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En los últimos días todo ha ido con suavidad

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En los últimos días todo ha ido con suavidad. Se le ha hecho costumbre a Yunho ir a almorzar con Mingi al menos cuatro veces a la semana y el menor parece disfrutarlo bastante; lo que Yunho no sabe es que Mingi cuenta los minutos hasta el mediodía para poder verlo y pasar tiempo con él, sintiendo que está recuperando su relación y vuelve a ser el hombre detallista que conoció a los diecinueve años.

Mingi tiene un corazón tan puro, que es incapaz de ver malicia o inconsistencia en las actitudes o acciones inexplicables de Yunho. Él solo confía en que, después de ese tiempo de desconcierto y lágrimas, por fin todas las piezas están cayendo en su lugar de origen.

Aunque las piezas no harían más que desencajarse y tomar otras posiciones, porque ya nada cuadraba.

—¿Cómo está, doctor Song? —Byeongkwan, un joven enfermero de cabello rubio se le acercó—. Lo veo muy feliz estos días.

—Estoy de maravilla, Kwan. Y te dije que puedes llamarme Mingi —le responde.

El rubio solo niega riendo.

—¡Nunca lo había visto así de animado! Estoy tan contento por usted. Debe de ser porque su esposo viene a verlo a diario ahora ¿no?—el comentario del chico había sido inocente, pero hizo pensar a Mingi—. Se veía tan triste antes, ahora tiene mejor semblante, parece que irradía felicidad y...—se detuvo al percatarse de sus palabras—. Lo siento, no debería entrometerme, eso fue inncesario —se disculpó al notar la seriedad en el rostro del doctor.

Mingi negó, colocando una sonrisa torcida en su linda cara— no, no es por eso  Byeongkwan. Es solo que... recordé algo que debo hacer —dijo con su ceño fruncido—, hay tanto por hacer estos días ¡no creas que me ofendiste, eh!

—Eso espero, doctor Song. Porque era lo menos que quería hacer.

Mingi se despidió y alejó, regresando a su consultorio, donde procedió a dejarse caer en la silla y descolocar su mandíbula en una expresión muy extraña y que expresaba incomodidad. Lo dicho por Byeongkwan debió haber sido, en teoría, solo un comentario sin fondo de esos que se escuchan cada día, pero por alguna razón había calado muy dentro de él.

Le hizo recordar a la primera vez en la que Yunho vino a almorzar con él, sorprendiéndolo. Byeongkwan fue a avisarle dubitativo, pues casi dos años que llevaba trabajando ahí, en la clínica de su familia, él jamás había visto a Yunho. Dudó en sí realmente era su esposo o no, porque nunca lo vio.

¿Mingi lo había mencionado? No lo recordaba, ¿su nombre al menos? No está seguro.

—La distancia que se marcó es tan extraña... —murmuró hacia su interior.

(...)

Yunho iba de regreso tarde en la noche, a eso de las diez y quince. Cada noche él se regresaba solo y en silencio, pero esa vez era distinto, pues tenía a una molesta voz rasposa a su lado que no paraba de hablar y colmarle la paciencia.

Los Errores De Jeong Yunho. Where stories live. Discover now