Capítulo V

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Pasaron dos semanas sin que Sergio supiera nada de Max y no estaba seguro de si debía sentirse agradecido o decepcionado. Aún se sonrojada cada vez que recordaba ese beso en el vestíbulo y Dios sabía que pensaba más en él de lo que debería.

¿Lo recordaría Max?

Pero un viernes por la tarde, cuando por fin había logrado apartar esa pregunta de su mente haciendo un enorme esfuerzo, Max llamó a su teléfono.

–Sergio, soy Max–Le dijo aunque él ya había reconocido su voz. Además, no lo llamaba mucha gente y menos un hombre con una voz tan sexy–¿Estás libre está noche?

Esa pregunta lo sorprendió tanto que tardo un momento en contestar. De hecho, contesto con otra pregunta:
–¿Por qué?
–Hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.

Eso no sonaba nada bien y lo puso más nervioso que si la hubiera llamado para que salieran. Por qué tal vez su reacción ante el beso había hecho que Max por fin pensara en el prueba de paternidad.

–¿Has cenado?
Sergio miró su reloj. Eran casi las ocho.
–No, pero comí algo hace cuatro horas...si un cuenco de cereales puede considerarse comida.
Al otro lado de línea hubo una pausa.

–Yo podría llevar comida china. Hay un restaurante estupendo en la esquina del ático. ¿Te parece?
Aunque no sabía muy bien qué pensar de tal oferta, Sergio contesto:
–Me gusta el pollo agridulce, pero no los rollitos primavera, ni el arroz frito.
–Muy bien–Río Max–Nos vemos en media hora.

Desgraciadamente, llegó puntual. Justo cuando acababa de darle pecho a Emmily, que se había puesto a llorar pidiendo su comida en cuanto colgó el teléfono. Y eso significaba que no había podido arreglarse. Seguía llevando su camisa blanca y unos pantalones color caqui que se había puesto para ir a dar su clase de pintura en el Centro, su cabello ya no estaba tan peinado, haciendo que algunos de sus rulos calleran por su frente.

La expresión de Max se suavizo al ver a Emmily ¿ Era por que veía a su hermano?, se preguntó Sergio.Cada día más le parecía ver las facciones de Charles o algún gesto que era más Verstappen que Pérez.

¿O estaría recordando la última vez que se habían visto en el vestíbulo, cuando se besaron? En ese momento estaba mirándolo, más específicamente a su boca.

Sergio espero, seguro de que Max iba a hacer algún comentario al respecto. Pero cuando no lo hizo no sabía si sentirse aliviado o decepcionado. ¿Significaba eso que él era el único que estaba obsesionado por el beso?
Max terminó con el silencio mostrandole una bolsa de papel marrón.

–¿Comemos en la cocina?
–Sí, será mejor. No tiene sentido ensuciar el comedor solo para los dos. Espera, voy a buscar el moisés de Emmy...

Cuando volvió a la cocina, max estaba colocando platos y cubiertos sobre la encimera de granito.
–¿Quieres beber algo?
–Sí, pero no te preocupes–Sergio dejó el moisés sobre una de las sillas y se sirvió un vaso de jugo.–¿Quieres agua o prefieres un Whisky con soda?
–No, esta noche prefiero beber agua.
–¿De qué quieres hablar?

–De un par de cosas–Contestó Max, mientras le servía arroz blanco–Mí empresa HV enterprises, quiere hacer un donativo a ese centro cultural el que trabajas.
Sergio parpadeó sorprendido.

–Es muy generoso de tu parte. Estarán encantados de recibir cualquier cantidad.
–No me refiero a dinero... bueno. No directamente. Lo que necesitamos es una lista de los materiales e instrumentos que necesitan y nosotros nos encargaremos de comprarlos y enviarlos al centro lo antes posible.
–Max, no se que decir. Aparte de decir gracias, claro–Sonrió sergio–No tienes idea del regalo que les harás a esos niños.

Bebé por sorpresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora