Capítulo VI

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Sergio empezaba a ponerse nervioso mientras esperaba la llamada de Max. Y no por que pensara que le debía una explicación...aunque no entendía como podía besarlo tan apasionadamente sí tenía novio.

Un chico precioso, elegantisimo y totalmente proporcionado que parecía recién salido de una revista de moda. No, lo que él quería saber era si había hablado con sus padres y como habían tomado la noticia de la existencia de Emmy.

Sentía cierta aprensión ante conocer a los Verstappen. Ahora tenía dudas. Había concebido a una hija de Charles durante una breve estancia en Mónaco y ahora, meses después de dar a luz, se sentía increíblemente atraído por su otro hijo.

¿Qué pensarían cuando lo vieran? ¿Creerían qué era un buscavidas, un oportunista? ¿Alguien sin moral? ¿Qué verían cuando miraran a Emmily? ¿Se cuestionarian la paternidad de Charles y exigirían una prueba de ADN?

Le sorprendía que Max no la hubiera pedido ya porque, aunque su actitud hacia él se había suavizado, seguía mostrándose distante con la niña.

Cuando llego el viernes estaba hecho un manojo de nervios, aunque lo ayudo estar ocupado en el Centro Cultural y se quedó hasta muy tarde para ayudar a una chica a terminar un retrato.

Sofi tenía diez años y se había apuntado al centro una semana antes. Era tímida e introvertida, pero como los demás niños, más que dispuesta a aprender.

–Lo siento.
–No te disculpes, hazlo otra vez–Sonrió Sergio–La practica es la única diferencia entre tu y yo. Yo he tenido años de práctica.
–¿Cree que podre ser tan buena como usted algún día?
–Tal vez incluso mejor, si te aplicas. Pero recuerda que cuando tengas tu propia exposición en Le nouveau muse national tendrás que invitarme.

–¿Ha tenido sus propias exposiciones?
–Dos veces veces. Venga, vamos a practicar.
La niña sonrió antes de empezar a mezclar colores de nuevo, esta vez pudiendo estar cada vez más cerca del tono.

En su silla de seguridad, al lado de los caballetes, Emmily soltó un gritito de alegría cuando Sofi terminó.
–Lo vez hasta mi bebé cree que vas fantástico.
–Gracias, profesor Sergio.
–De nada, un placer ¿Va a venir alguien a buscarte?
–Mi madre. Pero me ha dicho que la espere en la puerta para que no tuviera que buscar aparcamiento.
–Muy bien qué pases un buen fin de semana, Sofi.

Sergio se levanto para recoger los pinceles y pinturas y, cuando se volvió, Max estaba apoyado en el marco de la puerta, con la chaqueta colgada al hombro, mirándolo con esos ojos tan azules que lo hacían sentir demasiado...expuesto.

–¿Cuánto tiempo llevas ahí?
–El tiempo suficiente. Así que Le nouveau muse national dos veces ¿eh? Entonces debes de ser muy bueno.
Sergio se encogió de hombros.

–¿Has venido para tomar clases?
–Eso depende.
–¿De que?
-De lo que te ofrezcas a enseñarme–Contesto Max. Su respuesta le produjo un escalofrío y tuvo que aclararse la garganta.

–Además de pintura doy clases de piano y oboe. Y tampoco se me da mal el sexo...El saxo. (RECUERDEN QUE EN EL QUE PAN PIENSA HAMBRE TIENE Y CHECO Y YO SOMOS UNOS MUERTOS DE HAMBRE)

Max levantó las cejas ante el sugerente error, pero afortunadamente para Sergio lo dejó pasar sin hacer comentario alguno.
–Mis padres han vuelto a Mónaco. Hablé con ellos anoche y están ansiosos por conocer a Emmily... y a ti, por supuesto.
Nada como acordarse de él a última hora para hacer que se sintiera bienvenido, pensó Sergio ironico.

Emmily emitió una especie de gorgoteo en ese momento y Max miro a la niña, que estaba intentando morder una de las bolitas de colores de la silla de seguridad.

Bebé por sorpresaWhere stories live. Discover now