.

327 56 36
                                    

Transcurrió una semana desde lo ocurrido con Seonghwa y Yunho no sabía que hacer.

Cuando terminó sus horas de pasión en un hotel con Seonghwa, despertó a la siguiente mañana siendo rodeado por los brazos del pelinegro, que gustoso dormía con calma, como si nada pudiese perturbarlo o dañarlo. Él, en cambio, estaba frenético y nervioso, caminaba de un lado a otro y entró al baño para así refrescarse y poder terminar de despertarse, se remojó la cara con el agua fría saliendo del grifo y se vio en el espejo preguntándose qué demonios acababa de hacer.

Pero aún más, se preguntaba porqué no se arrepentía de haberlo hecho.

Su mente no pensaba en Mingi, solo pensaba en cuanto lo disfrutó y también en cuanto quería repetirlo. Se reprendió por esos pensamientos, pues no podía permitirse tener un amante como Seonghwa, alguien que lo llevara a actuar impulsivamente y que terminara poniendo en riesgo su creciente carrera como abogado en la prestigiosa firma de su familia. Palideció, teniendo en cuenta que si se sabía lo que él había hecho, tendría que enfrentar la furia de sus padres.

Y eso era algo a lo que Yunho temía.

—¿Vas a pasar todo el día allí o ya puedo usar en baño yo también? —preguntó el pelinegro recargado en la puerta, lo miraba de arriba a abajo—, realmente tengo prisa, no es por ser grosero.

Carraspeó y asintiendo dijo—: Claro.

Yunho se hizo a un lado para que Seonghwa pasara y de esa manera él salió. Debía dejar de suspirar y lamentarse, no tenía caso continuar así; lo hecho hecho estaba y sus acciones no tenían reverso, solo podía continuar avanzando y mantenerse a raya.

Eso pensó en ese momento, pero minutos más tarde estaba dentro de la ducha arremetiendo contra seonghwa mientras él tiraba de los cabellos de su nuca y lo halagaba, inflando su ego. Sí, la determinación no le duró demasiado.

Una hora más tarde, a eso de las siete y tanro de la mañana, Yunho salía del hotel detrás de Seonghwa. El chico parecía imperturbable, meneando sus caderas de un lado a otro con parsimonia y ritmo, sabiendo muy bien que unos ojos lascivos lo estaban mirando a sus espaldas. Sonrió.

—Bueno, niño rico, creo que así se separan nuestros caminos —dijo, girándose para quedar frente a frente con él. Esa sonrisa ladina era algo burlesca.

Yunho asintió—. Así, bonito.

Seonghwa suspiró— me hubiese gustado que durara más, pero creo que no puedo quejarme porque todas esas veces fueron fantásticas — arrugó sus nariz riendo—, pero bueno, la despedida es inevitable... Aunque si algún día estás cansado y quieres relajarte, sabes donde buscarme.

Los Errores De Jeong Yunho. Where stories live. Discover now