Capítulo 5

18 1 0
                                    


El cielo en Usque amanece oscuro y ominoso, con densas nubes grises que se acumulan sobre las montañas que rodean el reino. El aire está cargado de electricidad y el viento sopla con fuerza, agitando las ramas de los altos árboles y haciendo que los ríos y arroyos de las montañas corran con furia.

Aunque el cielo está oscuro y las nubes grises se arremolinan sobre las imponentes montañas, algo inusual brilla en medio de la oscuridad.

Las plantas bioluminiscentes, que son exclusivas de este reino, comienzan a emitir su suave y encantadora luz. A lo largo de los senderos y en los prados, pequeñas flores y hongos brillan en tonos de azul, verde, rosa y violeta. Las hojas de los árboles centinelas, que son gigantes guardianes del bosque, se iluminan con un suave resplandor, arrojando destellos dorados en la lluvia que cae dentro del aquel bosque. La lluvia misma adquiere un aspecto asombroso, ya que las gotas que caen desde las copas de los árboles centinelas centellean como pequeños diamantes cuando son golpeadas por los relámpagos. Cada trueno ilumina brevemente la escena, revelando la majestuosidad de los altos árboles y las formas caprichosas de las plantas bioluminiscentes.

A pesar de la tormenta, la naturaleza en Usque parece cobrar vida con una intensidad aún mayor. Las criaturas nocturnas, que son parte de la rica biodiversidad del reino, emergen para aprovechar la lluvia y la oscuridad. Los sonidos de ranas, insectos y aves nocturnas se mezclan en una sinfonía única y exótica. Los caminos y senderos se convierten en riachuelos temporales que fluyen montaña abajo, llevando consigo hojas y pequeñas ramas arrancadas por el viento.

A pesar de la tormenta, la belleza natural de Usque es extraordinaria, pareciera ser sacada de un cuento de hadas. Sin embargo, la tormenta también es un recordatorio de la fuerza y ​​el poder de la naturaleza en Usque. Los habitantes del reino saben que deben tomar precauciones y refugiarse cuando estas tormentas se desatan. Pero, también, los habitantes del reino han aprendido a apreciar y respetar estas tormentas, que son una parte vital de la vida en Usque.

—¿Alguien sabe en qué año reinó la reina Eloise? —la maestra Ara Weggrin preguntó a la clase.

—En mil novecientos cuarenta y nueve. —respondí a la vez que levanté la mano.

—Exacto, así es, la reina Eloise tenía veintiún años cuando comenzó a reinar en Usque, en mil novecientos cincuenta y dos tuvo a su primera y única hija, la princesa Mansi Aura Dupree, abuela de la princesa decimoséptima, a quien tenemos el gusto de presenciar en esta clase —ella me regaló una sonrisa—. Y seis años después la amada reina falleció. Desde entonces, ha reinado la familia Zianova, proveniente del hermanastro de la reina. La princesa Mansi rechazó su derecho a gobernar, al igual que, más adelante, lo hizo su hijo Demir Marco Dupree —sonreí al escuchar el nombre de mi padre, lo echo mucho de menos—. ¿Alguna pregunta hasta aquí?

Nevan alzó su mano, con sus dedos repletos de anillos de oro.

—¿No sería justo que, cuando un heredero a la Corona rechaza su derecho, su descendencia quede absuelta de la herencia? Rechazar la Corona debería ser un descaro que deje consecuencias para los descendientes de esa familia. Considero que es un precio justo a pagar ante la falta de amor y respeto por Usque, y el atrevimiento de negar la Corona y abandonar a su pueblo. —comentó el idiota generándome una enorme indignación.

¿Cómo se atreve a faltarme el respeto de esa forma? Literalmente se está mofando de la familia real de Usque.

Mantuve la calma ante el profundo silencio que abundó en el salón. Me retuve a decir algo impropio, o a mostrarme molesta ante su comentario. Tomé aire y lo solté lentamente, con una sonrisa, reflejé mi autoconfianza y determinación y luego hablé;

DESCENDIENTES DE ORO ©Where stories live. Discover now