y despertar de inmediato.

La habitación se sentía como estar dentro de una caja oscura, el contraste de las cortinas viejas con el color de las paredes evidenciaban lo descuidado y malogrado del lugar. Retrocedió cuando a lo lejos volvió a escuchar las voces que atormentaron sus últimas horas. La planta de su pie derecho sintió el frío roce del piso maderoso, no recordó haber perdido un zapato.

Sus ojos pesaban como dos piedras y lágrimas secas yacían en su rostro, no tenía fuerzas para forcejear con la persona que atravesara el umbral de la puerta. Quería gritar o modular una oración, sin embargo, las palabras simplemente se quedaban atoradas en su garganta.

Necesitaba ayuda, pero en ese lugar nadie que él conociera estaba dispuesto a socorrerlo. Lo querían ahí, se lo habían dicho. <<El jefe vendrá con un regalo para ti pronto>>. Recordó la última oración que escuchó antes de dejarlo encerrado en la habitación.

—¡No puedes obligarme!—exclamó con autoridad y enfado una voz desconocida.

El corazón de Jimin martilló con fuerza.

—Hijo mío, tienes que hacerlo—demandó firme—. No me interesa si quieres o no, Yoongi. Lo harás, es una orden.

El hombre obtuvo un bufido sin gracia.

Jimin escuchó un forcejeo tremoso, ruidos de cuerpos yendo como imanes a la pared, las suelas de los zapatos eran testigos de la racha que existía afuera. Un golpe retumbó, provocando que su cuerpo se quedara quedo.

—Joven, no haga esto más complicado—añadió al que Jimin reconoció como uno de los hombres de In-yeop.

—¿No bastó que te rompiera la quijada? Me vuelves a tocar y te mato—escupió enfadado—. Todo esto es estupido, no me acostaré con nadie. No me interesa lo que sea que trames, papá—soltó, esta vez dirigiéndose a su progenitor.

—Fernando, abre la puerta—ordenó In-yeop.

Jimin retrocedió sin despegar la mirada de la puerta, la piel se le erizó y la sangre dentro de su sistema se sintió como una noche helada en el atlántico.

Frente a él, un hombre vestido completamente de negro con varias pizcas de sangre en su prenda superior se negaba a entrar, las venas de sus brazos sobresalían por la exasperación y sus dedos encogidos formaban puños. No le dirigía la mirada, él observaba de manera amenazante a sus dos verdugos, sus ojos llenos de antipatía parecían querer asesinarlos.

In-yeop aclaró la garganta e ignoró con sorna la actitud de su hijo, desvió la mirada hacia Fernando, dándole una orden sin entonar un solo verbo.

El sujeto sacó su arma y le apuntó a quien Jimin dedujo era Yoongi.

—Entras o entras—dijo In-yeop colocando los brazos hacia atrás, sin figurar alguna facción de arrepentimiento por indirectamente apuntarle con un arma a su hijo.

—No—susurró entrecortado y arrastrando la refutación.

Jimin peleó internamente consigo mismo para lograr soltar un monosílabo, obteniendo la atención de los individuos a unos metros suyo.

Taipán (YM)Where stories live. Discover now