Capítulo 1: Los Aborrezco

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El Macallan relucía un color añejo carmesí , amaderado y traslúcido a la tenue luz de los focos fuera de la ventana, la figura contra el cristal apretaba una copa vacía de licor pero que tintineo un par de hielos en el fondo.

Su mente suele perderse de tal manera que apretara los dientes haciéndolos rechinar, miró un par de figuras con la respiración entrecortada en la cama, los cristales rotos en el piso, las cortinas rasgadas y el mueble de madera con rasguños por los diversos artículos qué fueron arrojados contra él durante las horas anteriores, lo hacen apretar sus puños.

No es de su gusto, no se logra acostumbrar a lo que se convierte una vez se pierde en su naturaleza. En el pasado esto no era así pero con el tiempo, poco a poco, fue perdiendo más y más el control de su instinto. Rasga su interior y casi puede sentirlo por dentro contra sus entrañas.

Antes, sus sentimientos estaban acorde a su naturaleza, se le vio crecer y desarrollarse como un alfa en quien pusieron altas expectativas, el autocontrol y la serenidad con la que se manejó hasta una edad bastante adulta siempre lo destaco haciendo que el más viejo de su familia pusiera toda su fe en él.

Ahora, aunque ya es un poco tarde para quitarle su lugar, es posible que no pueda manejar por sí solo su temperamento descontrolado y esto también pone una carga sobre sus hombros con la que ya no tiene ganas de luchar.

Sus sentimientos quedaron hace mucho tiempo enterrados en un lugar oscuro de su memoria, incluso si viera a esa persona ahora querría solo desgarrar su cuello y hundirlo en la misma miseria que está tan arraigada en él pero… ¿puede siquiera culpar al tipo ?Él supo desde el principio que no era de quien estaba enamorado y que se puede hacer si los sentimientos no cambian así por así.

Sentimientos… No, alguna vez si lo quiso, deseo cambiar los sentimientos de esa persona con tanto ahínco que podía matar por él, quería enredarse entre esas piernas rosadas qué podían engancharse a sus caderas cuando se perdieran en la sensación placentera de conectarse, aunque no llegó a suceder siempre lo anhelo de tal manera que puede aferrarse a ese sueño.
Soñarlo es lo único que puede hacer, porque quería hacerlo para siempre.

Los años han sido crueles, siempre quiso olvidar todo pero por más que intente todo regresa, ahí, justo en ese par de manos rojas de frío que se enganchan por el frente de una pequeña figura.

¿Cómo es que no logra recordar la expresión? Cada segundo se cruzan por su mente diferentes instantes, sonrisas, lágrimas después de reír hasta el cansancio, expresiones de enojo por ser molestado, su rostro cuando acariciaba su cabello repitiendo que era dulce y tierno, tantas expresiones, menos esa.
La última.

Solo tiene clara una cosa de aquel día, las manos con nudillos rojos. Temblorosas y huesudas manos, finas y rosadas, temblando ligeramente al jugar con las coyunturas de sus falanges mientras le dijo de forma cruel que había estado con alguien más.

Ahora todo está en el pasado y aunque poco y nada recuerda de esas últimas semanas en aquella ciudad, puede decir que él único que salió perdiendo continua siendo él.

La puerta del penthouse se abrió permitiendo que la luz del pasillo creará una franja recta en dirección a él, la luz interrumpió su meditación silenciosa. Su entrecejo se junto con malestar y miró al secretario qué hizo una breve reverencia hacia él. Dos guardaespaldas entraron a continuación y de forma mecánica sacaron a los sujetos qué parecían un par de cadáveres en la cama, ellos pasaban siquiera una vez al mes por esto y aunque para todos al principio fue extraño qué él jefe tuviera un rut cada mes a diferencia de los tres meses que son lo normal, la justificación de la casta y aversión a mezclarse con un omega les entregaba la respuesta.

The Bite of the Gray WolfWhere stories live. Discover now