Capítulo 9

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En la mañana siguiente, el sol se alza majestuosamente en el horizonte, bañando la región de Usque en su cálida luz. Sus rayos dorados se deslizan suavemente entre las hojas de los árboles, creando un mosaico de sombras y destellos. La luz del sol ilumina los campos verdes y las praderas, haciendo que el rocío de la mañana brille como diamantes sobre la hierba. Los colores de las flores y las plantas, y los fantásticos bosques, se intensifican bajo su resplandor, creando un espectáculo de belleza natural. A medida que el sol asciende en el cielo, su luz acaricia suavemente las paredes del castillo de Usque, resaltando su majestuosidad y antigua arquitectura.

Los pájaros comienzan a cantar alegremente en los árboles, saludando al nuevo día, mientras que el suave murmullo de los arroyos y riachuelos que cruzan la región añade una serenidad musical al ambiente.

Todo está perfectamente acomodado, las decoraciones adornan el palacio y la entrada al jardín delantero de este, donde cierta cantidad de usqueños podrán observar a la princesa que se situará en el balcón.

Ahora bien, el rey camina enérgico por el salón de bienvenida. Con una media sonrisa, observa todo con atención, él está satisfecho con todo lo que se logró en tan solo un día.

—Buenos días, su majestad. —la duquesa Eleanor se inclinó.

—¿Todo está en orden? —Orlo preguntó.

—Así es, todos ansían por ver a la princesa. Los habitantes de Usque ya están llegando a las puertas, estas pronto se abrirán. En treinta minutos los invitados comenzarán a llegar. —Eleanor le contó.

—Perfecto. ¿Dónde está la princesa?

—La están preparando, su majestad. ¿Y el príncipe? Él deberá recibir a las familias invitadas.

—Lo sé, lo sé. Parece que aún no ha bajado de su habitación.

—¿Quiere que dé la orden para que lo llamen?

—No, no se preocupe. Iré yo mismo, ahora disfruta. Ya has hecho mucho.

Dicho eso, el rey Orlo subió las escaleras, extrañado porque su hijo aún no bajaba. Recorrió los pasillos, pasando por en frente de la puerta del dormitorio de Aura, quien practica su discurso mientras las doncellas la maquillan.

Al llegar a la habitación del príncipe, tuvo la intención de golpear la puerta, pero Nevan la abrió con apuro. Ambos se sorprendieron al encontrarse. Orlo comenzó a fruncir su ceño a la vez que observa la vestimenta de su hijo.

—¡¿Qué haces así vestido?! —exclamó con disgusto al ver a su hijo con el uniforme equivocado.

—¿Y tú qué haces aquí? ¿No debes recibir a los invitados? —Nevan pasó de él, comenzando a caminar.

—Los dos debemos recibir a los invitados, ¡¿estás de bromas?! —Orlo tomó a su hijo del brazo, reteniéndolo.

—Me pediste que me ocupara del festival, es lo que hago. Partiré al bosque Umbra, regresaré en la tarde. —el joven explicó con molestia.

—¡Ve a cambiarte! —el rey lo regañó— ¡Mañana, tú y la princesa se ocuparán del festival!

—¿Es en serio? —Nevan se alteró— No voy a estar en este absurdo festín. Tengo cosas más importantes de las cuales ocuparme.

—¡Que joven insolente! Eres el príncipe de Usque, ¡el hijo del rey! ¡¿Qué crees que pensará la gente al no verte recibir a la princesa de la familia real?! —Orlo grita con mucho enfado— ¿Acaso estás olvidándote de quién es ella? Pronto, con solo un chasquido de dedos podrá hasta quitarte el título de príncipe. ¡Reacciona y sé amable con ella! Ve a cambiarte de una vez.

DESCENDIENTES DE ORO ©Where stories live. Discover now