Entre Nosotros | Lewandowski x Gavi

Capítulo uno

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Capítulo uno: Conocerse.

Robert miraba por la ventana de la cafetería, sentado en el sillón, sus manos por debajo de la mesa, el atardecer presente, las luces de las calles se prendieron, las personas caminaban, desconocía sus rumbos. Llevó su mirada a su amigo veinteañero, Ferran Torres, quien terminaba de responder unos mensajes. Pelinegro, de ojos color café oscuro con un buzo negro y unos jeans estilo chupín color azul marino.

—Perdona, le respondía a Pedri y a mi madre— dejó el teléfono en la mesa y apoyó la espalda en el respaldo del sofá.

—No te disculpes, ¿pedimos algo?— preguntó.

—Oh, sí— miró por el lugar y llamó al pelicastaño, quien se acercó a un paso acelerado junto a una sonrisa.

—Hola, Ferran. ¿En qué puedo servirte?— sacó su lapicera y su libreta, listo para apuntar.

—Hola, Pablito— lo saludó y miró a Robert, quien lo observaba confundido—. Él es Pablo Páez, es un amigo mío, por eso vinimos aquí, además de que ellos preparan el mejor café de la ciudad.

—Hola, Pablo— habló Lewandowski, sosteniendo su mirada sobre el joven pelicastaño.

Cabello claro y ondulado, ojos color miel, labios pequeños, pero gruesos, de piel blanca y delgado. La camiseta negra lisa de mangas cortas que llevaba era un poco más grande que su cuerpo, su jean negro, y un delantal del mismo color, con líneas blancas donde estaba la costura.

—Hola— miró a su amigo, esperando una respuesta a su pregunta.

—Sí, ¿puedes traerme un café con leche y una tostada?— pidió Ferran y regresó su mirada a Robert.

—¿Y usted?— levantó su mirada al terminar de escribir, poniendo toda su atención sobre el más alto.

Cabello negro y corto, ojos celestes profundos y pestañas arqueadas, labios finos, una camisa blanca y unos pantalones negros.

—Lo mismo— Pablo asintió con la cabeza y anotó.

—En un momento regreso— fue su última palabra antes de irse.

—¿De dónde lo conoces?— apoyó sus codos en la mesa, centrado en Torres. El veinteañero chistó.

—Amigo de un amigo, lo ví en una salida y hablamos por Instagram— el adulto asintió con la cabeza, para luego fruncir el ceño al verlo mover las cejas de arriba hacia abajo.

—¿Qué tienes?— gruñó extrañado.

—¿Qué pensaste?— una sonrisa traviesa apareció en su rostro.

—En nada. No parece tener tu edad.

—Y es que no tenemos la misma edad, tiene 17 años— esa respuesta lo tomó por sorpresa, alzando sus cejas durante unos segundos.

—¿Trabajando tan joven?, ¿no estudia?— Ferran se quedó en silencio durante unos minutos.

—Bueno...

—Aquí está el café— dijo Gavira dejando las tazas en la mesa junto a los platos.

—Gracias— dijeron al mismo tiempo.

—Si necesitan algo, me llaman— se retiró y los dejó a solas nuevamente.

—¿Y entonces?— le dió un sorbo a su café.

—¿"Entonces", qué?

—Responde mis preguntas.

—Es que... no puedo decirte...