Capitulo I

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Sentado en la elegante recepción de la empresa HV Enterprises S.A., Sergio Pérez se agarro del brazo de la silla jadeando tan discretamente como le era posible.

Respira》se dijo a sí mismo.《Inhala, exhala, Inhala...

El dolor de la contracción estaba empezando a pasar cuando la secretaria volvió a la recepción.
El nombre reflejado en la plaquita que había sobre la mesa era Kelly y le iba perfectamente.

Era una chica no tan joven, atractiva delgada como una modelo, que llevaba un elegante traje de chaqueta negro, una blusa con estampado en tonos rosas y zapatos de tacón de aguja.

En comparación Sergio se sentía como una foca con una playera bastante grande en tono azul, un pants negro y las cómodas sandalias planas que eran el único calzado en el que podía acomodar sus hinchados pies.

–Lo siento, pero el señor Verstappen está muy ocupado y no puede recibirlo en este momento– Se disculpo Kelly, con una sonrisa tan sincera como la de un cocodrilo–Le sugiero que pida una cita para la próxima vez.

¿Para qué?, se preguntó Sergio. ¿Para qué se hubiera ido cuando llegase? No, de eso nada. Llevaba meses intentando ponerse en contacto con Max Verstappen y no pensaba marcharse de allí.

Suspirando, se llevó una mano al abultado abdomen. Casi nueve meses intentando ponerse en contacto con él y la única respuesta que había recibido, si se podía llamar así, era una carta de su bufete de abogados advirtiéndole que el señor Verstappen disputaba de su demanda de paternidad.

De hecho decía no conocerlo. Consideraba sus demandas una extorsión y lo demandaría por daños y perjuicios si seguía haciéndolas.

Insultado y dolido por tales amenazas, Sergio decidió ir a verlo en persona. Si no quería hacerse cargo del bebé le parecía muy bien, pero decir que no se conocían... bueno eso era intolerable.

Jamás hubiera pensado que Max Verstappen era un hombre despiadado y sin corazón. Y tampoco le había parecido tonto, pero debía de serlo si no sabía que lo único que hacía falta era una prueba de ADN para confirmar que estaba diciendo la verdad. Sergio había esperado, aparentemente en vano, no tener que exigir esa prueba.

–Muy bien–Le dijo–Por favor busque un día y una hora en la que el señor Verstappen este disponible.
–Déjeme comprobar su agenda...

Sergio sabía que no tenía sentido discutir con la secretaria. Él mismo lidiaría con el evasivo empresario a solas. Y lo haría en aquel instante.

Mientras Kelly miraba la agenda de su jefe. Sergio se dirigió hacia la puerta por la que la joven había aparecido un momento antes, que suponía debía de ser el despacho de Max. Pero cuando la abrió descubrió que que no era un despacho sino una sala de juntas...llena de hombres de negocios, todos con trajes, alrededor de una mesa ovalada de cerezo. Había carpetas abiertas ante ellos, gráficos y documentos por todas partes.

Todos volvieron la cabeza para mirar a Sergio, pero fue el hombre sentado a la cabecera de la mesa quien llamó su atención.

¿Guapo? No. La palabra que mejor lo definía sería 《Hermoso》 Tenía el cabello rubio y unos ojos azules que parecían el mismo océano. Su rostro era anguloso, con unas cejas rubias que en aquel momento estaban fruncidas como el rictus de su boca. Y tenía un lunar en su labio superior que sólo le daba más carácter.

Sergio trago saliva. Incluso sentado era evidente su considerable estatura y su buena forma física, aunque nunca en su vida se había sentido atraído por un hombre con ese aspecto, algo en el resultaba definitivamente atractivo. Pero se dijo así mismo que era solo por que en el había algo que le resultaba familiar.

Bebé por sorpresaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt