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"No

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"No."

Se fijó en su expresión, notando como la sonrisa se desvanecía abriendo paso a una mueca de pura confusión. A pesar de la sensación opresora que se generó en su interior, mantuvo su rostro igual de pacífico que antes.

"¿Cómo qué no?" Le preguntó Yunho con tono bajo. "Es una cena, princesa. Tendremos una cena romántica los dos juntos, ¿por qué no?"

Princesa...

Mingi había comenzado a desarrollar un profundo rechazo a ese apodo. Antes era su favorito y la forma en la que los papeles se invirtieron era sorprendente, pero Mingi no podía obligarse a sí mismo a gustar de algo que le recordaba un sueño que se alejó de la realidad y se convirtió en una fantasía dolorosa. Un castillo de arena que fue arrastrado por las inclementes olas hasta desaparecer.

"Estaré ocupado esta noche" le respondió con desdén, cogiendo su bolso. "Tengo guardia, ¿lo recuerdas? No podré." Le explicó.

Ni siquiera quiso disculparse. Yunho muchas veces le había faltado y casi nunca se disculpó. Mingi no tenía por qué hacerlo tampoco.

Se colocó la mochila de un solo lado y le dio una sonrisa a Yunho antes de aproximarse a la puerta del apartamento y abrirla. Sin embargo, en el momento en el que puso un pie en el pasillo sintió una mano sobre su muñeca; Mingi se giró hacia atrás y se topó con el rostro de Yunho y una sonrisa apenada. Su corazón no latió ante el contacto ni tampoco fue capaz de corresponder el gesto. Solo suspiró.

"Nos vemos más tarde, ¿sí?" Yunho dijo e inclinó su rostro para dejar un casto beso sobre la mejilla de Mingi, que sintió escalofríos en el peor sentido.

"Claro. Hasta luego." Fue la respuesta del más bajo.

Sin más, salió disparado hacia el elevador; pudo escuchar a Yunho referirse a él como "amor" o quizás "cariño", pero ni siquiera le prestó atención.

Las últimas dos semanas habían sido extrañas, tanto que Mingi creía haber sido sacado de su realidad y depositado en un universo alternativo en el cual Yunho jamás había trazado una línea de separación entre ellos. Yunho se había comportado de forma tan cuidadosa y protectora, estando al pendiente de las necesidades de Mingi y aprovechando cada oportunidad para consentirlo, que el menor lo sentía forzado, muy producido. Es como si solo fuesen dos actores interpretando un papel para una comedia romántica, en donde todo era maravilloso o los problemas eran tan escasos que el guión resultaba ridículo.

Mingi se había acostumbrado tanto al silencio y a la distancia, que cuando llegó el bullicio y la cercanía su sistema se desconfiguró. No sabía cómo actuar ni qué decir: cada interacción entre Yunho y él era incómoda y hacía su cabeza y pecho doler. Mingi comenzaba a aceptar que, tal vez, el amor que sentía por Yunho se había evaporado. Sin embargo, esto implicaría una desconexión a un nivel irreparable y, eventualmente, a una separación y Mingi temía tanto aquello.

Los Errores De Jeong Yunho. Where stories live. Discover now