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Hanna

-Hanna, estoy igual o peor de disgustado con la noticia como tú, pero creo que embriagarse no solucionaría nada, es tu sexta copa en la noche.

Carter hablaba a mi lado nervioso ante mi reacción, con una sonrisa fingida al escuchar tal anuncio camine hacia la mesa llena de bebidas y me había dispuesto a beber lo primero que me encontrará. Odiaba en estos momentos a mis padres, mi padre ya no era solo el que armaba este paripé, sino también mi madre, quién se había convertido finalmente en la marioneta de London Liwis.

-Carter, deberías estar reaccionando de otra forma sabes-hable con el genio palpitando en mis cuerdas vocales-¿O no me digas que ya te entraron ganas de casarte conmigo?

-Sabes que jamás te miraría de otra forma que no fueran con los ojos de un amigo-hablo rápidamente y sabía que era verdad, pero estaba tan cegada del enojo que prefería hacer odios sordo a lo que me decía.

-Pues parece que no. Déjame disfrutar de la noticia a mi forma ¿Mis padres quieren armar un espactaculo junto con tu familia, verdad? Pues van a tener espectáculo.

Agarre la camisa de Carter y lo jale hacia mi, uniendo nuestros labios. Sabía que mis padres repudiarian la acción, ni siquiera ellos se besan frente a mi, lo hayan una acción de mala educación. Carter se queda tieso sin reaccionar hasta que comienzó a mover mis labios despacio sobre los suyos, invitándolo a seguirme. Es cierto que el beso no está mal, el sabor de su boca es hasta dulce, pero no sé compara a los besos de Mert.

No puede igualarse a lo que Mert me hizo sentir aquella noche.

-¿Que has hecho Hanna?-pregunto al separarnos, sus mejillas estaban levemente sonrojadas y sino fuera porque nos conocíamos ya tan bien, que diría que le había encantado el beso.

-Darle un espectáculo a mis padres y a los invitados.

A lo lejos pude distinguir a mi madre con más mejillas colorada de la vergüenza y el genio que seguro sentía ante aquella imaginé que había visto, pero poco me importaba. Al fin de cuenta ¿Carter no era mi futuro esposo? Agarre otra copa y sin pensarlo mucho me la tomé de un trago para después dejar a Carter hablando solo y salir a toda prisa de aquel lugar.

No tenía idea de dónde ir hasta que algo vino a mi cabeza. Entre a la cocina llena de cocineros haciendo dulces u preparando cócteles y de forma "discreta" agarre la primera botella que contenía alcohol y me mande a correr escuchando a uno de los cocineros llamarme para que me detuviera y devolviera lo que había robado.

La adrenalina corría a toda prisa por mis venas, me sentía libre corriendo como loca entre los árboles del bosque, hasta que llegue a aquel lago, donde sin esperar mucho me desnude y con la botella en mano me metí en el agua. Estaba congelada, pero no me importaba mucho.

Solo quería olvidar y ser libre por un rato.

Me sumergí en el agua por unos segundos y al salir me topé con Mert a la orilla del lago. Estaba mirando mi ropa en el piso, alzó sus ojos de repente topandose así con los míos. No dijo nada, pero no hizo falta tampoco que dijera algo cuando una sonrisa de lado se extendió en su rostro y comenzó a quitarse la ropa.
Voltee dándole la privacidad que el no quería, pero que necesitaba para que se me bajara el calor que se había extendido por mis mejillas.  El agua se removió agresivamente cuando de un salto Mert cayó en el agua.

-Que ladrona me has salido enana-podía sentir su respiración en mi nuca, haciéndome erizar cada parte de mi cuerpo. No me acostumbraba al manojo de sensaciones que causaba en mi-¿Que paso esta vez Hanna?

El tono socarrón que había utilizado al principio desapareció y aquella voz sería y fría que usaba siempre volvió a salir. ¿Como sabía que algo había pasado?¿Tan obvia era? Despacio me voltee hacia él, sin saber cómo enfrentarlo del todo. Tenía vergüenza, Mert y yo nunca habíamos sido unidos, para nada, nuestra relación se basaba en que yo lo perseguía y él me huía como si tuviera una enfermedad contagiosa de vida o muerte.

-Me voy a casar en dos días-solte de pronto luego de habernos pasado unos minutos en silencio.

Mert no pareció sorprendido, o no dejó ver su sorpresa. Tenía el rostro serio e inexpresivo, tan propio de él. Soltó un murmullo que no logré entender y me jalo hacia él, envolviendome en sus brazos. Ahí por primera vez en la noche me permití llorar, hacía dos semanas que no lloraba, que era una marioneta.

Estaba cansada.

-Hanna no puedes seguir así, no puedes derrumbarte tan rápido.

-¿Y que hago Mert?-me separé de el con el enojo palpitando en mi ser-¡¿Que mierda hago?! ¡¿Digo que no me quiero casar?! ¡¿Que Carter no es la persona que me gusta?! ¡Eso ya lo saben y mírame!-los sollozos me inundaron por completo y las palabras me salían entre cortadas-No quiero Mert, está no es la vida que tenía pensada para mí.

Mi voz sonaba como un débil murmullo que era amortiguado nuevamente por los brazos de él. Sus brazos se aferraban a mí con firmeza, como si eso ayudará que no me derrumbara por completo. No se cuánto tiempo estuvimos así, tal vez 30 minutos o más, no se cómo pasó o que hicimos, solo se que nuevamente había amanecido en la cama  de Mert.

Esta vez la habitación estaba completamente vacía, por lo que imaginé que Mert estaría con su madre en la cocina esperando por mi. Me vestí con la ropa que tenía ayer, la cual estaba perfectamente doblada encima de la comoda de aquella habitación y salí hacia la cocina. Shaiw estaba dejando un plato de ricas tortitas y frutilla, frente a un zumo de naranja.

-Buenos días mamá Shaiw-salude está vez sin tanta vergüenza, ya no tenía sentido que se me tiñeran las mejillas cuando ella sabía más que bien todo.

-Buenos días mi niña, iba a buscarte para que desayunaras, terminé ahora mismo de preparar el desayuno-comento secándose las manos en el delantal de girasoles que traía puesto.

-Gracias, huele delicioso-dije antes de sentarme en una silla frente a mi plato-¿Y Mert?-pregunto antes de coger el primer bocado de mi desayuno.

-Tuvo que ir a buscar unos encargos que llegaron.

Shaiw se sentó frente a mi y tomo un sorbo de su zumo de naranja, el silencio reino por unos segundos en la habitación, pero no era nada incómodo, era algo reconfortante.

Amaba la tranquilidad que me daba esta casa.

•Odnoliub•Where stories live. Discover now