Entre Nosotros | Lewandowski x Gavi

Capítulo cincuenta y nueve

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Capítulo cincuenta y nueve: Tiendas de Ropa.

Robert despertó al oír un sollozo suave, bajando su mirada al sevillano. Este se encontraba aferrado a su pecho, llorando mientras dormía. Rápidamente pasó su mano por su cabello, haciéndole caricias para calmarlo. Miró con atención si rostro, como sus pestañas estaban húmedas por las lágrimas y su labio inferior temblaba.

Besó su frente, acercándolo más a su cuerpo para darle calor. Por primera vez tenía el sentimiento de querer sanar un problema ajeno, algo que sabía que no debía meterse, pero no podía dejarlo así.

No podía verlo en ese estado, sin saber desde cuando se sentía de esa manera y él no lo había notado.

Quizás había estado en su mundo demasiado tiempo y no había visto más que lo que tenía delante suyo. Se puso arriba suyo y tomó su rostro con cuidado para besar las lágrimas que caían.

Gavira abrió los ojos y puso su atención en él, abrazándose a su cuello para besarlo en los labios. Finalmente Robert se levantó y Gavi se quedó sentado en la cama, viéndolo estirarse.

—Hoy iremos a comprarte ropa nueva después de dejar a las niñas— Pablo bostezó.

—¿Por qué?— Lewandowski no respondió—. No es necesario...

—Tienes poca ropa y aún está frío, además viene el verano, necesitas algo más cómodo— giró a verlo.

—Pero... ¿qué dirá la gente si nos ven juntos? No hace mucho te separaste de tu esposa...— arrugó las sábanas cabizbajo, pero en un segundo le tomó el mentón y levantó su mirada.

—Ex esposa y como dijiste, estoy soltero— con una mano se afirmó en la cama, observando sus dulces labios—. La gente no dirá nada, además nadie nos verá más que los vendedores, te lo prometo.

El español asintó y recibió un corto beso en los labios, para luego ver como se cambiaba de ropa.

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Dentro del coche iban en silencio, era por la mañana y ellos iban de camino a unas tiendas de ropa. Una vez que llegaron a un centro comercial, entraron directamente a una tienda que estaba vacía.

—Puedes elegir lo que te guste, no te preocupes— Pablo tragó nervioso y miró las ropas, caminando por todo el local.

Robert lo siguió por detrás atento a cada opción que Pablo miraba, pero no agarraba nada.

—¿No te gustan?— soltó de golpe al verlo tímido, hablando suavemente para que solo él pudiera escucharlo.

—No es eso...

—¿Entonces?— el pelicastaño se puso derecho y movió sus dedos.

—Es muy caro todo... yo no puedo pagarme algo así...— susurró tan suave que casi no era perceptible, pero el polaco sonrió y le acarició la mejilla.

—¿Quién te dijo que pagas tú? Todo va por mi cuenta, tú no me debes nada.

—No, no puedo aceptarle algo así...— Robert curveó sus finos labios hacia arriba ante el nerviosísmo del joven.

—No te preocupes, de verdad. Por algo te lo propuse— miró a su lado y tomó un pantalón—. ¿Te gusta este?

Pablo suspiró tembloroso, mirando nuevamente al polaco, negando con la cabeza. Robert tomó otro y lo miró, notando que no hacía ningún movimiento.

—¿Qué talle eres?— se acercó y revisó la etiqueta para ver el talle, escuchando un suave "M" por parte del más joven, sacando uno de esos—. Cuando tengamos la ropa que quieras te lo pruebas y luego lo compramos.