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—Entonces ¿Dice que Belator, el hijo de Secus es quien tiene el amuleto? —Pregunta la Coronel Sayes, quien se encuentra al lado de Kole y del Coronel Marín. Los tres al frente del escritorio de la elegante oficina del rey Enox. Quien acaba de contarles sobre Belator, sosteniendo su retrato.

—Es lo que creo, si —Contesta el rey, dirigiéndose a su fuerza de seguridad—. Lo vi mucho cuando era más joven. Hasta que desapareció luego de su visita a los calabozos. Supondría que quiere rescatar a su padre y controlar la técnica. Debió haber pensado que lo tenemos prisionero como algún tipo de castigo.

—¿Y no es así? —Cuestiona Kole.

—No. Es complicado de explicar, pero no está como prisionero tal cual, sino como precaución, en caso de que un día el poder lo corrompa —Aclara Enox—. Muy pocos saben lo que les he comentado. De hecho, de esos tiempos donde se dio a conocer lo del hechizo, pocos quedan vivos, entre ellos Carlo Alveran. Supongo que él encontró a Belator cuando huyo y al conocer la técnica decidió apoyarlo de alguna forma con el rescate.

—Para tener prestigio seguramente —Teoriza el coronel Marín.

—Pienso lo mismo —Menciona el rey—. Pero, como sea, si les cuento todo eso es por la razón de que él podría venir en cualquier momento y utilizar el amuleto para llegar a la celda de su padre.

—¿No lo ha movido de lugar? —Pregunta la coronel Sayes.

—Quiero que supervisen el traslado. En cuanto de la orden, lo dormirán con el gas somnífero instalado en el cuarto, le vendaran los ojos y lo llevaran a otra celda. Aunque esa fue hecha especialmente para él.

—Entonces andando —El coronel Marín se dispone a ir a los calabozos.

Tanto el rey como los dos coroneles y Kole salen de la oficina. Custodian a Enox fuera y el los guía hacia los calabozos. Cuando van llegando a dicha zona. Marin pregunta cómo es que no lo trasladaron antes. El rey contesta que no podían estar seguros de que Belator haya huido por eso, y de todos modos no podría entrar allí sin que lo neutralicen antes, al menos a esa edad. Además de que la celda fue hecha especialmente para Secus.

En ese momento escuchan un estruendo del otro lado de la barrera del castillo.

—Ya empezó —Menciona Kole, mirando como algunos guardias salen corriendo hacia el estruendo—. Debe estar desesperado para venir a esta hora.

—Hay que entrar antes de que venga —Pronuncia Enox, con temor en su voz— ¡Vamos¡

Corren hacia la zona de los calabozos. Toca la puerta rápidamente mientras del otro lado escucha como son detonadas armas de fuego y algunos hechizos. Un guardia les abre, salen dos guardianes más, con bastones largos y uno con cerbatana y el que abrió la puerta pregunta al rey si debería ir a ver qué pasa del otro lado. Marín le dice que sí, que ellos se encargan de este lado y le pide al guardia las llaves de las armas. Este se las entrega. Sostiene su espada corta, la cual carga con magia. Se pone su máscara y sale corriendo hacia donde se escucha la pelea.

—Deben ser los que huyeron en la redada —Expresa Kole, mientras cierra la puerta con él y sus compañeros dentro.

Sayes les indica que la sigan hacia la oficina. De camino hacia allí. Del otro lado se ve la sección de las celdas, donde se encuentra Sadia y los demás prisioneros miembros de los restauradores, mirando como los coroneles y el rey entran a la oficina. Del otro lado adyacente a la oficina se encuentra el pasillo con la puerta de metal

—Aquí no nos oirán los prisioneros. Creo que... —Dice Marín, al entrar en la oficina y aun considerando sus palabras—. Convendría matar a Secus, no podemos darle oportunidad de que Belator tenga una organización criminal, un amuleto potenciador y la técnica de muerte.

La Ruta Del CambioWo Geschichten leben. Entdecke jetzt