Capítulo VIII

4.3K 526 51
                                    

Sergio se quedó en casa de los Verstappen mucho más tiempo del que había previsto. Y no por obligación sino por que eran unas personas encantadoras. Y, por supuesto, por que se mostraban felices con Emmily.

–Probablemente deberíamos marcharnos–Dijo Max, levantándose.
–Ojalá este día durase para siempre–Suspiro Christian, mirando a la niña, que dormía en su moisés–Lo hemos pasado tan bien.
–Yo también, pero volveremos pronto–Dijo Sergio.
–Ha sido un placer conocerte hijo. Eres un chico estupendo, la clase de chico que querría para mí hijo.

Él sonrió, pero no dijo nada. Si Charles estuviera vivo ¿Estarían juntos? Lo dudaba. Antes de morir no había vuelto a ponerse en contacto con él. Habían hecho el amor, pero nunca habían hablado de una relación seria ¿Se habrían enamorado, unidos por la alegría de ser padres? ¿O habría vuelto a Mónaco para sentirse inevitablemente atraído por su hermano?

–Ahora que Max te ha dado el dinero del seguro de Charles deberías pensar en comprar una casa–Sugirió Torger–Pero mientras la buscas, a Christian y a mi nos encantaría que te alojases en nuestra casa de invitados.
–Sí, por favor, quédate. Prometo no ponerme pesado ni molestarte a todas horas. Solo un ratito cada día para jugar con Emmy.

Sergio debía admitir que la idea de tener ayuda con la niña era tan atractiva como la oportunidad de que Emmily se relacionará con sus abuelos.
–¿Y ese ratito podría ser a las dos de la mañana cuando la niña decide que no quiere dormir?–Bromeo.

–¿Entonces te quedas?
–Sí, me quedo.
El abrazo de Christian fue tan fuerte que Sergio tuvo que sujetarse al respaldo de la silla.
–Me alegro muchisimo–Le dijo emocionado–Bueno Max por que no le enseñas la casa antes de marcharse, espero que este presentable.
–Más o menos.
–Estupendo–Christian tomó a la niña en brazos–Y tómense su tiempo.

–Tendremos suerte si podemos salir de aquí antes de medianoche–Bromeo Max mientras se dirigían a la casa de invitados–Y me alegro mucho de que hayas decidido quedarte aquí.
–Yo también.
–Para mis padres es importante estar con Emmily. Lo que no les gusta es que no les haya hablado de su existencia antes.
–Hiciste lo que te aprecio mejor–Sonrió Sergio–Y para mi también significa mucho que Emmy este con sus abuelos.
–La van a mimar demasiado, ya veras. Antes de que te des cuenta empezarán a llegar juguetes, muñecas y osos de peluche de tamaño natural–Río Max–Eso se les da muy bien.

Sergio frunció el ceño. Parecía hablar por experiencia, pensó mientras abría la puerta.
La casa era mucho más pequeña que el ático, pero lo que le faltaba en metros cuadrados, le sobraba en calidez. En la cocina había modernos electrodomésticos, armarios y una encimera de granito que la separaba del salón.
Sobre la encimera había un periódico, una taza de café y un plato con los restos de una tostada. Sergio lo imagino sentado en un taburete, tomando el primer café de la mañana mientras leía la sección de Economía.

–Eso parece el desayuno de los campeones–Bromeo.
–Mis conocimientos culinarios se limitan a hacer tostadas, pero no le digas a mi Pá que he dejado el plato aquí. Se llevaría un disgusto.
–En realidad, esta bastante limpia para  ser la casa de un hombre soltero.
–Por qué no hay mucho que ensuciar–Max abrió una puerta a la derecha y encendió la luz, revelando un cuarto de baño con una bañera y una moderna ducha.

La siguiente parada fue el dormitorio. Una vez dentro Max aparto las cortinas. La habitación era amplia, aunque habría que cambiar los muebles de sitio para colocar la cuna y el cambiador de Emmily.

–Si pones la cómoda ahí y la cama contra esa pared no tendrás ningún problema en colocar las cosas de la niña–Dijo Max entonces, como si hubiera leído su pensamiento.
Sobre la cómoda en cuestión había un ordenador portátil y varias carpetas.
–No tienes tiempo para nada, pero si para trabajar aquí.
–La empresa esta en medio de un proceso de expansión ahora mismo y como mi padre está a punto de retirarse yo tengo que trabajar con el director del proyecto.
Sergio no dudaba que fuera un hombre muy ocupado, pero seguía pareciendo una excusa.

Bebé por sorpresaWhere stories live. Discover now