10. Región de manos sucias de pinceles sin pelos

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—¿Prefieren las películas con finales tristes o felices?

La habitación era espaciosa, la oscuridad de las paredes absorbía la poca luz que se colaba por la puerta. A lo lejos, la silueta de un misterioso hombre vestido de manera pulcra y elegante se desvanecia como el agua apagando el fuego. Las sombras de sus acompañantes alcanzaban a disfrazarse del miedo y la penumbra.

Yuma, Kota y Takahiro estaban con la persona que era la viva imagen del puente entre la vida y la muerte.

Yoongi se levantó lentamente de su asiento, su expresión pétrea e imperturbable reveló un grisma de fatiga y enfado. La ausencia de luminosidad cubría su afilada mirada del resto de los presentes. Alzó la mano con un movimiento apenas perceptible, indicando a uno de sus hombres para que se acercara al interruptor en la pared, un clic escasamente audible encendió los focos, tragándose la penumbra.

Yoongi reconoció el rostro de sus víctimas. Percibió la mezcla de tensión, temor e incertidumbre en ellos.

Kota mantuvo la mirada firme, Takahiro contemplaba la cadena que abrazaba sus muñecas mientras que Yuma se acomodaba para evitar que la sangre no circulara por sus piernas.

Estaban encadenados como animales.

Takahiro se tragó el dolor que recorría su ser, sus huesos, sus entrañas, su sangre y su piel. Las caricias del acero y el peso de su cuerpo colgando se compraba a tener millones de agujas en toda su anatomía. Por su parte, Kota balanceó su pelvis hacia adelante en un intento innecesario y doloroso de lograr que sus pies tocaran el piso. Por otro lado, Yuma corrió con la suerte de estar sentada sobre sus talones, arrodillada, pero con los brazos extendidos, atada a una lluvia de cadenas en cada brazo, sin posibilidad a moverse.

Enfrente de ellos, sobre una mesa de madera reposaban sus armas. Uno de los hombres de Yoongi añadió una variedad de navajas con las hojas de diferentes tamaños, cada una de ellas con filos brillantes.

El silencio se volvió inmortal y terrorífico. En un ambiente donde se esperaba el primer signo de tortura, la coherencia exigía aguantar.

Yoongi alcanzó una navaja con el mango de madera y el diseño tallado de una serpiente taipán. Intuyó la ansiedad y el incremento del ritmo cardíaco de sus invitados. Sus pupilas se encandilaron de saña.

Se acercó hasta Kota, esperando una respuesta a su pregunta. El hombre tensó los músculos y no abrió la boca. Yoongi rozó la punta de la navaja desde su cuello hasta formar un camino invisible que terminaba en su torso, subió y sin previo aviso encajó la punta en su ceja, inclinó la hoja de acero y la bajó, cortando la piel, Kota gimió de dolor entretanto cerraba los ojos con fuerza.

—No diré nada.

—Hablarás. Hice una pregunta y no obtuve respuesta, ¿qué me darás a cambio?—Yoongi profundizó el corte, Kota tembló—. Quiero tu ojo.

Yoongi alejó la navaja y dejó que la sangre de Kota bajara como un caudal desbordado por su ojo, sujetó el mango con fuerza e incrustó la hoja de acero en su ojo, un gritó de desasosiego inundó el lugar, se escuchó abrir las puertas al infierno cuando Yoongi sacó la navaja del ojo extirpado y lo volvió a incrustar en la anatomía de su víctima, en la pierna.

Yuma y Takahiro seguían inmóviles y petrificados de cómo lucía su compañero.

Yoongi escogió otra navaja, esta con el mango color naranja y el diseño tallado de dos leones, apuñaló el torso de Kota y con fuerza, bajó la mano, desgarrándole la piel, la agonía era música para sus oídos. Nuevamente, la sangre se hizo presente, esta vez empapando la tela de su vestimenta. Agarró con energía el cuello de Kota y apretó firme y sólido, haciendo que el rostro del hombre se enrojeciera, cortándole oxígeno.

Taipán (YM)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang