★Capítulo 29★

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En los últimos días el camino más largo que han recorrido sus pies ha sido desde su dormitorio al final del pasillo del segundo piso hasta la mesa de la cocina de abajo y solo cuando su hermano le ha obligado a salir de su habitación, cosa que ha ...

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En los últimos días el camino más largo que han recorrido sus pies ha sido desde su dormitorio al final del pasillo del segundo piso hasta la mesa de la cocina de abajo y solo cuando su hermano le ha obligado a salir de su habitación, cosa que ha sucedido varias veces en las últimas horas, ya que Yoongi se niega prácticamente a separarse de su lado.

Han sido pocos minutos los que ha tenido para estar solo con sus pensamientos y casi lo agradece ya que su mente solo le lleva a una parte muy concreta de sus recuerdos, a la oscuridad que mostraban los ojos del menor cuando le miró por última vez desde la lejanía de aquel corredor.

Igual de negros como siente la noche que se cierne sobre él en ese balcón semicircular que es exclusivamente de su dormitorio.

Podría ser un lugar agradable en cualquier otra circunstancia, desde allí se ve la parte trasera del enorme jardín que rodea la casa, solo puede olerse la frescura de los árboles y las flores que lo adornan, la hierba recién cortada, y en noches frescas como esta se escucha el viento colándose a través de las ramas, meciendo las hojas, acompañado del suave rumor de la fuente situada en la parte delantera de la parcela, pero todo lo que Taehyung ve es oscuridad.

La luna que pende en lo alto del firmamento parece haberse quedado sin brillo, las estrellas que deberían rodearla como si la hicieran de escudo es como si se hubieran diluido, como si sus estelas se hubieran quedado sin fuerzas para refulgir o sin nada que las impulse a hacerlo.

Y ese oscuro resplandor es tan solo un vivo reflejo de los iris negros de Jungkook cuando le miraron por última vez, opacados por el odio, rotos por el dolor, sin tan siquiera una pequeña chispa del amor que sentía por él y que antaño les iluminó a ambos, o, al menos, así es como Taehyung los percibió, quizá tan solo porque así es como cree merecer que le miren ya que a veces solo vemos lo que creemos, nos engañamos a nosotros mismos con una mentira, como si eso fuera a hacer más soportable la realidad.

Cierra los ojos con pesar, sintiendo como toda la extensión de su piel se eriza cuando un nuevo soplo de viento mece su pelo negro al rozarle.

Camina despacio hasta el extremo del balcón, con pasos lentos y mira hacia abajo, perdiéndose su vista en los matorrales que adornan la parte baja de su ventana, situada justo encima del despacho de Shownu y desde allí puede ver el resplandor que sale de esa estancia, indicando que su prometido está en casa, trabajando en ese lugar, otro motivo más para no salir de su habitación.

Una lágrima cae desde sus pestañas e impacta directamente sobre las enredaderas de lilas y jazmín que cruzan todo el borde de piedra que delimita su balcón.

Esas flores son preciosas, llenas de vida y color.

El blanco del jazmín suaviza y armoniza a la perfección con el morado claro y el rosa palo de las lilas, resaltando sobre el verde y marrón de las ramas y las hojas que las mantienen sujetas al muro, bajando o subiendo, depende cómo lo mires, por la pared, entrelazadas unas a otras y a esa especie de adorno de madera clara que cubre toda la piedra haciéndolas de guía, hacía arriba.

°★•𝑨𝒕𝒓𝒂𝒑𝒂𝒓 𝒖𝒏𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂•★° [+18] ᵀᵃᵉᴷᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora