• 04 Por encima del jefe ¿O encima?

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Tiempo: Pasado.

― ¿Y el mercado en el norte? ― Había una nube de humo a causa de la gran cantidad de hombres fumando y expulsando el humo sin cuidado alguno en aquel espacio cerrado. La gran mesa orbicular estaba repleta de bolsas con diversos tipos de droga, habían papeles esparcidos por todas partes y un gran mapa en el centro, que tenía mil rayones de algunas direcciones con la dirección de puntos de venta de tu marido y sus hombres, había una que otra mujer con escasa ropa masajeando las espaldas de todos los sujetos sentados y el jefe parecía molesto, el negocio estaba un poco complicado por la repentina atención de los policías.

― Cerrado jefe, los gringos malparidos tienen guardias en cada frontera, estamos jodidos. ― Habló un hombre de baja estatura, mientras entregaba una carpeta a su jefe aterrorizado.

― ¿Y para que cresta te pago? ― Tu marido tomó la carpeta y se la arrojó en el rostro, pero no fue suficiente, también se puso de pie y dejó caer un puñetazo en seco en el rostro del hombre, haciendo que este soltara un chorro de sangre por la nariz y quedará aturdido en el suelo, tapando la zona afectada.

― No estuvo en mis manos, le di todo el dinero que me dio para sobornarlos y aún así no cumplieron el trato.― Grave error, había hablado de más.

― ¿Escuché bien? No sólo fuiste un inútil, si no que también regalaste mi dinero. ― Dejó salir una escalofriante carcajada y todos miraban expectantes la escena, todos dejaron de hacer lo que hacían para presenciar lo que se venía.

El hombre aún sangrando yacía en el suelo, y Alexander se puso de rodillas a su lado para estar más a su altura y sin dudar lo tomó por el caballo, alzando su cabeza lo más alto que pudo y lo estampó contra el suelo, haciendo que sus dientes salieran volando y que el chorro de sangre rodeará el suelo en donde ahora estaba tirado casi inconsciente, lloraba y suplicaba por su vida. Todos sabían que era inútil y él mismo también estaba al tanto, todo pasó demasiado rápido pero lo que hace unos minutos era un hombre gritando, ahora era un cuerpo sin vida y con la cara desfigurada en el suelo.

― Limpien esta mierda.― Tenía la respiración agitada y sus manos estaban bañadas de sangre, pero ahora parecía estar más calmada, y tu corazón se detuvo cuando se volteó a verte directamente. ― Ve a preparar la ducha. ― Ordenó y tu cuerpo obedeció antes de procesarlo en tu cabeza.

Diste el agua de la ducha y la llenaste por la mitad de agua caliente, luego dejaste caer un poco de agua helada hasta nivelar la temperatura, tomaste uno de los frascos que estaba por encima del mesón del baño y esparciste el líquido de aromatizante en el agua. Dejaste las dos toallas perfectamente dobladas a un lado y también dejaste la ropa lista encima de la cama, todo estaba ya preparado para cuando tu pareja se diera un relajante baño después de haberle quitado la vida con sus propias manos a uno de sus colegas. Alexander abrió la puerta con rudeza y tu saltaste en tu lugar, pero mantuviste la sonrisa y no dejaste de hacer contacto visual, a él le molestaba cuando bajabas la mirada, y no querías verlo más molesto de lo que estaba. Se quitó sus prendas y las tomaste para llevarlas a la cesta de ropa sucia, luego te quedaste parada en la puerta del baño, atenta a cualquier pedido de tu hombre.

― ¿Qué haces ahí parada? Ven aquí. ― Dijo ya dentro del agua, había cerrado los ojos y se dejó llevar por la exquisita agua que cubría su cuerpo.

― Sí, cielo. ― Tomaste asiento en uno de los bordes de la ducha y el hombre no tardó en ponerte una de sus manos encima, tocó y apretó tu muslo sin medir su fuerza, pero obviamente disimulaste tu mueca de dolor con una sonrisa. ― ¿Estás cansado? Dejame ayudarte. ― Alex sólo asintió y tú pusiste tus manos en sus hombros, dándole un masaje. Rogaste por dentro que ojalá se quedara dormido y así no tener que hacer nada más.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤𝐞𝐬𝐭 𝐃𝐚𝐲𝐟𝐫𝐚𝐬𝐞 ─ Miguel O'haraWhere stories live. Discover now