• 01 El inicio de lo interminable

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Punto de vista de Miguel.

━ ¡Lo tenemos, jefe! Está en una de sus propiedades hacía Manhattan, debemos apresurarnos. ━ Habían pasado toda la noche intentando encontrar alguna pista de la posible dirección en donde podría estar Alexander pero al igual que los días anteriores, había sido una pérdida de tiempo y ahora estabas llenando su vacío estómago de café para reponer energías, pero esas palabras de tus compañeros batallaron contra la cafeína porque en un segundo ya estabas despierto.

━ Manden a todas las unidades y todas las patrullas disponibles. ━ Te pusiste de pie a un lado de tu escritorio y abriste uno de los cajones para sacar tu pistola la cual guardaste en su cinturón donde llevaban el armamento, en cuestión de segundos ya estabas con tu chaleco antibalas y estabas preparado para ponerte en marcha, levantaste la mirada y viste como tus compañeros estaban mirándome fijamente, aparentemente estaban esperando la orden de ir. ━ ¿Qué mierda miran? ¡Rápido, en marcha! Los quiero a todos dando lo mejor de ustedes, cortaré el cuello si cometen un error.

━ ¡Si, señor! ━Gritaron todos al unisono y al igual que tu, se pusieron todo el equipamiento necesario e hicieron las llamadas necesarias para reunir a todo tu equipo.

Te apresuras en salir de la oficina y como si el ascensor se pudiese aportar por las veces que apretabas el botón, lo presionaste hasta que sentiste un hormigueo en tu dedo pulgar pero tiempo no había, ya con un poco menos de paciencia optaste por bajar las escaleras y te sentiste agradecido de tu condición física que te permite ser rápido y tener buena resistencia. Tu teléfono no paraba de sonar y tenías miles de mensajes de distintos agentes con los que trabajas en donde te informaban con más detalle de donde estaba localizado y los posibles peligros.

Alexander un narcotraficante Chileno que escapó exitosamente fingiendo su muerte después de que los militares de su país fuesen a confiscar su lugar de trabajo y notar las enormes cantidades de drogas que manejaba, la seguridad había aumentado después de que un dictador tomara el poder y enviará a todos los militares a la calle a regular el país, exterminando comunistas y teniendo en la mira a los narcos, Alexander había sido un hijo de perra con suerte. Ese pequeño gran susto no fue suficiente para detenerlo y movió su negocio a Colombia, ya que ahí estaban los mejores contrabandistas y la policía era aliada de los narcos, compran su silencio y tenían un trato, también estaban bajo amenaza por lo que no se le hizo difícil crear el mejor negocio, llenándose las manos de dinero y de riquezas ilegales, habían descubierto que tenía una pequeña casa en las calles de Nueva York donde hicieron un laboratorio para hacer todo tipo de drogas, era una casa tan pequeña que lo apodaron "La tina".

El delincuente dejó rastros por Chile, Perú, México y su estadía más larga fue en Colombia pero el negocio creció en Nueva York y se compró unas propiedades ahí para ir a vivir, el último registro que tenían fue que había visitado Miami un par de veces pero no tenían suficiente evidencia como para abrir una investigación ahí, por lo que se centraron en Nueva York y no se equivocaron. El hombre tenía 45 años y había estado involucrado en temas más allá de las drogas y eso es a lo que querían llegar pero pareciera que estuviese protegido por todas partes y se les hacía difícil llegar a esos lados, pero no imposible, eras alguien demasiado empeñado en tu trabajo y sabías que aún podrías esforzarte más, tenías muchas cosas por hacer antes de rendirte, no ibas a dejar que el tiempo se desalentó.

━ Jefe, déjeme llevarlo en mi auto, las patrullas ya van llegando a la casa y en unos minutos podremos alcanzarlos. ━ Te habló Dante, tu compañero de trabajo y ahora mismo te atreverías a decir que era tu mano derecha.

━ Claro, pero que sean segundos, no minutos. ━ Respondiste a la vez que no tardabas en subirse al auto y ponerte el cinturón, le diste un rápido chequeo a tu pistola para asegurarte de que estuviese cargada, Dante no tardó en conducir y alcanzar los otros retenes, iban a la par y el sonido de las sirenas colapsaron tu sentido de la audición, escuchabas como tu corazón bombeaba sangre con rapidez y esa era la adrenalina que amabas, no había nada que pudiese llegar a la altura de lo que tu trabajo te producía, por ahora.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤𝐞𝐬𝐭 𝐃𝐚𝐲𝐟𝐫𝐚𝐬𝐞 ─ Miguel O'haraWhere stories live. Discover now