9. Solo es real la niebla

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Miró por décima vez la puerta de entrada.

Lo único que se escuchaba en la tienda de conveniencia era el sonido del  aire acondicionado.

Jimin se relajó, solo esperaría.

<<No harán nada si hay cámaras en todas partes>>. Recordó el último mensaje que le envió Taehyung.

La campana de la puerta indicó que alguien había entrado.

Jimin se aferró al mesón que daba a la ventana. Afuera seguía oscuro, la luna todavía presente.

—Creo que puedes dejar de aferrarte con esmero a ese mesón.

Jimin recompuso la postura y ladeó la cabeza, sus pupilas se aferraron a las de Yoongi, tratando de entender qué hacía ahí.

Por otro lado, Yoongi parpadeó pétreo y se sentó al lado de Jimin.

Vestía elegante y lucía serio con su traje beige, la camisa casual blanca combinaba con el collar dorado que adornaba su cuello.

—¿Por qué?—preguntó, desorientado.

—Taehyung me llamó.

Taehyung bombardeó de llamadas a Yoongi.

Yoongi estaba en una importante reunión con Damiano Zdanov. Revisaron los informes de los primeros quince días, definieron nuevas rutas para dejar a los migrantes en un lugar seguro. Eligieron a tres nuevos pilotos y ayudantes, luego de varias horas, las aportaciones de Alya Ivanova, esposa de Damiano Zdanov quedaron a medias cuando Yoongi tuvo que retirarse, emitiendo disculpas de por medio y excusándose con ser algo de vida o muerte, tal como se lo había mencionado Taehyung.

¿Valía la pena dejar su reunión por Jimin?

—Me estaban siguiendo.

—Eso lo sé. ¿Estás temblando?—notó como los labios de Jimin trepidaban. 

—Estoy asimilando todo. Puedes callarte.

Jimin no tenía cabeza para charlar. Estaba asustado.

Yoongi no le contestó, pero tampoco estaba complaciendolo, solo evitaba volver a discutir. Comprendía el ambiente al que se enfrentó Jimin. Sin voltear a verlo, recordó el día en que lo conoció, con el rostro débil, las lágrimas, el temor en sus ojos cuando entró obligado a la habitación. Le dio su tiempo.

—¿Podemos hablar?—preguntó luego de varios minutos, cuando Jimin exhaló calmado.

Jimin cerró los ojos, los abrió y se levantó para ir al pasillo del frente. Yoongi lo siguió con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

Jimin escogió un sándwich.

—No tengo nada de que hablar contigo, pero adelante, te escucho.

Yoongi quería ser amable, pero estaba a nada de irse del lugar.

¿Dónde había quedado el Jimin miedoso de hace unos minutos?

Pero Jimin de alguna manera se sentía protegido ante la presencia de Yoongi, como el día que se conocieron y apuntaba el arma sin miedo en medio de los pasillos intentando salir de la casa.

Giraron al siguiente pasillo, Jimin ojeó los huevos cocidos y las banderillas. 

—Como te lo dije el día que te conocí, no me interesa quien eres, ni qué hacías ahí—cada palabra, una detrás de otra, sonaba como una mirada al pasado—. Pero ahora soy consciente de lo que pasó. No soy una buena persona, es claro que lo sabes. Sé porque mi papá actuó así con el tuyo y aunque no soy él, debido a las circunstancias, te pido disculpas.

Taipán (YM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora